—Si te lo digo tu armaras un problema.

Iba a responder cuando escuchamos a alguien llamando a Dean.

—¡Harris! —gritó un hombre gordo y canoso—. La carrera comienza en media hora.

—¡Lo sé! —gritó Dean provocando que el hombre se fuera.

—Espera ¿Correrás? —pregunté incrédula.

—Necesito dinero —se justificó mirándome.

—¿Acaso estas loco? puedes morir —dije intentando llamar su atención.

—¡Para ti es fácil porque mis padres te dan dinero! ¡A mí me bloquearon las cuentas y necesito vivir de algo!

—¡No me grites! —le espeté silenciándolo enseguida—. Y no, tu padre bloqueó la tarjeta familiar y no lo activará hasta que vuelvas a casa.

—¿Estas diciéndome que si vuelvo a casa me volverán a dar dinero? —preguntó acercándose un poco.

—Eso no lo sé —di dos pasos hacia atras.

—¿Acaso sucede algo? —preguntó estirando su mano para tocar mi rostro pero rápidamente la aparto devolviéndola a su costado.

—Así que sexo en un auto ¿Eh? —pregunté mirándolo fijamente con una ceja levantada.

Dean me mira con los ojos abiertos y después comienza a negar con la cabeza.

—¿Todavía sigues hablando con ese maldito policía?

—Gracias a él pude dar contigo —dije firmemente—. Así que solo vamos a casa y ya.

—No puedo irme así con así, tengo que correr y lo del arresto yo...

—No quiero escuchar tu increíble historia pasional con la mujer que asesinó a mi hija.

—Querrás decir nuestra hija —me aclaró él, como si yo lo necesitaba—. Y yo no me acosté con esa mujer, solo déjame explicarte.

—No quiero explicaciones, solo termina la maldita carrera y vámonos —le pedí caminado hacia la multitud.

—No —agarró mi mano y me jalo otra vez al borde del acantilado—. Yo de verdad necesito que me escuches y sobre todo que creas en mí.

—¿Por qué te importa lo que piense yo? —pregunté mirándolo algo confundida.

—Porque creo que te amo... —dijo sin quitarme la mirada.

—¡No juegues! —sacudí mi brazo para obligarlo a que me suelte.

—No estoy jugando — me agarró con suavidad de los hombros y acercando su rostro al mío—. No dejo de pensarte por alguna razón aún dormido y yo... no entiendo lo que siento cuando te veo y por mucho que intento alejarme de ti mi mente no me permite olvidar tu rostro.

—!Que tierno! —dije con una sonrisa que rápidamente desapareció—. Pero no te creo nada, y mucho menos cuando te has acostado con casi todas las mujeres en este lugar.

—No me he acostado con nadie desde que estuvimos juntos.

Lo miro con la ceja levantada.

—Eso no es lo que he escuchado y aparte lo de Mariana.

—¡Lo de Mariana no sucedió como dice el informe! —exclamó Dean empujando mi cuerpo contra una de las paredes de la bodega y arrinconándome con su cuerpo—. Solo escúchame.

—Esta bien pero suéltame, me haces daño.

Dean me suelta y nos sentamos en el suelo, yo apoyando la espalda a la pared y Dean frente a mí.

—Tienes quince minutos —mire el reloj.

—yo tuve que llevar una encomienda de un amigo de papá, el jefe de una banda aliada —me miró—, necesitaba dinero y él me ofreció algo medianamente estable, tenia que conducir por una carretera y cuando me faltaban unos kilómetros para llegar al sitio de entrega ella apareció en medio de la oscuridad, se atravesó y por poco la atropellé, cuando vi su rostro supe quien era y quise arrancar pero la muy loca se subió al capo gritando mi nombre, salí del auto para bajarla y cuando quise ver me apunto con un arma haciéndome retroceder, intente quitarle el arma pero saco un cuchillo y me alcanzo a lastimar —me mostró el corte de su brazo—. Abrió la puerta del auto y quería que entrara pero yo me negué y la lunática comenzó a desvestirse.

—¿Escuchó acerca de tus problemas para excitarte? —pregunté mirándolo.

—Eso no es gracioso, pero probablemente si, cuando quise ver estaba en ropa interior y yo tenia un cuchillo en mi cuello, me arrojo dentro del auto y se subió sobre mí pero te juro que intenté alejarla, en ese momento la policía llego y todo se complico.

—¿Y cómo puedo confiar en lo que tu dices?

—Pues dile al estúpido policía que te muestre el vídeo de la cámara de seguridad ¿Por qué crees que yo estoy libre y ella no?

—Le diré —dije colocándome de pie.

—Emily yo de verdad lo siento, siento haberte rechazado de esa forma y de alejarme de ti  se colocó de pie junto a mí—. ¿Por qué firmaste el divorcio?

—Yo no lo firmé, dejé el papel en casa de tus padres y de un momento a otro desapareció.

—No... tu enviaste el papel con un mensajero —se detuvo al mismo tiempo que yo.

Los dos intercambiamos miradas, algo definitivamente no está bien.

fuertes lazos Where stories live. Discover now