Filipp

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ϟ ..ઇઉ..ϟ

POV FILIPP.

Me sentía nervioso e intranquilo.

El partido del viernes abría la temporada de baloncesto compitiendo contra el instituto San Raphael, y era muy importante que hiciese un buen juego si no quería terminar siendo la mascota del equipo.

El partido era amistoso, una prueba de fuerza, sin embargo, con él nos lo jugábamos todo; la capitanía del equipo se decidiría después de ese partido, y yo la quería; nos jugábamos el honor, debíamos demostrarles a los del San Raphael que ese año no sería tan fácil para ellos ganar el torneo de baloncesto; pero sobre todo, me jugaba el poder cumplir la promesa que me había hecho a mí mismo, y que debía motivarme a ganar, pero, en vez de eso, con el paso de los días me iba poniendo más y más nervioso.

Aquella prosesa podía hacer que las cosas con Daniella cambiasen de una vez por todas.

¡Me había dado fuerte con ella!

Me encantaban sus grandes ojos azules, su sonrisa , sus labios gruesos y sus piernas. ¡Madre de Dios, que piernas! Me gustaba aquel caracter enérgico y alegre; cuando ella reía, su cara se iluminaba, y provocaba una sonrisa en todo aquel que estuviese a su alrededor.

Ella me atrapaba por completo, y en aquel momento, en el que necesitaba toda mi concentración, eso no era bueno.

Me había reunido con Alessandro en su habitación; quería charlar un poco con mi amigo, aliviar mis nervios y conseguir que él se olvidara de sus problemas por un rato, pero llevaba ya diez largos minutos con el móvil pegado a la oreja, discutiendo precisamente con su mayor problema: su novia

¡Era tan fruntante verlo así! Aquella mujer no le hacía ningún bien.

— ...Te digo que no te engaño con nadie Rosetta... No... No me fui por eso, lo hablamos mil veces, tú sabes que el internado... Rosetta, tú también podrías estar engañándome con otro. Tú también estas lejos y yo no te acuso... No, no estoy diciendo que me engañes, yo sólo... Confío en ti, solo digo que... Sé que no volvió a pasar... Sí... Está bien, no trabajes demasiado... Sí... Adiós.

Y por fin, terminó la llamada. Alessandro se apoyó en la pared masajeándose la sien.

—Esa mujer acabará contigo —Me miró cansado. Nunca entendería porque se empeñaba tanto en que su relación con Rosetta siguiese a delante. ¡No tenían más que problemas y discusiones! Y encima, ella lo engañaba—. Alessandro, ¿por qué no terminas con esa relación?

—No es tan sencillo Filipp, yo... llevamos juntos dos años y...

—¡Describe dos años! —Bufé levantando ambas cejas—. Tú en Sicilia, ella en Venecia... ¿Cuántas veces os habéis visto en ese tiempo?

—Tres. —Respondió en tono bajo.

—Para acostaros.

—Pero hablamos por teléfono casi todos los días.

—¡Ya! De eso nos enteramos todos... —Suspiré. Mi amigo se estaba jodiendo con su decisión de permanecer con ella y debía entenderlo—. Alessandro...

—Alessandro nada, Filipp. Yo... no sé si pueda permitirme perder a alguien más —Le di una palmada en la espalda, esperando transmitirle que sentía su dolor—. Ella me distrae y aunque estemos lejos, de algún modo ella me hace compañía.

—Compañía.... ¿Cómo un perro? —Me miró enfadado y yo reí—. Perdóname, Alessandro, pero la lechuga que me comí hoy demostraba más amor por mí del que tú por Rosetta. ¿Ella te quiere?

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Where stories live. Discover now