- Espero que tengas una buena cena con mi madre.- Iba a pasar rápidamente por su lado cuando él se movió y se interpuso en su camino.

- ¿Quién te lleva y quién te trae?- La miró fijamente, tenso.

- No es tu problema.- Sebastian levantó una ceja y se quedó mirándola, todavía queriendo respuestas. Dudó en sí decirle, y se decidió por hacerlo, con una sonrisa.- Tom.

Sebastian asintió con la mandíbula apretada, queriendo hacer parecer como si había entendido.

- Voy.- Elizabeth lo miró esta vez, sorprendida e indignada. Sin embargo se encogió de hombros, sin darle mucha importancia.

- Ese es tu problema.- Y sonrió, sarcástica. Volvió a intentar pasar por su lado y Sebatian la tomó del brazo, impidiéndole nuevamente caminar.

- Y vas y vienes conmigo.- Ésta vez si se enfureció ¿Quién pensaba que era?

-Sigue soñ-

- ¡Señora Adams, yo llevaré a Elizabeth y la traeré, así usted puede estar más relajada!- El mayor sonrió, levantando un dedo, esperando la respuesta.

- ¡Si Seb! ¡Gracias! ¡Confío mucho más en ti que en ese tal Tom!- Y el mayor volvió a sonreír pícaro, dejando libre a la menor que lo único que podía hacer era insultarlo.

- Te espero abajo, no te tardes.- Y la dejó ahí parada, bajando rápidamente las escaleras, dejando por todo el lugar su olor a colonia cara, pino y cuero.

Elizabeth respiró hondo, odiando por un momento a su madre, aunque ella no tenía la culpa de nada. Cerró su cuarto y bajó, se despidió rápidamente y esperó unos minutos, por lo menos haría que el mayor se enfadara.

Por fin salió y se llevó una gran sorpresa cuando el Jaguar de siempre no la esperaba estacionado. Esta vez la Ranger Rover negra e impotente que modelaba para ella lucía perfecta. Luces azules led iluminaban los guarda fangos, lo que hacía que se viera tres mil veces mejor. Los vidrios estaban arriba y a diferencia de la mayoría de los carros, estos eran polarizados.

Siguió caminando, intentando no demostrar mucho lo tanto que le había sorprendido el carro y lo tanto que le encantaba.

Abrió la puerta y la sorpresa fue mayor. El lugar estaba iluminado tenuemente por luces azules que salían del tablero y de la parte de abajo de los asientos. El interior estaba frío, haciendo que el olor a cuero y menta fuera mucho más fuerte. Estaba totalmente enamorada.

- ¿Tendré que esperar toda la noche?- Rodó los ojos y se montó, todavía admirando disimuladamente el lugar. Miró al conductor y aunque quiso pensar lo contrario, Sebastian se veía demasiado caliente así vestido y en ese asiento. Cerró los ojos e intentó relajarse.

Sebastian comenzó a manejar y prendió el equipo de sonido haciendo que una canción con un bajo fuerte pero lento le diera más poder a todo.

Llegaron al lugar después de no hablar en todo el transcurso. La fiesta era un tanto más reservada, por lo que aunque habían muchas personas, el ambiente estaba tranquilo. Sebastian estacionó y bajaron, con unos cuantos pares de ojos observando toda la escena.

Elizabeth pensó que su "guardaespaldas" comenzaría a coquetear desde la entrada, pero cuando lo miró el tenía la vista fija en ella. Apartó la suya y siguió caminando, no queriendo pensar en lo que le había hecho sentir.

Sebastian Stan One ShotsWhere stories live. Discover now