Capítulo 28 ♡

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Siento un pequeño un nudo en la boca del estómago, que hace que no pueda tragar siquiera, intento relajarme, pero me es imposible hacerlo bajo el silencio lúgubre que predomina en la sala de espera, de la clínica clandestina.

Si yo me siento nerviosa y con una terribles ganas de salir de este sitio lo antes posible, no quiero pensar como estará Vic: sus ojos están vidriosos, y su mirada perdida. Está sentada a mi lado, esperando el momento en el que la llamen. Luego no habrá marcha atrás. Quisiera decir que está segura de lo que va hacer, pero no la veo tan segura como cuando me anunció que se haría el aborto, ese mismo día que me contó sobre su embarazo.

—¿Estas bien?—le susurro.

Tiene ambas manos sobre su vientre, voltea su mirada llena de pánico hacia a mí y jadea.

—No—dice—. No lo estoy, estoy aterrada.

Trago saliva, y vuelvo mi mirada hacia la puerta.

—Aún podemos irnos...

Niega con la cabeza.

—No—dice, y se refriega los ojos adelantándose a las lágrimas que pretendían salir—. Lo haré.

Una mujer con mambo blanco sale de una habitación, lleva con ella un camisón de color celeste.

Posa su mirada en nosotras y pregunta:

—¿Quién de las dos se hará la intervención?

—Yo—responde Vic en murmullo.

La mujer la mira con una mueca y extiende ante ella el camisón.

—Ponte esto, los baños están allí, y luego entra directamente a la habitación número 4.

La mujer se marcha, y en ese momento, una chica de unos veinte años sale de una de las habitaciones que están en el pasillo contiguo.

La chica esta pálida, y camina adolorida, tiene exactamente la misma expresión que Vic.

Vic me da un abrazo antes de ponerse de pie para ir a cambiarse, la abrazo fuerte y estoy tentada de volver a recordarle que aún estamos a tiempo de márchanos, pero me callo. No quiero interferir en su decisión. No quiero persuadirla, sé que ella sabrá hacer lo correcto después de todo.

Mis ojos siguen a Vic, cuando sale ya vestida y la veo perderse en el pasillo que lleva a la habitación que le han indicado.

Suspiro cuando escucho la puerta cerrarse, y me quedo allí sola rodeada de aquel silencio tan exasperante.

Observo el lugar con más detenimiento, no es muy limpio, no inspira demasiada confianza, y el aire que se respira está cargado de negatividad.

Se me pone la piel de pollo, y me estremezco al sólo imaginar el interior de la habitación a la cual Vic acaba de ingresar.

Pasan unos minutos, no demasiados, cuando escucho la puerta abrirse. Alzo mi mirada, y veo salir a Vic. Se para en la puerta y respira hondo, por sus mejillas corren lágrimas incesantes, y su rostro esta compungido que siento mi propio corazón acongojarse de sólo mirarla.

Voy hacia a ella, y tomo su brazo.

—¿Qué...? —Amago a preguntar, pero me interrumpe.

—Sólo vámonos de aquí—me dice.

***

Una mujer arrastra un cochecito de bebé con el infante dormido, mientras que a su lado una niña de unos cinco años va dando saltitos alrededor mientras que se dispersa juntando flores.

Mirarte Dolía |CompletaWhere stories live. Discover now