Todos nos miramos inmediatamente, salgo un momento y busco al neurólogo en su oficina, cuando llego él está llenando la planilla de Dean.

—¿Cree que sea conveniente decirle a Dean todo? —pregunté después de cerrar la puerta.

—Pienso que no debería ser todo —sugirió levantándose—, ¿Ya le dijiste lo de su hija? —yo asentí—. ¿Y cómo reaccionó?

—Obviamente lloró y está enojado.

—¿Hubo algún desmayo o perdida de conocimiento? —preguntó mientras teclea en su computadora.

—No.

—Bien, trata de ser cuidadosa con lo que le digas, al parecer no hay lesión cerebral pero debes tener cuidado con lo que le cuenten.

—Esta bien —me coloqué de pie.

Cuando llego a la habitación Dean está sentado y con su típica mirada impaciente.

—¿Comienzo a hablar yo? —pregunté y todos asintieron.

—Pero a solas —dijo Dean.

—Hijo yo también necesito—

—No mamá, quiero escuchar a mi esposa a solas —la interrumpió Dean.

Los dos salen de la habitación y yo acerco una silla para sentarme junto a Dean.

—¿Qué haces? —preguntó mirándome—, siéntate acá —me pidió haciendo un espacio en la cama.

—Prefiero aquí —tomé asiento sobre la silla—. Dean... el día en que sucedió lo de Ana ella... ella no fue la única que fue asesinada.

—¡¿Qué?! —berreó Dean intentando levantarse pero lo empujo para que siguiera sentado.

—Meiling... Mariana también la asesinó para poder entrar a nuestra casa.

Dean me mira con los ojos abiertos y se vuelven a llenar de lagrimas.

—Si no te sientes bien solo dímelo y me detendré.

—No te detengas —me pidió limpiando sus lagrimas.

—Tú caíste en coma y cuando despertaste ya no me recordabas —le conté tratando de mediar mis palabras—. No recordabas a Ethan y mucho menos a las niñas, no recordabas nada de lo que pasó.

—Eso... ¿Eso es en serio? —preguntó mirándome con los ojos abiertos.

—Si...

—Emily... ¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó mirándome con los ojos abiertos.

—Ya casi tres meses.

—¡¿Tres meses?! —gritó arrojándose hacia adelante.

—Dean por favor recuéstate.

—Dime... dime que no hice nada estúpido... por favor.

—Será mejor que me detenga —traté de colocarme de pie.

—¡No! —me tomó del brazo y me obligó a sentarme—. Sigue por favor...

—Bien —solté un pesado suspiro—. Cuando te recuperaste físicamente volvimos a casa los dos juntos sin los niños a tratar de recuperar tu memoria.

—¿Aparte de ti y de los niños olvidé a alguien más?

—Tengo entendido que lo ultimo que recordabas era una pelea que tuviste en un bar cuando tenias ¿Qué? ¿Veinte años?

—Si, sé cual es esa pelea —dijo sin quitarme la mirada de encima—. Pero cuando sucedió eso yo ya te conocía...

—Si... y el tú de veinte años apenas si me recordaba...

—Eso no es cierto —su ceño se frunció—. Me encantaste desde el primer momento en que te vi.

—Eso no fue... eso no fue lo que dijiste.

—¡Diablos!

—En fin —continúe hablando tratando de calmarlo—. Por una semana fui dolorosamente ignorada por ti y cuando por fin logré un avance contigo apareció Mariana y ella si te encantó desde el primer momento en que la viste, incluso yo iba a matarla y tu lo impediste.

—¿Yo lo impedí? —preguntó mirándome completamente sorprendido.

—Si... después de eso fue un sube y baja de emociones, abecés eras amable y hasta tierno y otras veces eras cruel y decías cosas que dolían como el demonio.

—¿Cosas? ¿Cómo que cosas?

—Cosas como "¿Cómo pude interesarme en ti?" o "estas algo vieja o te falta busto para ser de mi gusto".

—¿Es en serio que yo dije eso?

—En serio si quieres que me detenga lo haré.

—¡No! —dijo rápidamente—. Sigue... por favor.

Trago saliva para continuar.

—Cada día era algo diferente para mí, un día botaste todas nuestras fotos y otro día por fin pude convencerte de hacer el amor y al día siguiente de eso me dijiste que solo fue para satisfacer un deseo sexual y ya.

—Espera —colocó las manos sobre sus ojos—. Por favor espera... lo siento cariño pero me cuesta creerlo.

—Probablemente James venga pronto por si prefieres hablar con él.

—solo continua.

—Un día Mark llegó y se pusieron a hablar por un tiempo... él te contó parte de nuestra vida porque te costaba mucho creer que estabas casado y que tenias hijos, incluso te enfadaste con tus padres por permitir que te casaras.

—¿Cómo pude dudar que estaba casado contigo? —preguntó algo nervioso.

—Yo no era precisamente tu gusto —dije evitando su agarre—. En fin... los jefes se enteraron de tu situación y acordaron una reunión en la casa pero faltando una día para la reunión me dijiste que ya no querías estar cerca de mí y el día de la reunión solicitaste a los jefes que... que me expulsaran del cartel porque me pedirías el divorcio.

—Emily... ¿Pero que diablos? ¿Qué es todo esto? dime por favor que... dime que aún...

—Dean tu y yo... —respire profundamente antes de hablar—. Tú y yo ya no estamos casados.

—¡¿Qué?! —gritó con fuerza ahora colocándose de pie—. No... ¡No! ¡No! eso no es cierto... ¡Mama!

Veo que se coloca pálido y lo empujo a la cama para evitar que se desmaye, cuando su madre entra y nos mira lo comprende.

—Es cierto hijo... tu ya no estas casado con Emily y ella ni siquiera debería estar aquí.

fuertes lazos Where stories live. Discover now