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«La señorita está esperando un hijo, Francia pronto tendrá un nuevo heredero»

     Aquellas palabras entraron por mis oídos como un acido que fue extendiéndose poco a poco por todo mi cuerpo, corrompiendo todo a su paso hasta llegar al corazón. Las pocas fuerzas que tenía terminaron por evaporarse y por un momento creí que volvería de desmayarme.

     ¿De verdad estaba embarazada? ¿De verdad tenía un bebé dentro de mí? 

     —No les quise decir antes porque no estaba seguro, pero ahora tengo la absoluta certeza: está esperando un hijo—me miró con una sonrisa de oreja a oreja.—Felicitaciones señorita.—se giró hacia Catherine y le hizo un breve asentimiento de cabeza.—Y felicitaciones a usted también, su hermano será un gran padre, no cabe duda. 

    Pero, Catherine tenía otra cosa en mente, y entre ello no estaba agradecer la felicitación del médico. Su mirada estaba clavada en mí, como dos afiladas incapaces de desprenderse de los míos. 

    Por instinto, me llevé ambas manos a mi estómago y las retuve en ese lugar, procesando lo que estaba creciendo ahí dentro. 

     No podía evitarlo. El miedo estaba en cada fibra de mi cuerpo y si antes todo era difícil, ahora era aún peor. La llagada de un bebé era lo último que esperaba y la situación no era la más adecuada para hacerlo, no a dos semanas de mi boda y con una situación tan tensa entre Adrien y yo. 

     —Será mejor que avise a su majestad—dijo el médico, terminando de meter todas sus cosas en su maletín de cuero.—Aún están muy preocupados ahí abajo. 

     Mi corazón dio un vuelto y con desesperación, miré al hombre que amenazaba con declarar la mayor guerra de todas. 

    «Jouvet no podía enterarse, no ahora» 

    Si se daba cuenta de que esperaba un hijo, se volvería loco. Perdería la cabeza. 

    —¿P-Puedo pedirle un favor?—pregunté, titubeando. 

    —Usted dirá, señorita.—Dijo, girándose una vez más hacia mí. 

    —Por favor no le diga nada a mi prometido aún—pedí y agaché la mirada con nerviosismo.—Quiero ser yo... la que le de la noticia personalmente. 

    —Por su puesto—dijo, con toda la comprensión del mundo.—Está en su derecho de compartir usted misma la noticia. 

    —Gracias...—le sonreí con los ánimos por los suelos y cuando lo vi salir, me llevé ambas manos a la cabeza, suspirando. 

    «¿Qué iba a hacer? No podía esperar mucho más tiempo, tenía que largarme de allí antes de que los rumores se extendiesen o mi barriga comenzara a notarse» 

    Si la noticia llega a los oídos de Jouvet, no dudaría en matarme y haría todo lo que estuviese en su mano para dar con el padre de mi hijo. 

    La idea de imaginar a Adrien en manos de ese monstruo me provocó escalofríos. Si Jouvet no tenía el menor reparo en mandar a fusilar a dos desconocidos, ¿qué haría con el hombre que me había dejado embarazada? 

    Tan ensimismada estaba en mis propios pensamientos que me había olvidado por completo de que Catherine, aún seguía allí, plantada a mi lado. 

©La coleccionista de corazones perdidos |SCR2|Where stories live. Discover now