¿¡Tú!?

64K 2.8K 730
                                    

Una vez más los guiones cortos me amargan la vida. ¬¬ Juro que escribo usando los largos, pero publico el capítulo y automáticamente se cambian!

Lo lamento mucho, pero no sé qué hacer para que no ocurra esto. Si tú sabes cómo arreglarlo, por favor déjame la solución en los comentarios! T-T Gracias.

------x-----


Había pasado una semana desde que me habían secuestrado, y cada vez que estaba sola, podía sentir aún el metálico frío de la pistola apretándose contra mi espalda.

A veces, cuando mi mente traicionera se empeñaba en hacerme revivir aquella experiencia, se me antojaba tan irreal que casi podría jurar que había sido sólo una pesadilla.

Me había despertado al día siguiente en el hospital, sin recordar qué había pasado después de ver a Alessandro entrando en aquella oscura habitación, como un espejismo, un pequeño sueño dentro de mi pesadilla. La doctora había dicho que había pasado varias horas estado de shock; habían tenido que inyectarme un tranquilizante para lograr que me relajara y pudiera dormir, y por eso no podía recordar.

Pablo se encontraba bien, por fortuna, y yo no tenía nada más grave que unos cuantos moratones y arañazos, sin contar con la herida de mi rodilla, que todas las tardes era tratada y vendada por las expertas manos de la señora Pots, pero Alessandro y Axel no habían tenido tanta suerte.

--Esto ya está listo, señorita Giannetti. Nos vemos mañana a la misma hora. ¡Y no se olvide de tomar el antinflamatorio!

--Gracias, señora Post.

Ya nadie se molestaba en ocultar mi apellido. Algunos lo decían con incredulidad, otros con respeto y sólo unos pocos, que seguramente ya estarían al tanto de mi secreto, lo decían con naturalidad. Axel habría dicho mi nombre completo con énfasis, casi con orgullo, queriendo presentarme de nuevo a la clase, exponiendo aquella sonrisa ladeada que denotaba te tramaba algo. Lo extrañaba.

Había sido muy duro para mí, entrar en su habitación y verlo allí, tendido sobre la cama, inmóvil y pálido. Le habían disparado por mi culpa. Yo era la culpable de todo.

Me acerqué a él con lágrimas en los ojos y me tiré sobre su pecho, abrazándolo con fuerza, pidiéndole perdón una y otra vez.

--¡Ay! ¡Dani, mi hombro! --Se quejó sacando una pequeña sonrisa de su mueca de dolor.

Me levanté enseguida y le sonreí entre lágrimas.

--Mejor abrázame por el otro lado.

Hablaba con voz ronca y cansada. Le habían roto dos costillas, un dedo y tenía gran parte del cuerpo magullado. También había perdido mucha sangre, pero después de pasar por el quirófano para sacar la bala de su omóplato y de una transfusión de sangre, se estaba recuperando.

Los médicos habían dicho que se había desmayado por el dolor y la fuerte impresión de recibir un disparo, pero él insistía en que sólo se hacía el muerto, esperando el mejor momento para atacar de nuevo.

--¡Cariño, acaban de operarlo! --Habló mi madre, aún nerviosa y temblorosa.

Tenía los ojos enrojecidos por lo mucho que había llorado y unas sombras azuladas bajo sus ojos, fruto de la noche en vela que había pasado. Entre mi secuestro y luego con Axel en la sala de operaciones, había pasado el peor día de su vida.

No había sido fácil convencer a mis padres de que me dejasen volver al internado después de aquello, pero con Pierre y sus hijos en la cárcel, y la prensa siguiéndome los talones, eso era lo mejor.

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Where stories live. Discover now