-¿Qué? – algo en su tono de voz se percibìa herido.

Sino fuera por eso, juraría que no le había importado, màs no era así. Baje la vista, y para no mentirle mirándola a los ojos, masajee mi nuca y me forcé a seguir con la farsa. Repetí mi mantra mental de "Todo lo haces para protegerla", una y mil veces antes de decir...

-Veras... no sé si este listo para tener este tipo de...  pero ni siquiera la frase podía terminar. Ese no era yo, ese cobarde no era yo. – No sé si quiero esto.

Y para reafirmar mi decisión, al fin clave la vista en sus ojos, los cuales ahora se habían tornado desolados. Todo dentro de mí se desmoronaba a pedazos. No podía verla así, odiaba hacerla sentir de esa manera, màs no habia vuelta de hoja.

-Esto es tuyo.

Me saque la cadena que había sido de su madre y le di un vistazo antes de entregársela. Sabía que era importante para ella, que la echaría de menos. Además, era lo único que había conservado de su madre, y el darmela le había dado un significado importante. Estire mi brazo y se la ofrecí. Ella alargo el suyo con algo de duda, pero al final la tomo.

Le dio un vistazo igual que yo, y antes de que pudiera regresar la vista a mí, agregue...

-Eres libre de hacer lo que desees.

-Pero yo... - dijo ella intentando agregar algo.

Ni siquiera le di oportunidad de terminar de decir nada, me di la vuelta, dándole la espalda y aspirando aire como si los pulmones no me funcionaran. Era quizá la decisión más difícil que había tomado en la vida. Mi interior se sentía extrañamente pesado.

Si tan solo tuviera el valor de enfrentar mis demonios y luchar por esto, pero lo que más me aterraba era hacerle un daño mayor, un daño físico, ademàs de que la dañaran por causa mia.

Apenas y había dado unos pocos pasos cuando ella fue la que me tomo desprevenido.

-Es por la estúpida idea tuya, ¿no? – y no tuve ni siquiera el valor de darle la cara.

Hace unos meses que lo pensé. No estaba en mis planes, màs las posibilidades de mantenerla a salvo, eran altas. Intente hablarlo, explicarle el porqué de las cosas, que entendiese que era lo mejor para ambos, para ella en realidad, pero sin embargo se había negado por completo sin siquiera pensarlo.

-¿Es cierto? – volvió a cuestionar.

Ella conocía mi afán por mantenerla a salvo. No pude contener tensarme. Me quede ahí, esperando alguna negativa suya. Por mi parte tenía que mantenerme fuerte, así que me forcé a no doblegar.

-Sabes que lo es. – confesé apenas y en un susurro.

-¿Y porque simplemente no lo dijiste? ¿Porque finges que no te importa esto?  reprocho con un dejo de decepción.

-Porque sabes que no puedes estar a salvo conmigo. – contra ataque con el mismo tono y regresando mi atención a ella.

Fue ahí que me di cuenta de que sus ojos comenzaban a llenarse y que mantenía sus puños cerrados. Ahora lo único que me preocupaba es que se negara en rotundo como siempre y que me odiara, y con solo pensarlo me ponía enfermo.

-¿Por qué? ¿Es por que no puedes controlar tu habilidad? Lo afrontaremos juntos. Solo tenemos que intentar... - pero ni siquiera la deje terminar.

Return (en edición)Where stories live. Discover now