22. Besé a un chico

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   Liam se despertó en un desastre de extremidades enredadas en cobijas y almohadas, igual que todas las mañanas. Solo que esa vez era diferente… frunció el ceño por el tiempo, él nunca se despertaba antes de su alarma, especialmente no tan despierto y listo para irse. «Interesante»pensó mientras desenredaba las cobijas de sus piernas y se levantaba en una posición sentada contra su cabecera.

  Se movió de lado a lado, suspirando felizmente cuando su espalda y cuello hicieron un sonido como Theo le había enseñado. Hablando de eso, miró a la camiseta marrón que había decidido dejarse puesta justo antes de quedarse dormido. Se había estirado en el curso del día y la noche anterior, dejándola solo ligeramente muy grande, deslizándose de un hombro y colgando flojamente encima de sus muslos.

  —¿Liam? —sonó la voz de su madre mientras abría su puerta, haciéndolo saltar y subir las cobijas sobre su mitad inferior. No que estuviera indecente o que ella no lo hubiera visto desnudo antes, pero eso se sentía diferente… se sentía… ¿íntimo? «¿Qué diablos?».

  —¿Sí? —croó, sin estar seguro de qué exactamente le estaba pasando ese día. Primero lo de la alarma, luego su extraña protección hacia una maldita camiseta y entonces su mamá yendo a verlo, lo cual nunca hacía a menos de que él fallara en levantarse con su alarma.

  Ella asomó la cabeza, lo encontró sentado y entró con más confianza al verlo mayormente despierto. Hizo su camino a sus cortinas, abriéndolas y dejando que los primeros rayos de luz solar se filtraran.

  —Hice desayuno, bebé —dijo suavemente antes de plantar un beso en su cabeza y caminar de vuelta hacia el pasillo—. Vístete y baja cuando estés listo.

  Él asintió aunque ella no podía verlo, esperando a que su puerta se cerrara detrás de ella antes de levantarse y rápidamente ponerse un par de pantalones deportivos. Bajó la mirada a la camiseta de Theo y frunció el ceño. Quería dejársela puesta, pero sabía que tenía un hábito de ser un comedor desordenado, así que la intercambió por una de las muchas camisetas que estaban en el piso.  

  Liam se lavó los dientes incluso aunque iba a lavarlos de nuevo después de comer, el aliento matutino era algo real y no se sentía siendo un ogro completo esa mañana. Bajó las escaleras ansiosamente, en busca del delicioso olor a tocino y panqueques que lo había asaltado tan pronto como su mamá había abierto su puerta.

  —¿Dónde está papá? —preguntó mientras llenaba dos vasos con jugo de naranja y su mamá apilaba dos platos con comida.

  Ella le sonrió cálidamente por su uso de «papá», probablemente todavía no acostumbrada a escucharlo porque era un desarrollo bastante reciente.

  —Lo llamaron para una consulta temprano esta mañana —estaba alcanzando una tira extra de tocino cuando una espátula bajó a su mano, haciéndolo chillar y acunar la pobre extremidad, la mujer siempre tenía ojos atrás de su cabeza.

  —Quería que te dijera buena suerte hoy y que va a estar en las graderías apoyándote. Ambos lo estaremos —terminó y lo alejó del grupo fresco de panqueques hacia la mesa donde su plato ya lo estaba esperando.

  Liam hizo pucheros, por ambos, la ausencia de su papá en el día de juego y haber sido rechazado de la comida. Su madre suspiró rodando los ojos y le dio un plato de papas que había estado escondiendo de él.

  —Pero él también dijo que esas palabras probablemente no serían suficiente y que te dijera que te va a llamar antes del juego —él sonrió entonces, feliz porque su papá lo conocía y porque obtuvo más comida.

  Su desayuno estuvo lleno de bromas ligeras y burlas, como siempre había sido, incluso antes de que David Geyer llegara a sus vidas, e hizo que Liam se sintiera completo.

Rivals AU | Thiam {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora