Me quito los lentes y los dejo sobre la mesa. Voy a la caja y pido un Frappuccino de fresa. Espero a que mi orden esté lista, pero en ningún momento soy consciente de que mis lentes están donde los dejé.

Cuando recibo mi bebida, dejo la cafetería, y me paseo por el aeropuerto. Me da un pequeño ataque cuando caigo en cuenta de que no llevo mis lentes, así que corro de vuelta a Starbucks, pero ellos ya no están donde lo había dejado anteriormente.

No me serviría de nada reclamar. Había sido mi culpa después de todo.

Me ato el cabello en una coleta alta y me pongo a caminar de nuevo, sin rumbo, hasta que me termino el Frappuccino. Busco un basurero cerca de mí, pero el único que encuentro está lejos.

Camino con flojera hasta llegar a él, boto el envase, y cuando me doy la vuelta para irme, choco con alguien.

—Lo siento, lo siento. —Digo rápidamente, muy avergonzada.

Por Dios. ¿Por qué esto me tenía que pasar a mí? Por lo menos ya no llevaba la bebida conmigo, o sino hubiera sido un desastre.

—Está bien, no te preocupes. Fue culpa de ambos. —Levanto la vista y entro en un pequeño estado de shock, pero creo que lo disimulo bien. Lleva sus lentes de sol y la capucha puesta. Al parecer no quiere que lo descubran.

—No, de verdad. Lo siento. No me fijaba por donde iba. —Confieso. Él asiente encogiéndose de hombros.

—No te preocupes. Soy Peter. —Extiende su mano, con una pequeña sonrisa en los labios. Se presenta como si fuera lo más normal del mundo, cuando en verdad, soy una completa extraña para él. Y se supone que para mí, él también lo es.

Evito que una carcajada salga de mi boca y asiento con los labios apretados. Parece que no me reconoce de hace unos minutos.

—Okay. —Me cruzo de brazos, observando su mano delante mío. "Peter" parece ofendido.

—Uhm... —Parece incómodo e inmediatamente quita su mano retira su mano mientras mira a los lados. —Hace frío, ¿no? —Trata de suavizar el ambiente y ríe medianamente.

—Sip. Deberías de ponerte esa sudadera.

—Lo sé. —Vuelve a reír ligeramente mostrando sus perfectos dientes.

—Así que... Peter, ¿verdad? —Él asiente. —¿De donde vienes?

—Soy de Ontario.

—Oh, Canadá. Amo ese país.

—Si, también yo.

—¿A que te dedicas? Si no es molestia mí pregunta.

—Me gusta cantar. —Dice evadiendo mi pregunta.

—¿Entonces eres cantante? ¿Eres famoso? —Frunzo el ceño, pareciendo confundida. Trato de meterme en el papel de la chica que perfectamente no sabe quién es este chico en frente mío.

—Uhm... ¿De donde eres tú? —Evade la pregunta de nuevo. Se ha puesto nervioso inmediatamente. Se rasca la nuca y mantiene una pequeña sonrisa en la cara.

—Los Angeles.

—Eso es genial. —Dice.

—No respondiste a mi-

—¿Quieres ir a tomar algo? Sé que es tarde y no nos conocemos, pero sería agradable conocerte. —Vuelve a interrumpirme. Esta vez no intento de nuevo con la pregunta y asiento con una sonrisa.

One Shots (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora