capitulo 5

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—Acostaré a su madre y vengo a vigilar que tengan sus pijamas listas —les dijo Meiling.

—¡Bueno! —gritaron las niñas antes de cerrar la puerta.

Mientras me coloco el pijama Meiling comienza a insultar a Marta quien por suerte dormirá en la parte de abajo, tuve que dormir en el segundo piso ya que ella se negó a abandonar esa habitación.

—¡Y no la pongo a cocinar porque solo Dios sabe que veneno le echaría a la comida esa maldita bruja! —gritó Meiling después de ayudarme a acostar.

—La odio, en serio la odio —solté un suspiro—. Solo espero que estos meses pasen rápido para poder volver a casa y regresar a la normalidad lejos de esa mujer.

—No se deje llevar por sus palabras, pequeña, Dean no permitirá que un par de niñas se conviertan en asesinas y mucho menos sin son sus hijas.

—Tendré que hablar con él para el cumpleaños de las niñas y dejarle las cosas claras con su abuelo.

—Me parece lo correcto, por cierto mañana ire al pueblo con las niñas y el abuelo a buscar las decoraciones del cumpleaños de las niñas así que...

—Así que me quedaré a solas con ella.

—Exacto.

—Perfecto, aclararé muchas cosas con esa maldita.

—¡¿En serio el abuelo dijo eso?! —gritó Dean al otro lado del teléfono.

—No quiero que él presione a las niñas a esto, no quiero esto para mis hijas —dije tratando de calmarlo un poco.

—Yo tampoco quiero eso cariño.

—Quiero que ellas se superen, que estudien, que vayan a la universidad, quiero que lleven libros en su bolso en vez de un arma.

—Son niñas muy inteligentes cariño no permitiré que el abuelo las involucre en esto.

—Te lo agradecería mucho —dije cubriéndome con la colcha—. Te extraño, no logro dormir bien sola.

—Yo también te extraño —lo escucho suspirar—.  Pero ya pasado mañana te veré y podre saber cómo esta nuestro bebé ¿Cómo te has sentido?

—¿Quieres la verdad?

—Siempre querré la verdad.

—He estado algo estresada, el asunto de tu abuelo queriendo entrenar a las niñas y tu tía dedicándose a criticarnos es algo que no me está haciendo bien.

—¿Qué te dice esa bruja? —preguntó él totalmente serio.

—Que la única forma en que puedo evitar que mis hijas hereden el negocio es divorciándome de ti.

—Eso no pasará, nunca permitiría que te fueras de mi lado —dijo él de forma cariñosa.

—¿Me lo prometes?

—Si cariño, te lo prometo, ahora ve a descansar, mañana sé que será un día largo para ti y necesito que tú y mi bebé estén bien.

Después de una larga despedida con Dean me quedo dormida casi inmediatamente, a la mañana siguiente después del desayuno el abuelo salió con las niñas y Meiling por lo tanto me quedo sola con Marta, mientras me encuentro en la habitación la llamo pero la mujer demora en venir y eso en definitiva me desespera, cuando por fin decide hacerlo está vestida demasiado elegante para estar en el campo.

—¿Qué quieres? —preguntó ella de mala gana parándose de forma arrogante del marco de la puerta.

—No quiero volver a escuchar un comentario tuyo respecto a mi familia y mi matrimonio —dije de manera firme—. No me interesan tus comentarios pero son molestos.

—¿Qué te hace si quiera pensar que te haré caso? —preguntó mirándome con una ceja levantada.

—Sabes que ni Dean, ni tu hermano, ni tu propio padre te perdonarían si le pasa algo a mi bebé.

—¿Acaso ellos se tienen que enterar que fui yo? —preguntó ella mirándome con el ceño fruncido.

Eso me asusta un poco.

—No te atreverías —le mascullé intentando sonar amenazante.

—Te daré un consejo Emily, Dean no te protegerá para siempre ni mi familia tampoco ya que tu solo eres la zorra de un Narco, solo será cuestión de tiempo para que Dean se aburra de ti y solo tendrás que cometer un error para que esta familia te odie.

—Eso no sucederá, te lo puedo asegurar —le aseguré con una sonrisa.

—Yo de ti borraría esa sonrisa de tu cara, la familia solo está emocionada contigo porque creen que lograste amarrar a Dean con un varón, pero él es un león y eso nunca cambiará porque querida, donde le sirvan el comerá y no le importará si tiene una familia.

—Él ya no es así.

—¿Estas segura? —preguntó ella con una sonrisa malévola.

—Claro que estoy segura.

—Entonces llámalo y averigua donde está, puede que la respuesta no te guste.

Antes de retirarse se da la vuelta y me mira sobre el hombro.

—Y por cierto... si quisiera hacerle daño a tu bebé, comenzaría haciéndotelo a ti, para que no hayan testigos.

Y sin más se retira dejándome completamente estática y consternada, cubro mis cuerpo por completo con la sábana y respiro profundo varias veces, no caeré en su juego, confío en mi esposo y la vida me ha enseñado a ser demasiado cautelosa como para cometer errores, de repente comienzo a sentir sueño y cuando mi cuerpo está alcanzando el siguiente ciclo de sueño escucho fuertes pasos subiendo las escaleras, me quito la sábana del rostro y me encuentro con un par de ojos azul verdoso mirándome fijamente con una sonrisa.

—¡Mami! ¡Te extrañamos mucho! —gritaron al tiempo mis dos princesas.

—Yo también las extrañé mis pequeñas —dije atrayéndolas a mí para abrazarlas—. ¿Cómo les fue? ¿Consiguieron todo lo de la fiesta?

—¡Sí! —exclamó Anastasia—. Todo será azul.

—Yo quería todo rosa —dijo Elizabeth haciendo puchero—. ¡Pero mi abuelo me compró un vestido rosa!

—Te trajimos algo, mami —dijo Anastasia con una sonrisa.

—¿Sí? ¿Y qué es? —pregunté algo emocionada.

Las dos caminan hacia el pasillo y cuando vuelven tienen una bolsa de alguna tienda de maternidad.

—Meiling nos ayudó —admitió Anastasia.

—¡Queremos que te veas linda para papá! —dijo Elizabeth con emoción.

—¿Y ustedes me peinarán y me dejaran linda? —pregunté con una sonrisa de oreja a oreja al ver el hermoso vestido que las niñas y Meiling habían escogido, era blanco ajustado en el pecho pero caía suelto y con tela de chiffon.

—¡Sí!

—¡Niñas! ¡No organizaron su cuarto! —gritó Meiling furiosa.

Las miro con el ceño fruncido y esas dos rápidamente corren hacia su cuarto, Meiling aparece con una taza llena de manzanas verdes picadas con sal y pimienta encima, se me hace agua la boca enseguida.

—¿Puede creer que las niñas agarraron todos los juguetes y los metieron debajo de la cama? —se quejó entregándome la taza y negando con la cabeza.

—Sí, te lo creo, ellas siempre hacen eso y Dean no me ayuda a corregirlas.

—Lo sé, también lo regaño a él cuándo lo veo recogiéndoles el desorden ¿Cómo te sientes mi niña?

—Algo adormecida sinceramente.

—Pues descansa mientras hago el almuerzo.

—¿Marta está por ahí?

—No, esa mujer salió justo cuando veníamos entrando y dijo que no dormiría acá hoy.

—Perfecto, hablaré con el abuelo en la noche —dije metiendo un pedazo de deliciosa manzana verde a mi boca.

fuertes lazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora