○22○

5.9K 478 1.4K
                                    

Marinette

     Cuando abrí los ojos, una sensación repulsiva invadió cada parte de mi cuerpo. Esboce una mueca de dolor y me obligué a reincorporarme, tratando de ignorar el terrible dolor que se formaba en mi entrepierna. 

    Me había acostado con Jouvet y no hacía falta decir que la experiencia de estar entre sus brazos había sido tan o igual de horrible que mi primera vez en los establos. No tuvo cuidado alguno y simplemente se dedicó a satisfacerse así misma, clavando sus uñas en mi piel y dejándome marcas rojas por toda la piel. 

    Miré a mi lado y me percaté de que Jouvet no estaba. Me había dejado sola en su cuarto con un montón de mantas rodeando mi cuerpo.

    Los recuerdos de la noche se reprodujeron en mi cabeza uno a uno: las manos de Jouvet recorriendo cada parte de mi cuerpo, sus labios sobre los míos, su falta de cariño y afecto... 

   Un sollozo se escapó de mi boca. 

   Me había entregado a Jouvet... Lo había hecho y ahora... No podía hacer nada para cambiarlo. 

   Me desplomé sobre la gran cama y y lloré. Lloré con todas mis fuerzas, sofocando el llanto contra las sábanas.

    —Lo siento Adrien...—sollocé.—Lo siento mucho... 

○•○•○

Adrien

   Me bebí la última gota de la cuarta botella y la lancé contra la pared haciendo que ésta se hiciera añicos. El cristal estalló provocando un estruendoso sonido que retumbó por toda la estancia. 

   Me levanté de la silla tambaleante y fui hacia el mueble donde tenía otras tres botellas de reserva. Le pedí a Nino que me pasara algunas, y aunque me preguntó el motivo, me negué por completo a decirle los fantasmas que tenía en la cabeza. 

   Ni siquiera era sueño de mis propios actos. Mi mente ya andaba por las nubes y por poco me fostio con la mesa de la habitación.

   Estaba más borracho que una cuba, lo sabía. Pero quería más, aún más. Ya no dolía tanto como al principio, pero la cara de Marinette aún seguía en mi cabeza y no iba a detenerme hasta sacarla de ahí por completo. 

   No la quería volver a ver en mi vida. La sacaría de mi cabeza, así me diese algo de tanto beber. 

   Agarré la botella con una mano y con torpeza quité el tapón. 

   Llevaba toda la puta noche bebiendo y pensaba seguir así hasta saciarme. 

   Me llevé la botella a la boca y di un trago tan grande que casi me bebo media botella. La dejé sobre la mesa, de un fuerte golpe y me froté los ojos con torpeza. 

   Había llorado. Sí, estuve llorando entre horas y de no ser por mi amiga la botella, me habría quedado sin ojos. 

   —Al menos tú nunca me fallas, amiga—la volví a agarrar y la besé con una sonrisa.—Siempre conmigo, pase lo que pase.  

   La levanté con una brazo, cómo si fuese mi tesoro más preciado y volví a pegar otro trago. 

   Mi estómago estaba a reventar y lo más seguro era que me quedara tieso en cualquier momento, pero me importaba una mierda. 

©La coleccionista de corazones perdidos |SCR2|Where stories live. Discover now