Salvada

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ϟ ..ઇઉ..ϟ

Ya habían pasado tres semanas desde aquella fatídica noche, y Alessandro aún no me dirigía la palabra; no teníamos muchas clases juntos y en las pocas que compartíamos, a duras penas me dedicaba una mirada.

Durante las comidas, se mantenía en silencio o escribiendo continuamente en su móvil. No lo veía los fines de semana en la sala común, ni en los jardines, ni en la pista de fútbol. Tampoco habíamos vuelto a coincidir en la lavandería, y cada noche que me asomaba al balcón decidida a bajar a su habitación para poder disculparme, veía luz apagada y mi deliberación se esfumaba. 

Estábamos otra vez como al principio.

Ya estábamos terminando el mes de octubre, y la proximidad del invierno se hacía notar con fuerza en el cielo de color grisáceo, el viento helado y los continuos días lluviosos. Aquella mañana, me había despertado temprano y había salido a correr para cargarme las pilas, aunque, con la cantidad de ropa que tenía que llevar puesta contra el frío, parecía más una albóndiga rodando que otra cosa.

Volví a mi habitación y me despojé de las capas y capas de ropa, para ducharme con agua bien calentita y vestirme para ir a clase. Combiné el uniforme con unas medias gruesas de color gris, que me llegaban por encima de la rodilla; un jersey gris claro con pequeños brillantitos y, aún a mayores, me puse la chaqueta azul marino con el escudo del internado y una bufanda blanca; me calcé con mis botas de agua y salí para encontrarme con Alina, que me esperaba en el recibidor de nuestra planta.

Bonjour, amie.

—Buenos días, Ali. ¿Cómo te encuentras?

—Mejor, merci —Contestó feliz. La morena había pasado unos días sin venir a clase, pues había estado constipada, como muchos otros alumnos del centro—. ¿Cómo van las cosas, Nella? ¿Sigue Susan molestándote? —Suspiré con pesar y negué con la cabeza quitándole importancia al asunto.

Había pensado que la pelirroja no podía ser mucho más irritante de lo que ya era, pero la situación empeoraba con cada día que pasaba; todo había empezado a base de malas miradas, luego alguna que otra mala palabra, después, directamente todo eran palabras despectivas y burlas.

Pronto empezaron los "accidentes". Un vaso de zumo sobre mi cabeza, uno de café sobre la falda, un plato de spaghetti contra mi camisa... Todo esto seguido de un falso "Ups, no te había visto", o su versión mejorada, "Además de pobre, torpe". Curiosamente, siempre se iniciaba el espectáculo cuando Filipp y los demás no estaban presentes; sólo Drew había presenciado alguno de nuestros encuentros y se había puesto como una fiera a atacar a Susan, que lejos de sentirse mal, lo miraba con sorna. 

Las pocas veces que esto había ocurrido, le había hecho prometer al moreno que no se lo diría a los demás, y aunque tenía que insistirle mucho, siempre me juraba que no lo diría.

No importaba cuanto fingiera yo que nada ocurría, eso que decían de que los abusones se cansaban cuando uno no les hace caso era pura mentira. La pelirroja estaba loca de remate. ¡Incluso había ido a quejarse con la directora, presentando una serie de firmas de varios alumnos que tampoco querían estudiar conmigo! Y lo último había sido una "accidental" zancadilla, que había amoratado mi rodilla izquierda, seguida de un "¡Mira por dónde vas, becada!"

Y, ¿qué había hecho yo?

Nada; como cada una de las veces. Absolutamente nada a parte de aguantar y morderme la lengua para no estallar. No quería ser como esos hijos ricos que no hacían más que repetir: "¡Tú no sabes con quién estás hablando! ¡Tú no sabes quiénes son mis padres!"

Mariposas eléctricas ©   (En edición)Where stories live. Discover now