capitulo 62

3.3K 286 12
                                    

Conducir por la carretera con los ojos llenos de lagrimas y la carretera húmeda nunca ha sido buena idea, pero en este preciso momento me da igual, estoy pagando los platos rotos por algo que se salió por completo de mis manos, no fue mi culpa lo que sucedió con Dean, no fue mi culpa que él se fuera ni que tome esa actitud con nosotros, cuando entro a la ciudad me detengo un minuto para secar mis lagrimas, respiro profundo y continuo conduciendo, entro a una zona de residencias algo económica y después de registrarme entro a mi habitación, es pequeña, en la cama apenas si caben dos personas, el baño también es pequeño y algo sucio y no hay closet, solo un tubo en la pared, cuelgo mis cosas y vuelvo a salir, necesito ayuda y solo se me ocurre una sola persona.

Llegar a casa de James no es fácil, viven en un suburbio cerrado en el cual deben anunciarme, después de cinco minutos para que verificaran mi identificación por fin me dejaron pasar, cuando llego a la casa Irina está ahí de pie cargando a su bebé, detengo mi auto y me bajo para saludarla, después entramos a la casa y mientras ella le da su comida al bebé yo tomo asiento afuera para hablar con James.

—¿Qué se siente tener vecinos? —pregunté mirando el ambiente.

—Incomodo —dijo con una sonrisa sarcástica—. Me cuesta acostumbrarme a tener que limpiar armas y contar dinero con las ventanas cerradas.

—Te entiendo perfectamente...

—Necesitas encontrar a el idiota de mi hermano ¿Cierto? —preguntó mirándome.

—Si no lo hago no podré volver ni me darán dinero.

—Bien, yo te ayudaré, pero sinceramente no tengo idea de donde está.

—Yo tampoco, si te robó dinero es porque no tiene ¿Qué tan bueno es Dean para trabajar para alguien más?

—Muy malo —James arrugó la cara en gesto de molestia—. Nunca en su vida a trabajado para alguien más.

—¿Entonces que estará haciendo? —me pregunté a mi misma.

—¿Le has preguntado al policía ese? —preguntó James.

—No, ni quiero hacerlo, la ultima vez él dijo algo que no me gustó.

—No me digas, que quiere contigo —dijo riéndose—. El tipo era demasiado obvio.

—Por eso no quiero llamarlo, estoy harta de que se propase conmigo y diga esas cosas.

—¿Te molesta? ¿Te incomoda?

—Las dos —dije cruzándome de brazos.

—Entonces tendrás que buscarlo sola, porque Irina ya tiene suficiente con que me vaya días como para dejarla sola ahora.

—¿Sucede algo acaso? —pregunté mirándolo algo preocupada.

—Es madre primeriza y mi madre no se involucrado tanto como nos gustaría.

—La entiendo... está bien —me coloque de pie—. Daré una vuelta y veré a quien mas puedo preguntarle, me despediré.

Entro a la casa y me despido de Irina y de su bebé, prometí venir a ayudarla mañana temprano.

—¿Por qué no te quedas? —preguntó ella.

—Ustedes necesitan su espacio, así que estaré aquí pero solo por unos ratos.

—Esta bien, te espero mañana.

Arranco mi auto y después de un largo interrogatorio por parte de los vigilantes llego a la avenida, conduzco despacio intentando buscar su rostro en todos lados pero no lo consigo, a las diez de la noche ya he recorrido casi todo el centro de la ciudad, cuando vuelvo a la residencia me siento frustrada pero no pierdo las esperanzas.

Después de una semana de búsqueda la frustración fue mas grande, apenas si puedo hablar por teléfono con mis hijos y ahora Irina me acompaña a buscarlo pero nada, dos semanas después ya estoy a punto de volverme loca, mi vida se había convertido en vivir del auto a la casa y de la casa al auto, un sábado en la noche no lo resisto más, después de ver el numero de teléfono de Jack en la pantalla por media hora me decido, dos timbrazos y una fuerte música fue recibida por mi oído dejándome sorda por un momento.

—¿Qué? —preguntó balbuceando, está borracho.

—Jack —le hablé tratando de medir mis palabras—. Necesito tu ayuda.

—¡¿Otra vez?! —me gritó—. ¡No me jodas!

Me colgó, miro el teléfono completamente sorprendida, lo coloco en el asiento a mi lado y enciendo el auto, llego a una gasolinera y salgo del auto para llenar el tanque, mientras espero que el medidor marque que está lleno mi teléfono suena, es él.

—¿Qué quieres? —pregunté de mala gana.

—Oye... perdón por hablarte así —ahora suena mejor—. ¿Qué necesitas?

—Ya no necesito nada...

—No seas orgullosa.

—¿Crees que después de como me hablaste voy a volver a hablar contigo?

—¡Discúlpame si! ¡No estoy bien de la cabeza en este momento! —dijo enojado—. ¿Dónde estas?

El medidor marca y desengancho mi auto, entro a la estación de servicio y le pago a la chica, cuando me doy la vuelta veo a través del vidrio a Dean subiéndose a un auto negro acompañado de un grupo de hombres con chaquetas de cuero, cuelgo el teléfono y corro hacia la salida cruzo la gasolinera.

—¡Dean! —grité tratando de detenerlo.

Dean me mira e intenta caminar hacia mí pero uno uno de los hombres lo jala y lo obliga a entrar al auto, cuando logro alcanzar al auto este arranca dejando el lugar en menos de nada, rápidamente corro a mi auto y me subo para perseguirlos, mi auto es mil y un veces mas rápido que ese y logro alcanzarlos sin mucho esfuerzo, una motocicleta se hace a mi lado y un momento después se atraviesa haciéndome frenar en seco, pierdo el auto de vista y me fijo en la persona de la moto, se coloca frente a mi auto y se quita el casco, un hombre rubio y de ojos verdes se baja de la moto y comienza a caminar hacia mí.

—¿Por qué diablos nos persigues? —preguntó mirándome tratando de intimidarme.

—En ese auto va mi esposo —dije firmemente—. Necesito hablar con él.

—¡Ah si! Dean ¿Cierto? —yo asentí con la cabeza—. Tengo entendido que él ya está divorciado así que... no pierdas tu tiempo —dijo ahora con una sonrisa.

—No te atrevas a decirme lo que debo hacer, y dile que lo estoy buscando.

—Yo no soy su maldita secretaria —el hombre se acercó a la ventanilla, casi metiendo la cabeza en el auto—. Y créeme, estoy seguro de que él no te extraña para nada.

—Solo dile que su esposa lo esta buscando —dije subiendo el vidrio.

—Bien, se lo diré —el hombre coloca los ojos en blanco—. Pero no prometo nada.

—Bien —encendí el auto apenas el se alejó.

Espere a que el tipo retirara su motocicleta y apenas lo hace me alejo a toda velocidad, cuando llego a mi cuarto mi teléfono empieza a sonar, es Jack.

—Nunca se le cuelga a quien te va a hacer un favor.

—Tuve un inconveniente —dije quitándome la ropa.

—En fin... ¿Qué necesitas?

—Es una historia larga ¿Nos podemos ver mañana?

—¿Por qué no hoy?

—Es media noche —dije mirando el reloj de la pared.

—Mañana no puedo hoy o nada.

—¿Y dónde?

—Vives un poco lejos.

—Yo no... yo no estoy en mi casa.

—¿Ah no? ¿Entonces dónde?

fuertes lazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora