Evidentemente Kushina se desmayo cuando le hicieron aquella revelación. No es que le desagradara que su hijo hiciera lo deseaba, pero aun alguien tan permisiva como ella quedo en shock al ser una de las pocas madres que tenían un hijo que no quería ser shinobi. Aunque al menos su caso era mejor y no tenia que lidiar con un joven que solo quería quedarse viendo las nubes todo el día.

De todas formas, Naruto termino inscrito a regañadientes en la academia ninja, ya que si bien era poco lo que aprendería allí, era una perfecta oportunidad para que su hijo pudiera interactuar con otros chicos de su edad.

La estancia allí no fue sencilla. Los profesores se la pasaban fastidiándole y siempre le echaban en cara que era el peor estudiante de toda la academia. Si, las calificaciones de Naruto en las áreas de Ninjutsu y Genjutsu básico dejaban mucho que desear, pero no era por falta de habilidad o por un sistema de Chakra deficiente. Al Uzumaki todo el arte shinobi le parecía un manojo de trucos cobardes que no tenían cabida en una pelea entre hombres. Declaración que por supuesto no le dio el puesto de alumno estrella.

Todo eso se aplicaba para el profesorado y los adultos. Con sus compañeros era un caso distinto, a pesar de que no hubo una medida para evitar que corriera el rumor de que el chico contenía el alma del Kyubi, la actitud de los jóvenes hacia Naruto se guiaba por otros factores.

-Kyaaa, Naruto-sama ha llegado-dijo una de las fans del muchacho, provocando que demás las chicas del salón pusieran su atención a la puerta por la que él venia.

No importaba que cosas reposaran sobre la reputación del Uzumaki, les era imposible a las adolescentes de toda la aldea ignorar el buen parecido que tenía el rubio.

A sus 14 años, la altura de Naruto ya rondaba por los 1,80 metros, siendo por ello el más alto de toda su clase. No era un simple larguirucho, su contexto era fornido y robusto, tal como el de alguien que se somete constantes rutinas de ejercicios.

Con el cabello rubio suelto hasta los hombros y sus ojos azules, provocaban que muchas le dijeran príncipe, pues entraba perfectamente la descripción de los príncipes azules de los cuentos de hadas.

Naruto no hacía mucho de su parte para no llamar la atención, pues su look pues solía consistir camisas sin mangas, que dejaban ver a la perfección sus trabajados bíceps, algo que dejaba babeando a más de una. Los adultos afirmaban que el chico era un demonio que buscaba corromper a las inocentes jovencitas a través de una falsa apariencia, aunque muchas damas solo decían eso para auto engañarse y no cometer una locura.

Con los varones el efecto era el contrario, ellos ardían en rabia y envidia al ver como sus compañeras quedaban rendidas ante Naruto. Eso les llevo a molestar al chico diciéndole que era un engendro de un monstruo, como solían decir sus padres.

Esto por supuesto no le agrado a Naruto, pues indirectamente estaban insultando a su madre, y en innumerables veces sus respuesta a esos insultos le causaron regaños, citaciones, expulsiones temporales y el amor de los dentistas, pues a pesar de que su madre restringía su poder a través de sellos de gravedad, el chico tenía una fuerza que sobrepasaba la del adulto promedio y no le costaba reventarle los dientes a los demás.

Era esa fuerza lo que le permitía seguir en la academia, pues aun promediando sus notas teóricas, la falta de Ninjutsu le restaba muchos puntos a su posición. El sistema de la institución se había tornado más complicado cuando su dirección fue tomada por Tsunade Senju.

Ella se había tomado muy en serio el puesto asignado por su sensei, el Sandaime Hokage, pues con la misma diligencia con que mejoro el sistema médico de la aldea, mejoro el académico. Seguían siendo cinco años de aprendizaje, pero estaba la condición de que la edad de entrada tenía que ser de minino ocho años de edad. Esto para evitar graduados tan jóvenes, que según la Sannin, solo estaban sirviendo de carne cañón.

Naruto el remolino relampagueanteWhere stories live. Discover now