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El viaje de vuelta del hospital fue silencioso. Ni siquiera él, que siempre tenía algo que decir, se atrevía a abrir la boca. El padre de su amiga iba en el asiento del copiloto, dando instrucciones al taxista. El ramo de flores entre la chica y sus propias piernas lo  golpeaba y le recordaba que eso había ocurrido realmente.

Ella se sujetaba el brazo, vendado por completo, y miraba hacia el infinito a través de la ventana. Era su manera de decir que quería hacer como si nada hubiera sucedido. Se lo dejó más que claro en aquel accidente que tuvo lugar años atrás. La estrategia era la misma, aunque con una pequeña variante: ese último incidente lo había provocado ella para enfrentarse a un problema del que nunca comentó nada.

No sabía si sentirse furioso, triste o ambas cosas a la vez. Se acordó de esos ojos azules, desganados y casi vacíos, y de lo sucio que parecía su cabello negro cuando lo acarició por enésima vez antes de despedirse, aunque no se diera cuenta de que se marchaba desde su profundo sueño. Miró a su amiga de nuevo, y luego a la Nada, a través de la ventana. Quizás no decir nada fuera la mejor decisión en aquel momento.

Cucarachas BlancasWhere stories live. Discover now