ᴘᴀʀᴛᴇ 𝟹𝟼

841 82 2
                                    

Purre.

—Así que como usted me dijo, fui sincero y dejé mi orgullo a un lado para poder resolver las cosas con ellos— Estaba en una sesión con mi psicóloga y por fin pude contarle que todo había salido bien, gracias a su ayuda.
—Estoy muy feliz por vos, José— Me sonrió. —Pero seguís intranquilo por algo, ¿No es así?— En pocos meses, ya me había sacado la ficha, como diría mi mamá.
—Es Milena— Suspiré. —No siento nada por ella, pero no sé si quiero dejarla— Terminé de hablar.
—Si no hay razón para quedarse, no lo hagas. Sería egoísta atarla a vos y quitarle la oportunidad de conocer a alguien más, y si crees que de verdad vale la pena, tenes que luchar por eso, así como luchaste para recuperar a tus amigos— Ella siempre tenía la palabra justa para hacerme reflexionar.

•••

Acordamos encontrarnos en su casa y ya sabía lo que tenía que hacer.

Al llegar, ella intentó darme un beso en mis labios pero yo corrí mi rostro y le dí uno en la mejilla. Ella me miró extrañada.

—¿Qué pasa?— Preguntó.
—Tenemos que hablar— Establecí.

Entré y ambos nos sentamos en el sillón.

—La verdad es que no se cómo decirlo pero...— Me rasqué la nuca. Estaba siendo más difícil de lo que pensaba. —Esto no va a funcionar— Dije y ella abrió los ojos como platos.
—¿Qué estás diciendo, José?— Estaba enojada.
—Ya no es lo mismo— Explique. —Ya no siento nada por vos, y no quiero atarte a mi, cuando podes conocer a alguien mejor— En verdad no creía haber sentido algo por ella en algún momento, pero tampoco era necesario decírselo.
—¡No me podes dejar!— Definitivamente estaba enojada. —¡Seguro tus amiguitos te llenaron la cabeza! Sobre todo ella— Resaltó con disgusto la última palabra, que se refería a Pilar.
—Antes no podía verlo, pero ahora si. Esta relación no nos hace bien ni a vos, ni a mi— Me sentia orgulloso de la sensatez que había desarrollado después de lo que viví este último tiempo.
—¡Ándate ya de mi casa!— Gritó. —¡No me vuelvas a hablar nunca más en tu vida!— Me empujó con furia hasta la puerta y la cerró en mi cara.

No era una sensación linda en definitiva, pero me sentía liberado y listo para comenzar otra vez.

Bueno, podría haber sido peor.

•••

Pilar.

Ian y yo estábamos en su cama, con sólo una sábana cubriendo nuestros cuerpos.

—Te amo— Habló él y yo cerré los ojos, frustrada.

Aunque intentara, nunca había podido decírselo, porque no lo sentía así.

—¿No me vas a decir nada?— Insistió.
—No puedo— Dije, sentándome en la cama.
—¿Qué?— Repitió mi acción.
—No se Ian, vos sos increíble conmigo y no se que es lo que me pasa— Ni siquiera podía mirarlo. —Yo— Respiré profundo. —Yo no te amo— Cerré los ojos. —Te mereces a alguien que te valore, porque sos una persona maravillosa, y yo no puedo darte eso— Mis ojos se cristalizaron. —Perdón— Lo miré a los ojos.
—Nunca lo sentiste, ¿No?— Negué con la cabeza, mirando hacia abajo. —Y yo— Soltó una risa irónica. —Y yo pensando que podías olvidarte de él y así enamorarte de mi— Sabia a que, o mejor dicho a quién se refería.
—No es por él, Ian.
—Si lo es, aunque me lo niegues, yo lo sé— Respondió. —Creo que es hora de que te vayas— Continuó. Yo asentí.

Me levanté y tomé mi ropa, que rápidamente me coloqué después de entrar al baño y al salir, el ya estaba vestido.

—Gracias por tratarme tan bien siempre— Dije sincera, con varias lágrimas cayendo de mis ojos. Le di un beso en la mejilla y una sonrisa de despedida.

Salí de ahí y sequé mis lágrimas. Por fin dejaría de fingir.

Después de todo, había estado con él para olvidarme de Purre, y pude entender que yo merecía estar sola y descubrirme a mi misma, en lugar de entregarme a alguien que pueda llenar el vacío. Me sentía rota, y debía enfocarme en mi misma para sanar.

Maratón 3/4

ᴍᴇ ɢᴜsᴛᴀ(s) [ᴘɪʟᴜʀʀᴇ]Where stories live. Discover now