ᴘᴀʀᴛᴇ 𝟺𝟿

851 96 27
                                    

Purre.

Viajar siempre fue una de mis experiencias favoritas. De igual forma, no creo que exista nadie en el mundo que odie viajar. Y ahora que lo estaba haciendo con mis amigos, cada día se ponía mejor.

—Por favor, Purrete— Santi me estaba rogando en el pasillo del hotel, mientras las chicas estaban en sus habitaciones, que logre convencer a Pilar para que Renata y él pudiesen dormir juntos.
—Ya sabes que esa fue su primera condición, amigo— Dije casi negado.
—Pero tampoco es tan grave, además vos podes dormir en el sillón— Lo miré incrédulo ante sus dichos.
—No pienso hacer eso, además no sería la primera vez que dormiremos juntos— Rodé mis ojos y luego me percaté de que algunas palabras se escaparon y Santi solo se limitó a reír.
—Está bien, sin preguntas sobre eso, pero por favor, en serio quiero un momento especial con ella— Habló con ternura y yo sonreí.

Tampoco iba a ser tan malo.

•••

—No hay ni una chance de que eso pase— Dijo la rubia mientras iba adelante mío. Estábamos dentro del hotel y caminando por todos los pasillos.
—Pero pensá en tu amiga— Ella se dió vuelta para mirarme.
—No seas así— Inclinó su cabeza y lo pensó por unos segundos.
—¿Así como?— Pregunté con una sonrisa.
—Así tan lindo— Contesto con simpleza, y si no hubiese estado con mi espalda apoyada en la pared juro que me habría desmayado.
—Entonces, ¿Aceptas?— Hablé algo sonrojado.
—Supongo— Ambos sonreímos y después de eso nos adentramos en nuestras habitaciones.

Abrí la puerta y encontré al rubio en su cama y usando su teléfono.

—Misión cumplida— Dije con una sonrisa mientras me abalanzaba sobre mi cama.
—Gracias— Saltó sobre mi cama a abrazarme y yo negué riendo.

De verdad que no sabía lo que podía llegar a pasar.

•••

Había sido un largo día que culminó en una cena de pastas a una cuadra del hotel, al que volvimos a eso de las doce.

Se acercaba el momento y no tenía ni idea de que le diría.

—Buenas noches— Santi y Renata nos saludaron a ambos en el lobby del hotel, en donde Pilar y yo nos quedamos recibiendo nuestra tarjeta de habitación.

El rubio nos guiñó un ojo y por el rabillo del ojo la vi a ella con una sonrisa pícara.

Los perdimos de vista en el momento que subieron al ascensor.

—Ni siquiera pude agarrar mi ropa— Farfulló y yo reí.
—Tampoco es tan grave— Me fulminó con la mirada y levanté mis manos librándome de toda culpa. —Dale, subamos de una vez— Finalicé.

Abrí la puerta con tranquilidad y la dejé adentrarse. Luego de cerrar, me dirigí hacia mi valija para tomar una remera y lanzarla al aire para la que tomé entre sus manos.

—Gracias— Entró al baño y salió con su pelo recogido en un rodete y mi remera que le funcionaba casi como un vestido. Sonreí con ternura y lo oculté rápidamente adentrándome en el baño después de ella.

Dudé durante varios minutos la forma en la que iba a dormir, y por fin decidí que sería como siempre, pues la situación era totalmente normal. Me deshice de mis bermudas, mi buzo y mi remera para quedar solo en bóxer. Me dio algo de pudor y tomé un short deportivo que estaba colgado allí.

Al salir ella ya estaba recostada en la cama.

—No pienso dormir en el sillón— Establecí.
—Igual no te iba a decir que duermas ahí— Me miró desafiante y yo negué. —Gracias a Dios tenía mi cargador en mi mochila porque sino hubiese sido una desgracia— Cambio de tema.
—Que exagerada— Me recosté en el lado derecho.

Mi corazón palpitaba y sentía que se iba a salir de mi pecho.

Tenía tantas ganas de besarla.

Cuando vi que soltó su celular para apoyarlo en la mesilla junto a la cama, apagué la luz del velador.

—Buenas noches— Pronuncie.

Ambos nos dábamos la espalda y supe que ella también estaba incómoda con eso, pero era mejor dejarlo así.

En medio del silencio y solo unos minutos después, ella llamó mi atención, casi un audiblemente:

—Purre, ¿Estas despierto?
—Mhm
—Nunca me dejaste de gustar— Y esta vez no iba a quedarme callado.
—Pilar— Me di vuelta y ella hizo lo mismo para mírame a los ojos, que era lo único que podía ver de ella, ya que la única luz que nos alumbraba era la de la luna que se colaba en la ventana. —Quiero besarte— Ante eso, ella se acercó a mi lentamente.

Nuestros rostros estaban cada vez más cerca y nunca dejamos de mirarnos. El roce entre nuestras narices me estremeció y mis labios casi tocan los suyos, cuando apartó su cara y me dio un suave beso en la mejilla. Se dio vuelta y la escuché reír por lo bajo.

—Antes fuimos muy rápido pero esta vez parece que damos pasitos de bebe— Ambos carcajeamos.
—Buenas noches, Pupi— Sonreí involuntariamente.

Otra vez me llamaría así.


Buenasssss! Yo se que igual me quieren aunque no les de lo que quieren🙂
Nos estamos leyendoooo

ᴍᴇ ɢᴜsᴛᴀ(s) [ᴘɪʟᴜʀʀᴇ]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu