Capítulo 1

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Camino por las calles solitarias, de un pueblo de Italia. La noche ha caído hace unas horas, y el frío comienza a calar mis huesos. El invierno está siendo duro, este año, o quizás pueden ser mis defensas bajas. Llevo días sin comer, y cada vez pierdo más fuerza. Además mi ropa, que consiste en un pantalón corto y una blusa, no me abriga nada. 

Caminando me doy cuenta, de que algunos hombres me dedican una mirada lujuriosa, que hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo. Normalmente este tipo de hombres, suelen ir a los club alternos, a emborracharse hasta no poder más. Y si tienen un poco de dinero, terminan llevándose a alguna prostituta.

-Eh guapa, ven a divertirte con nosotros-dice uno de ellos, silbándome. Agacho la cabeza, y comienzo a caminar más rápido.-Vaya, parece que la princesita no me ha escuchado. Id a por ella.

Los hombres andan hacia mi, y yo echo a correr. Ellos ríen, y también comienzan a correr. Me van a coger, y van a hacer lo que quieran conmigo. Miro hacia atrás, para ver si me alcanzan y cuando miro de nuevo hacia delante choco con alguien. El sujeto me sostiene antes de caerme, y me rodea con sus brazos. Alzo mi rostro, y es cuando veo al sujeto que me sostuvo. Es un hombre imponente, de ojos azules y pelinegro. Aparenta tener una edad ya avanzada, y su rostro refleja tanta seriedad que llega a dar miedo.

-Dejadla en paz-dice con voz gruesa, a la misma vez que trata de esconderme detrás de su espalda. Mi cuerpo queda totalmente oculto, detrás de él, puesto que es mucho más alto que yo.

-Ella es nuestra, vamos a divertirnos con ella esta noche-tan sólo ese comentario, hace que comience a temblar aun más. El hombre frente a mí, toma mi mano y le proporciona suaves caricias.-Nosotros la vimos primero.

-Es mi hija, así que iros-dice el hombre, casi en un gruñido.

-Ya le hemos dicho, que es nuestra. Suéltala-vuelve a decir, uno de esos hombres.

-He dicho que os vayáis-el hombre que me sostiene, saca un arma y le apunta a uno de ellos. Ellos corren despavoridos, y él vuelve a guardar su arma. Yo agacho la cabeza avergonzada, separándome de él.

-Muchas gracias señor, y disculpe las molestias-me doy la vuelta, y comienzo a caminar por la acera.

-Eh, espera-dice, tomando mi brazo.-¿Dónde vives?-le miro, y le señalo toda la calle.-¿Vives en la calle?-asiento. Él me mira con el ceño fruncido, y se queda pensativo. Suelta mi brazo, y cuando voy a darme la vuelta vuelve a hablar-sube al coche.-Le miro confusa, y frunzo el ceño.

-¿Cómo?

-Sube al coche, no te voy a dejar aquí. Vamos-toma mi mano, y tira de mí.

-No señor, se está confundiendo-retiro mi mano, y retrocedo.

-No me estoy confundiendo, sube al coche. Vas a venir conmigo, y te voy a dar un hogar. Vas a dejar de vivir en la calle, y no vas a correr peligro jamás-me tiende su mano, y me mira con súplica.

-Señor, yo no quiero ser una molestia. Aquí he vivido siempre, no me va a pasar nada.

-No, ya he dicho que vas a venir conmigo. Sube al coche, vamos.

Él toma mi mano suavemente, y la acaricia con ternura mientras me dirige hacia el coche. Abre la puerta de atrás, y me señala que entre. Yo le miro, negándome con la cabeza.

-No te va a pasar nada, te lo prometo. Entra, por favor.

Entro en el coche, y él cierra la puerta. Rodea el coche por detrás, y entra también tomando asiento a mi lado. Es un extraño pero a este punto, ya no tengo nada que perder. Alguien está en el asiento del conductor, y pone el coche en marcha. La calefacción del coche, me hace entrar un poco en calor. Pero sigo teniendo, algo de frío. Al menos, mis dientes han dejado de castañetear. El señor a mi lado, del cual desconozco su identidad, procede a quitarse su abrigo y lo posa sobre mis hombros.

Mi Ángel De La Guarda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora