ᴘᴀʀᴛᴇ 𝟺𝟸

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•Sixty-one days to go•

Pilar.

Después de varios clicks en la computadora, y bastante presión por parte de los tres chicos a mi lado, finalmente estaba sucediendo.

—¡Ya tenemos nuestros pasajes!— Informé con entusiasmo al momento que pude visualizar en la pantalla "La transacción ha sido confirmada".

Los primeros pasos nuestro viaje ya estaban resueltos, y a dos meses de la fecha, solo nos quedaba reservar un hotel y preparar nuestras valijas.

El mismo duraría cuatro noches y partiríamos el miércoles a la madrugada, para volver el domingo a la noche.

Rosa ya sabía acerca de esto, y sin problemas pudimos coordinar mi semana de vacaciones. Y en la Universidad, tampoco hubo ningún inconveniente, pues no era época de exámenes y solo faltaría a clases dos días, ya que el jueves era el día en el que no asistía regularmente.

Al final, Renata vendría con nosotros, ya que después de que Purre me hiciera entender que no era mi relación, sino la de ellos, finalmente acepté.

—¡Pero no pueden ser amigos y mirarse así!— Suspiré frustrada y temerosa a que mis amigos repitan la historia.
—¿Venís?— El rizado a mi lado tomó mi mano y yo lo miré. —Solo será un segundo— Rogaba con su mirada y acepté.

Nos dirigimos hacia el balcón y en una noche fría en Buenos Aires, la campera que llevaba puesta no era suficiente.

—Toma— Se quitó su buzo negro y me lo entregó.
—Gracias— Me llegaba casi hasta las rodillas y él me miró con ternura. Me sonrojé ante eso.
—Ahora, escúchame— Suspiré. —No podes prohibirles nada. Es su vida, y tenes que desear que funcione, y en cambio, solo les estas inspirando miedo a que ambos salgan lastimados— Apoyé mi espalda contra la pared y cerré mis ojos. Estaba siendo una mala amiga.
—¿Pero no pueden ser novios y ya?— Estaba frustrada, porque en lo único que podía pensar era en qué tal vez si yo hubiese tenido a alguien que me lo dijera, todo sería distinto. O tal vez no.
—Que nosotros hayamos sido dos idiotas cobardes no significa que ellos también lo sean— Me miró a los ojos y pensé en que los suyos se veían bellísimos con la luz tenue.

La relación de ambos parecía marchar bien, pero claro que no tenían ningún título oficial. Preferí enfocarme en el viaje que haríamos en poco tiempo y eso ocupaba mi mente casi todo el tiempo.

Luego de tener nuestros billetes de avión confirmados, proseguimos a elegir el lugar donde dormiríamos, y el rubio era el encargado de ese tema.

—Este tiene pileta—Rena señaló una de las opciones en la computadora.
—Pero si hace frío allá— El rizado le respondió en tono de burla y todos reímos.
—En este la piscina es cubierta y climatizada— Dije al leer esa descripción en la pantalla.
—Y el precio parece estar bien— Agregó el rubio.

Todos parecimos aceptar esa propuesta y al final ese fue el elegido.

Sin dudas, elegimos dos habitaciones dobles. Rena dormiría conmigo y los dos hombres, juntos. Esa fue la condición principal antes de viajar.

Y esperaba que se cumpla.

•••

Más tarde esa semana, y al término de mi turno de trabajo, mi amiga estaba esperándome en la puerta.

—Por favor, no estes enojada conmigo— Renata habló y junto sus manos como si pidiera por favor.
Claro que no estoy enojada, tonta— La abracé y por fin todo lo que estaba tenso entre nosotras desapareció.
—Que alivió— Suspiró.
—Estaba siendo un poco paranoica, lo siento por eso— Me sinceré ante ella.
—Lo se, pero está todo bien— Ahora fue ella quien me abrazó y juntas caminamos hacia la heladería.

Solo quedaba a una calle y en verdad estaba muriendo de hambre, pues no comía desde hace varias horas y mi estómago me estaba pasando factura.

—¿Por qué no sólo son novios y ya?— Insistí, otra vez.
—No lo sé— Me miró y arrugó su nariz. —Solo tengo miedo de que no sea lo mismo— Volvió a hablar.

Y no podía decir que no la entendía, porque lo hacía perfectamente.

—Y están tan bien así, que no hay razón para modificarlo, ¿No?— Completé su frase y ella asintió. —Lo importante es que seas feliz— Seguí. Puse mi mano en su hombro. —Lo demás es secundario— Finalicé.
—Si por fin me enamoro, te aseguro que se lo diré— Me sonrió. El empleado le entregó su helado y ella se fue hacia una mesa sin borrar la sonrisa de su rostro.

Y en ese momento entendí que ella era feliz así, y también que era más valiente que yo, porque nunca me atreví a decir lo que sentía cuando todavía tenía tiempo de hacerlo.


Espero que les guste mucho!
Quiero que sepan que ya estamos cerca del fin, pero no tan cerca como creen🤭

Hay una nueva historia en mis borradores y creo que les va a gustar mucho! Pero no se si publicarles el prólogo en estos días o al término de esta historia. Que piensan? Lxs leo❤️

ᴍᴇ ɢᴜsᴛᴀ(s) [ᴘɪʟᴜʀʀᴇ]Where stories live. Discover now