capitulo 50

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—Escucha —hablé algo nerviosa y un poco enojada—, sé que no recuerdas nada de nosotros pero esa no es una decisión que debas tomar así —me acerque a él.

—Nena, no siento absolutamente nada por ti y probablemente no habrá forma de que lo despiertes así que...

—No tienes porque ser tan cruel y no, no te voy a dar el divorcio a menos que me dejes intentarlo.

Él solo me mira, no dice absolutamente nada pero sus ojos están clavados en mí.

—Dame una semana —le pedí tratando de mediar la situación.

—¿Y si no sucede nada? —preguntó acercándose un poco a mí.

—Sucederá, se que será así.

Dean iba a responder pero un horrible grito llama nuestra atención.

—¡DEAN! —grita esa horrible mujer una y otra vez desde el otro lado de la casa.

—¿Quién me llama? —preguntó demasiado interesado.

Ni siquiera le respondí, camino hacia el interior de la habitación y busco la pistola que está debajo del colchón, reviso si tiene suficientes balas y salgo de la habitación.

—¿Pero que diablos te pasa? —preguntó Dean con algo de insistencia persiguiéndome.

No le respondo nada, estoy llena de ira en mi interior y de mi boca no sale absolutamente nada, bajo las escaleras con Dean detrás de mí pisándome los talones y al momento de abrir la puerta la veo, está sobre nuestro auto como si nada, con una mini falda color negro y un top con un gran escote color verde neon acariciándose su cabello, apunto el arma directamente a su cabeza y apenas ella me ve sus ojos se abren y comienza a rodarse lentamente, cuando estoy apunto de jalar el gatillo Dean empuja mi brazo provocando que la bala se incruste en un árbol y no en la frente de Mariana.

—¡¿Que diablos te pasa?! —grité frustrada empujándolo al ver como ella se aleja de nosotros y se esconde detrás del auto.

–¿Acaso estas loca? —preguntó atravesándose en mi camino.

—¡Si tu supieras lo que esa maldita perra nos hizo no la defenderías así! ¡al contrario! —grité tratando de alcanzarla.

—¡Escucha! —Dean me intenta quitar el arma—. Cálmate primero que todo.

—¿Que me calme? —pregunté dejando que las lagrimas salieran—. ¡No te atrevas a pedirme eso! 

vuelvo a empujarlo pero esta vez logro apartarlo y prácticamente corro hacia ella, Dean agarra mi brazo con fuerza arrancándome el arma de la mano y me arroja hacia el suelo mientras le coloca el seguro, cuando caigo y lo miro Dean queda atónito, cierra los ojos y tuvo que agacharse tratando de controlar su dolor de cabeza.

—¿Estas bien? —pregunté acercándome a él.

Tarda unos segundos en responder.

—Sentí que ya había vivido algo así —dijo con algo de dolor.

En ese momento lo comprendí, el día de la fiesta, el día que me confrontaron y pensaron que era traidora.

—Dean —lo llamó Mariana acercándose lentamente.

—¡No te atrevas a acercarte! —le espeté colocándome de pie.

—Lo que sea que te diga ella sobre mí y sobre ustedes es una mentira —dijo ella con una voz suave y quebrada—, tú y yo nos amamos y ella se atravesó entre los dos —la veo sacar su teléfono.

—Maldita mentirosa —musité acercándome a ella—. Tú no tuviste nada con él y ya eso lo tengo claro.

—¿Estas segura?—–me susurró con una sonrisa malévola.

Le arroja el teléfono y Dean lo alcanza a agarrar, comienza revisar varias cosas en el teléfono y se coloca de pie, cuando va a entregarle el teléfono a Mariana se lo arrebato, son fotos de Dean y ella durmiendo, y ella esta completamente desnuda, después hay otra de él sentado en un viejo sofá con ella sobre sus piernas, y lo ultimo es una foto de ella en una habitación con la ropa de Dean puesta, Mariana me arrebata el teléfono y se lo guarda.

—Tú si pareces mas de mi gusto que ella —dijo él acercándose a Mariana.

—¿La recuerdas? —pregunté tartamudeando un poco.

—No —respondió Dean sin mas—. Pero lo de ella es mas creíble que lo tuyo.

—¡¿Que?! —lo miré completamente indignada—. Te he mostrado fotos familiares, las fotos de nuestra boda, el árbol de fotos que tu mismo hiciste.

—os hombres como yo —Empezó a caminar hacia Mariana—. Nunca nos tomamos las cosas en serio, ni la vida, ni las mujeres, ni el matrimonio.

—Si tus padres se enteran que quieres acercarte a esa mujer —le advertí acercándome a él para intimidarlo—. La matarán a ella y te matarán a ti y si no me crees los llamaremos ahora mismo y los confrontarás. 

—¡No! —gritó Mariana de manera aterrada acercándose a nosotros—, cariño —fijó su mirada en Dean—. Tu familia nunca me quiso porque ella los tiene cegados porque se aprovechó de ti y te dio hijos pero yo soy la que tu amas.

—¡Por supuesto que no!  —negué colocándome en medio de los dos—, Dean... dame mi arma —le pedí impidiendo que él camine hacia ella.

—¡No! —me espetó él con rabia.

No lo aguanto mas, corro hacia ella y antes de que ella se aleje mucho le doy una patada en el estomago haciéndola caer al suelo, me coloco encima de su cuerpo para darle golpes en el rostro pero el sonido que hizo el arma cuando Dean le quita el seguro me detiene.

—Déjala —me ordenó Dean apuntando a mi cabeza.

Lentamente me levanto y me hago a un lado, ella se acerca a Dean y le susurra algo al oído, muy descaradamente le da un beso en la mejilla y se fue caminando hasta la entrada, cuando la perdimos de vista lo miro, tiene una sonrisa en su rostro.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté secando mis lagrimas.

—Necesito escuchar otras versiones de mi vida —dijo colocándole seguro al arma y guardándola en la pretina del pantalón.

—Esa mujer mato a nuestra hija —musité con dolor—. Ella le disparó a una inocente niña de ocho años que nada tenia que ver solo por su obsesión contigo.

—Espera... ¿Qué? —preguntó retrocediendo un poco.

Lo miro tratando de comprender su reacción.

—O sea que... una de las niñas que... están en esos portarretratos está... muerta —concluyó tragando en seco.

Yo asentí con la cabeza completamente furiosa, el rechinido de un auto nos distrae y vemos que los señores Harris vienen hacia nosotros a toda velocidad, aparcan su auto al lado del nuestro y rápidamente bajan.

—¡¿Qué hacia esa maldita acá, Emily?! —pregunto la señora Aura completamente alterada.

—Por favor dígame que la mató —caminé rápidamente hacia ella.

—Fallamos —dijo el señor Adrian caminando hacia nosotros, su cuerpo se ve tenso y está claramente furioso.

Todos entramos a la casa y nos encerramos en la oficina de Dean, desde que llegamos es uno de los lugares en él que no había entrado y queda prácticamente sorprendido por como está diseñado, se acerca al estante de licores en donde hay una foto de los dos cuando éramos mas jóvenes en un portarretrato plateado, yo estoy sobre él besando su mejilla y él tiene una enorme sonrisa mientras agarra mi trasero, la queda mirando un rato y después sigue hacia el escritorio, sobre la madera hay una foto mía embarazada y a cada lado de mi foto hay una foto de cada niña sonriente con él cargándolas, toma asiento frente a ellas y admira por un rato completamente fascinado, mi suegra me hace seña para que me acerque.

—Se suponía —hablé colocándome detrás de él—. Que cambiarías mi foto por una de Ethan.

—¿Ethan? —preguntó algo confundido.

—Nuestro ultimo bebé.

Y en ese momento Dean se desmaya, cae hacia atrás sobre mí y yo tengo que sostenerlo para que no me parta las piernas.

fuertes lazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora