capitulo 68

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Ni si quiera le respondo, me está preguntando por Ana, por nuestra hija, salgo corriendo de la habitación en busca de el primer doctor que aparezca en mi camino, en el momento en que le comento que Dean ha recordado a su hija el hombre llama al neurólogo, mientras el doctor habla con Dean yo llamo a su madre.

—¿Le sucedió algo a mi hijo? —preguntó su madre asustada.

—Recordó a Ana —le conté contendiendo mis lagrimas.

—¡¿Qué?! —gritó sorprendida.

—Despertó y lo primero que me preguntó fue por Ana.

—¡Ya vamos! —gritó ahora con emoción.

Cuelgo y espero fuera de la habitación hasta que salga el neurólogo, cuando lo hace me mira.

—Desea hablar con usted —me informó con una sonrisa.

—¿Qué mas recuerda? —pregunté inmediatamente.

—Al parecer su ultimo recuerdo fue el día en que perdieron a su hija —dijo revisando la planilla.

—¿Y le dijo? ¿Qué Ana esta...?

—no, ese es su trabajo.

—y el... ¿Él tampoco recuerda que estamos divorciados? —pregunté acercándome a la puerta.

—Creo que no porque se refirió a usted como su esposa.

Respiro profundamente y suelto el aire, camino hacia la puerta y la abro con cuidado, lentamente entro a la habitación y Dean apenas me ve entrar me sonríe.

—Me gusta ese disfraz cariño... aunque no creo que sea adecuado aquí.

No puedo evitar sonreír ante ese comentario, no había caído en cuenta de que aún tengo mi uniforme de camarera puesto.

—Dean...

Me acerco a él y tomo asiento en la cama, a su lado.

—Necesitamos hablar de muchas cosas —agarré su mano—. Cosas que no te gustarán.

—No me gustó como dijiste eso.

—Tus padres vienen para acá así que esperaremos a que ellos lleguen y...

—No —dijo firmemente—. Lo que sea que suceda quiero que tu me lo digas.

—Yo sola no puedo hacerlo —dije dejando salir una lagrima.

—No sobrevivió ¿Verdad? —me preguntó con ceño completamente fruncido.

Y yo niego con la cabeza, veo como poco a poco su rostro palidece y sus ojos pasan de ser verde azulados a rojos por las lagrimas, comienza a llorar desconsoladamente y eso me provoca el llanto a mí, siento su dolor, su forma de gritar me recordó a ese momento y eso me lastima aún más, cuando logramos tranquilizarnos él aprieta mi mano con fuerza.

—La mataré cariño, te prometo que la mataré —dijo con su voz llena de ira.

—Dean eso no... eso no es todo.

Él iba a decir algo pero la puerta se abre de golpe y su madre aparece obligándome a apartarme para que ella lo abrace.

—¡Mi hijo! Por fin volviste a la normalidad!

—¿Qué diablos esta pasando? —preguntó Dean mirándome muy confundido.

—Emily, será mejor que te vayas —me susurró el señor Adrian.

—Ella no va a ningún lado —ordenó Dean con fuerza mirando a su padre—. Todos, absolutamente todos, me van a explicar ya mismo que es lo que está pasando.

fuertes lazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora