Capítulo 30: Piedra, Papel o Tijeras

Começar do início
                                    

Cuidado Rikki, que se te ven las verdaderas intenciones.

Queremos... ayudar a Emma. —corrigió Cleo, haciendo énfasis en la palabra "queremos". Asentí.

—Sí, eso, uh, uh.

El asunto sería cómo persuadir a Emma de cambiar de idea. Es decir, si podríamos hacerlo sin tener que recurrir a la "violencia". Y con ello me refiero a...

— ¿Cleo? —la morena asintió decidida, pero cuando empezamos a caminar....

—Déjamelo a mí. —Rikki sonrió, confiada, e hizo ademán de irse, pero Cleo y yo, al mismo tiempo, la detuvimos colocando una mano sobre sus hombros.

— ¿Qué?

— ¿Qué es exactamente lo que vas a decirle? —Cuestioné—, ¿ya lo has pensado?, osea; pensado, pensado.

Rikki afirmó con seguridad.

—Que su idea apesta y si no la cambia no pensamos seguir ayudándola más. —esa persona dijo estas crueles palabras sin pestañear ni titubear.

... utilizar los métodos Rikki. ¡Ni hablar!

Cleo, ¿estás pensando lo mismo que yo?

—Al final, no es buena idea que tú seas quien se lo diga. —correcto, mi querida Cleo.

— ¿Por qué? —no dijimos nada, me limité a mirarla con cara de que debía ser muy evidente. Ella se soltó de nuestro agarre—. ¿Creen que no tengo tacto para estas cosas?, ¿es eso?

—Sí —asintió Cleo, con franqueza. Hablando de no tener tacto. Rikki la miró como si no pudiera creerlo—. Pero, es cierto; a veces eres un poco insensible, como aquella vez cuando falleció mi pez, oh y también cuando...

Rikki puso los ojos en blanco.

— ¡Por favor! —la interrumpió—. Alguien tiene que hacerlo.

— ¿Qué tal si lo decidimos de alguna manera justa? —intervino Cleo.

— ¿Cómo...?

—Pues...

—Muy sencillo —entonces Rikki hizo una pausa y añadió—. ¡Piedra, papel o tijeras! —tanto pronto como gritó la última palabra, tanto Cleo como yo, levantamos nuestras manos al mismo tiempo y las dejamos caer.

Después de dos rondas, me alcé como la perdedora. Bravo, bravo. Espera, ¿qué?

— ¿Hah?

—Todo tuyo. —Rikki palmeó mi hombro ligeramente, con una sonrisa satisfecha.

—De acuerdo, chicas, gran trabajo el de hoy —Emma frunció el ceño en cuanto nos vio en un plan sospechoso—. ¿Ocurre algo?

Cleo, Rikki y yo, intercambiamos miradas.

—Sí.

—No.

—Ohm... tal vez.

Emma arqueó una ceja.

—Chicas, ¿qué pasa?

—Emm, no es...—comencé.

—Sí, sí pasa, Emma, pasa que Kayla quiere decirte algo. A las tres — ¿disculpa? —. Pero le da taaaanta pena. Por favor, escucha lo que tiene que decir.

Emma fijó sus ojos azules en mí con curiosidad.

— ¿De verdad? ¿Qué es? —yo también me pregunto lo mismo.

—No, bueno, yo...

—Kayla, quiere darte su opinión, sobre el concurso. Ya que es su primera vez participando y cómo tú amiga, quiere ser súper honesta contigo. — ¡¿hablas en serio?! —. ¿Verdad, Cleo?

Emma me miró aún más atentamente. Muy seria.

— ¿Sí?, ya tengo casi todo el guión planeado pero, estoy abierta a sugerencias.

—La verdad es...— ¿qué rayos se supone que debía decir? ¿Tú idea es mala, cámbiala? ¡No! no soy como Rikki. Miré a Cleo y estoy segura que mi cara decía ¡Auxilio! Ella solo evitó mi mirada. Esto... ¡esto es traición!

—Te escucho. —Emm me miraba con genuino interés. Obviamente creía que yo albergaba esperanzas en su tema.

Respiré profundo, tragué saliva y en ese momento... vi borroso.

—Yo... a decir verdad no tengo ningún interés en el concurso de cortos, solo... seguía la corriente porque parecía divertido —espera, ¡eso no era lo que iba a decir! Aunque es cierto—. Lo que me ha estado preocupando toda la semana es que besé a Lewis durante Luna llena y... estoy segura de que lo que pasó en la fiesta de Miriam es mi culpa. — ¡Eso tampoco! aunque es cierto. Con Lewis, acordamos mantenerlo en secreto, pero soy muy mala mintiendo. Es mejor que se los dijera ahora.

— ¡¿Hah?!

Las miradas azules de Rikki y Emma albergaban emociones distintas; sorpresa, desconcierto, incredulidad, confusión. Pero hubo un instante en el que pareció que algo en sus cabezas hizo clic a la par, cuando abrieron sus ojos como platos. Y entonces, como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, las tres lentamente y al mismo tiempo, miramos a Cleo.

—Yo... tengo que irme. —dijo, justo antes de echar a correr hasta la puerta.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaOnde histórias criam vida. Descubra agora