Pareja oficial

80.7K 3.3K 546
                                    

Esa mañana, Nico había insistido en quedarse en Sicilia alegando que no quería ser un estorbo para el amor, aunque luego nos había confesado que había quedado con Oscar y sus amigos para tomar unas copas en un bar.

—Creo que es gay. —Me había dicho guiñándome un ojo y haciéndome reír.

—¿Estás seguro? Lo he visto mirar mucho a Stella. —Le advertí. Él negó moviendo el dedo índice a la par que la cabeza.

—Piénsalo. No se apartaba de mi lado, me dio su número de teléfono y me va a presentar a sus amigos. —Reí.

—Es italiano, Nico. ¿No tienen fama de ser siempre cariñosos y amistosos? —Él me miró con ambas cejas en alto.

—Alessandro es italiano.—Lo pensé durante dos segundos.

—Sí, tienes razón. Pasadlo bien.

 Así, nos habíamos visto envueltos en un viaje de cuatro, en el que nadie quería hacer o decir nada que dejase a la vista nuestra preferencia a la hora de ir en parejas. Habíamos pasado varios minutos decidiendo cómo nos sentaríamos en el avión, moviéndonos entre el "da igual, como queráis vosotros" y el "¿con quién prefieres ir tú?", y vuelta a empezar. Al final nos habíamos echado a reír de pura desesperación hasta que Filipp se decidió.

—Si seguimos así perderemos el avión, y sólo son veinte minutos de trayecto así que, Daniella, ¿vienes conmigo? —Su pregunta me tomó completamente desprevenida.

—Sí... sí, claro. ¿Te importa ir con Alessandro, Lizz? —Mi amiga negó con la cabeza sonriendo levemente. Miré rápidamente a Alessandro que me sonrió tranquilo antes de mirar a Filipp y asentir con un muy ligero disimulo.

Una vez que el avión estuvo en lo alto miré a Filipp tratando de descifrar el porqué de su decisión. Él volteó hacia mí y me sonrió con cariño.

—Tenemos una charla pendiente —Asentí lentamente y él amplió su sonrisa—. Podemos empezar por que tu padre y la tía de Alessandro son marido y mujer.

—No somos primos. —Dije rápidamente.

—No, sé que no —Rió—. Es sólo que... ¡quién se lo esperaba! —Respiré aliviada.

—Sí, es una locura.

—Lo es. —Dijo él mostrándome su pequeña sonrisa de duendecillo—. ¿Sabías que Alessandro estaba coladito por ti cuando éramos niños? —Me ruboricé con violencia y negué con la cabeza. No podía decirle que había escuchado su conversación, y aun así escucharlo de forma directa revolvía todo mi interior—. Luis le enseñaba tus fotos. Sólo con eso ya se había enamorado —rió—. En su casa había un álbum con tus fotos y ¡nunca me las dejaba ver! Te quería sólo para él.

—S-sólo eran cosas de niños. —dije sintiendo que mi cara ardía.

—No serían cosas de niños cuando aún hoy en día te sigue queriendo sólo para él. —Lo miré sin saber qué decir, pero él sonrió relajando mis nervios—. Oye, Nella, sé que una vez te dije que te quería y eso no ha cambiado —sentí una punzada de dolor que, por fortuna desapareció tan pronto el rubio me aclaró:—, pero no te quiero de la forma que creía. Como te dije una vez, los amigos también se quieren, y tú eres mi amiga, mi mejor amiga y siempre me tendrás para lo que necesites.

Supe que sus palabras eran sinceras y le sonreí feliz.

—Me conformo con que estés detrás de mí cada vez que tropiece. —Filipp rió.

—Así será.

Nos mantuvimos unos minutos en silencio, disfrutando de la calma que nuestra pequeña conversación nos había proporcionado, pero yo aún no podía dar la charla por finalizada, no hasta que saciase mi curiosidad.

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu