Capítulo 67 ♡

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Estoy contenta, podría decirse que después de días de desazón, vuelvo a sentir un poco de felicidad. Un poco de esperanza. Adrien no me ha engañado, entonces puedo confiar en él. No me ha mentido, no jugó conmigo. Y saber ello hace que todo, todo cambie.

—¡Mamá, voy a salir!— anuncio desde el umbral de la puerta, con un pie a fuera.

—¡Espera!

Me detengo, y veo a mi madre salir de la cocina.

—¿A Dónde vas? Pronto va a oscurecer.

—Tengo que ir… a— No quiero mentir, no quiero mentirle nunca más—. Tengo que ir  a ver a Adrien, debo hablar con él.

Mi madre me escruta con los ojos bien abiertos. No sabe mucho acerca de lo que ha sucedido conmigo y con Adrien. Pero sabe que ya no estamos juntos,  me ha visto deprimida todos estos días, y sabe perfectamente que él es la razón.

—Por favor, prometo no venir muy tarde.

Mi madre suspira.

—¿Estarás bien Liz?

—¡Claro que sí!— contesto con entusiasmo, respiro hondo y con menos euforia añado—. Sólo hablaré con él, y luego volveré a casa. Pero todo estará bien.

—Bueno, anda, ve— Desiste mi madre, sonriéndome al final de la oración.

Sonrío, y me acerco a ella para darle un abrazo antes de salir corriendo.
Creo nuevamente que es posible hacer realidad lo que soñamos juntos, Adrien y yo. Creo que podemos ser felices, después de todo, Roxi ya no estará para meterse en nuestros asuntos, y Andrea, bueno  a Adrien le tiene sin cuidado Andrea. Y a mí tampoco me importa ella. Tampoco él tendrá que preocuparse por Dante, oí que conoció a una chica y ha decidido comenzar algo con ella. Tal vez sólo tenga que ocuparme de hablar con Nicolás. Pero sé que él comprenderá. No parece ser una persona rencorosa.

Sí, todo mejorará. A partir de ahora las cosas se acomodarán.

***

Llego al apartamento de Adrien, y subo a las corridas las escaleras que me separan de su residencia. Mi apuro no me ha permitido esperar por el ascensor.

El corazón me palpita con fuerza en el pecho, y no sólo por haber estado corriendo, sino también por la euforia, la ansiedad y los nervios. Necesito ver su rostro y llenarlo de besos. Pero no, es todo demasiado abrupto, y sé que debemos primero hablar sobre lo que Roxi me ha dicho, y luego recomponer la relación.

Toco la puerta y espero.

Pasan segundos, y nadie viene a atender.

Mierda, espero que todo esté bien, que él esté bien.

Observo la hora de mi celular, son las ocho y media de la noche. No es demasiado tarde.

Vuelvo a tocar, pero pasan los segundos y nadie me responde.

Cuando estoy por rendirme, e intentar abrir la puerta por mi cuenta, esta se abre, y dándome una extraña sorpresa.

—¡Liz! ¿Qué tal?

La figura bien agraciada de Jennifer y su casi perfecto rostro me reciben.

—Ah, hola— digo con desconcierto.

Ella continúa con una sonrisa.

—Está… vine, a…— tartamudeo.

—¿A ver a Adrien?— dice con suspicacia.

Asiento.

—Sí.

Bueno, es obvio que sí me aparezco en la puerta de su apartamento es porque vengo a verlo a él.

Mirarte Dolía |CompletaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora