Veinticuatro.

1.7K 118 37
                                    


CAPÍTULO VEINTICUATRO

A veces decimos adiós porque queremos huir de la decepción de un hasta luego. Entre nosotras, siempre hubo una razón para volver a vernos y preguntarnos por qué, pero supongo, que fue decisión de ambas no hacerlo: Porque retomar el contacto de forma voluntaria era demasiado difícil, y ninguna éramos lo suficientemente valientes como para buscarnos entre tanta gente. Supongo que sí, podría haberte preguntado cómo estabas, no hubiese sido tan complicado escribir aquella pregunta, pero sí lo era el buscar tu nombre en la lista de contactos del móvil y querer hablarte sin que me diesen ganas de llorar. Tu vida actual me producía pánico: El saber, la realidad... era más fácil esconderme de ella que afrontarla. Supongo que intentaba hacer como que no habías existido nunca pero, ¿A quién intentaba engañar?

— Joder, Ana. Pensaba que te habías metido a un convento o algo.— Salí de casa para encontrarme con Mimi. Llevaba una camiseta de tirantes negra y unos pantalones del mismo color.

— Mimi...— Respiré su nombre, sintiéndome automáticamente culpable. Mierda, llevaba días sin hablar con ella, sin buscarla o darle señales de vida.

— Menos mal que Miriam me dijo que estabas bien, porque sino te doy por perdida, reina...— Gruñó. Parecía importarle, en parte. Ya que por otra, estaba segura de que se sentía aliviada.

— Lo siento. — Murmuré, chasqueando la lengua y llevándome las manos a la cabeza. — Debería haberte llamado, lo sé, pero...

Mimi negó, haciendo aspavientos mientras le restaba importancia. Yo suspiré, una de las cosas que tenía con ella era que todo era mucho más sencillo. Con Mimi no hacían falta muchas palabras, pues solíamos entendernos dentro de un pacto tácito.

— Me vale con saber que estás mejor.

Porque no estaba bien. Estar bien era una odisea, algo que en aquellos instantes, me parecía inalcanzable. Más, estando de vuelta en casa.

Bajé un par de escalones hasta llegar al penúltimo, ahí me senté y esperé a que Mimi hiciese lo mismo, dejándose caer a mi lado.

— ¿Recuerdas lo que te conté de mi madre?

Mimi asintió, bastante confundida.

Durante unos diez minutos le estuve explicando más o menos lo sucedido, desde que la vi en el cementerio hasta la noche anterior. Mimi me miraba atónita, como si acabase de contarle la historia más surrealista que había escuchado en su vida. Y sí, es cierto, esto solamente suele ocurrir en las películas, ¿No?, lo de los reencuentros familiares y... el arreglar relaciones que un día fueron pisoteadas. En la vida real, supongo, que lo que una vez se rompió, no puede volver a arreglarse por mucho que se intente.

— ¿Lo has leído? — Tras unos segundos en silencio, Mimi preguntó. El sobre. Lo visualicé sobre la mesita de mi habitación, abierto y arrugado, manchado por las lágrimas que había derramado mientras lo leía. Sin embargo, lo que hice fue negar. No quería dar explicaciones. Y habría hecho lo mismo me lo hubieses preguntado tú o cualquier otra persona.

— ¿Vas a hacerlo?— Insistió.

— No tengo ni idea. Ni idea.

Y no era del todo mentira. No tenía ni la más remota idea sobre qué demonios iba a hacer con mi vida ahora mismo. No había que ser idiota para darse cuenta de que ya nada iba a ser lo mismo: Se nos habían acabado las vidas y las oportunidades, ahora, nadábamos en mar abierto y sin chaleco salvavidas. Si no se hundía el Titanic, lo haríamos nosotras.

si fuese fácil.  // Wariam.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang