Flores marchitas

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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

Decisiones. Una vez más, volvemos a empezar por ahí, pensando en ellas, en todas aquellas decisiones que construyeron el camino que nos ha llevado hasta aquí. Y volver, joder, qué duro, ¿No?, nunca he sido de mirar atrás. Cuando empiezo a correr; cuando empiezo a huir, es fácil hacer el paripé de que ya nada importa. De que el pasado es algo que se guarda en una caja con llave y no se vuelve a abrir. Nueva vida, falso presente.

Solía decirle a mi tía que no podía estar mejor, pero me dedicaba a jugar a un juego en el que podía fingir que todo estaba bien y sentir un terremoto por dentro. Y luego derrochaba todos mis pensamientos en páginas en blanco que nadie ha leído aún. Ella, ella era la persona a la que le contaba todo, y incluso de forma automática, a veces, había cogido el móvil buscando su nombre para compartir mis días con un chat vacío. Pero ya no estaba. Miriam se había perdido entre la incertidumbre de un camino de piedras; casi como un bache con el que te tropiezas hasta que finalmente decides que es hora de saltarlo: No solo por ti, también por ella, porque al final, todo se acaba desgastando y nos acabamos perdiendo hasta nosotros mismos.

Pero cuando se trata de echar de menos no piensas en los momentos malos. Piensas en su risa, en su cara risueña por las mañanas o en lo adorable que parecía cuando se levantaba de mal humor. En verla jugar al fútbol, correr por el campo como si hubiese nacido para estar en él. Y la decepción venía seguida al pensar en que miles de ojos la veían ahora pero que los tuyos, ya no estaban entre el público.

— Hola, papá.— Dije mientras que me dejaba caer en el césped. Él se quedó detrás. Agoney no se acordaba mucho de mi padre, era demasiado pequeño cuando sucedió todo. Es más, ni si quiera recordaba aquel día en la plaza, cuando Miriam se acercó a nosotros de casualidad. Sabía algo, pero solamente la mitad de una historia que había significado una vida entera.  — Perdóname.— Murmuré. La lápida se alzaba como siempre, flores marchitas que quité nada más llegar, reemplazando por unas nuevas hablaban solas: hacía tiempo que nadie iba allí, sin embargo, lo que me descuadró fue saber que aquellas primeras flores que descansaban sobre la tumba, en ningún momento habían sido mías.

En primera instancia pensé en Noe, pero ella no se había escapado a Galicia en ningún momento, lo sabría: Estaba demasiado ocupada como para hacerlo; luego fue Mimi la que se vino a mi mente, era una posibilidad, ya que Miriam... no, ni si quiera podía pensar en ella y aquel mismo lugar. Imagínamela allí, llorando la muerte de mi padre... me producía escalofríos, y me hacía, al mismo tiempo, sentirme muy culpable.

— Debería haber venido antes, pero ya sabes, Tenerife está lejos y... los años pasan demasiado rápido.— Reí, de forma irónica. Repasé con mis ojos su nombre, grabado sobre el mármol y apreté los labios. No sabía muy bien qué estaba haciendo, pero le echaba de menos. Aún sufría las secuelas de su muerte; aún soñaba con verle atravesar la puerta y envolverme entre sus brazos con cuidado. Y al igual que soñaba con Miriam, también tenía claro que eran solo eso, cuentos imposibles con los que me gustaba fantasear de vez en cuando.

Eran de esas sensaciones que dolían mucho. Dolían mucho porque al mismo tiempo, me hacían sentir bien. Pero no era real, y yo no tardaba en darme cuenta. Lo hacía cuando buscaba su olor y era incapaz de encontrarlo: frambuesa, vainilla... aquel recuerdo que se me venía a la mente cada vez que inspiraba pensando en ella.

Pero ahora el patio estaba vacío y Agoney no era lo suficientemente mayor como para entenderlo.

— Además, Galicia me sigue sabiendo un poco triste. — Susurré. Pasé mis dedos entre el polvo y el sol que guardaba la piedra. Una sensación cálida que enredó mi pecho en un pequeño nudo. — Pero... ¿Te acuerdas de Mimi?, Mimi, mi amiga... o la que era mi amiga, supongo. Ya... ya ni sé qué es la amistad, si te soy sincera.— Admití, con una sonrisa nostálgica y, al mismo tiempo, algo triste.— Pues se va a casar.

si fuese fácil.  // Wariam.Where stories live. Discover now