El dolor se iba expandiendo conforme pasaba el tiempo. Recibir un disparo jamás me había preocupado. Pese a poder regenerarme más rápido de lo normal, no le di importancia. Pero ahora que había vivido la experiencia, no me quedaba duda de que evitaría a toda costa un acometimiento como este.

El objeto metálico dentro de mi cuerpo, permanecía caliente y consecuentemente punzante. Cubrí el área de mi estómago con las manos, y la sangre ya brotaba en cantidades exageradas, manchando mis ropas y mi piel. De mi ante brazo escurría otra cantidad de sangre que el rose de la segunda bala había logrado hacer, pero no era tan preocupante como la primera.

-¿Quién fue el idiota que abrió fuego? – gruño el que les ordenaba. El silencio fue su respuesta.

Yo me mantenía tan desorientado que los suelos se tambaleaban aun estando solamente de pie. Comenzaba a sentirme tan debilitado que me reforcé a mantenerme en pie.

Todos seguían con la atención en mí, solo que ahora tenían las caras desordenadas por los regaños de su superior.

Apreté la mandíbula para mitigar el dolor insistente e intente concentrarme. Creo que habían dado por hecho que en cualquier momento caería desfallecido, pues manchas negras comenzaban a nublarme la visión. 

¡No es momento de doblegar! Me dije. Si desmayaba ahora, mi gran batalla y logro por haber llegado hasta aquí, no tendrían ningún sentido. Necesitaba sacarla de ahí. 

Todos los ojos de la sala de pronto se habían convertido en cazadores a punto de acorralar a su presa. A pesar de que algunos tenían esas caras ansiosas que deseaban que muriera en ese mismo instante. 

-¡¿Saben que si el chico muere, nosotros iremos a parar a dónde mismo?! – reprocho el hombre gritando.  

¿No querían matarme? ¿Porque? ¿Quién? ¿Por qué motivo? Aquello me aturdió inmensamente hasta quedarme paralizado. Al parecer, alguien de algún lugar de este reclusorio, había dado la orden de mantenerme con vida. ¿Habrá sido ese hombre que menciono Will? ¿Ese tal Russell?

Tan en mis pensamientos me había profundizado, que no había sentido el chorro de sangre brotar casi a cascadas por mi estómago, hasta que mis manos se chorreaban exageradamente.

Me pregunte si podría llegar más lejos, pero mis posibilidades eran escasas y mi tembloroso cuerpo me confirmaba que no lo lograría.

Estaba dándome por vencido una vez más cuando las rodillas comenzaban a faltarme y sentía que en cualquier segundo me desplomaría en el suelo y desfallecería, hasta que un sonido germinó de cualquier lugar, haciendo un aterrizaje en el suelo y resonando como un pedazo de metal cerca de mis pies.

Lo primero que me vino a la cabeza fue cubrirme la cara y esperar una explosión, pero lo siguiente, no me lo esperaba.

La bola de metal rodaba, desprendiendo un humo denso y grisáceo que se propagaba por todo el perímetro. Llegue a la conclusión de que no se trataba de una bomba, ni tampoco de un gas adormécete, simplemente había servido para invisibilizar un poco el entorno.

Los gritos y las órdenes estaban hecho un caos y, solo así, decidí que era mejor moverme antes de que pudiera ser atrapado.

¿Quién habría hecho esto? ¿Acaso pudiera ser el mismo que me querrá con vida? Millones de dudas se formulaban en mi cabeza por aquella información nueva. 

Comencé a retroceder a trompicones por mi inestable estado, que, a pesar de que mi visión difusa no me ayudaba, encontré una de las paredes del lugar.

Return (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora