46. Tiempo

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Suspiró hondo antes de subir el último escalón, seguía nervioso y creía que ya había limpiado esa estantería, pero por si acaso Hakyeon volvió a pasar el trapo con olor a limón. Todo tenía que estar perfecto, aunque sabía que el que estuviera todo impecable no influía en nada, pero tal vez para alguien tan obsesionada con la limpieza como lo era su madre, podría ayudar.

- Ten cuidado... - Escuchó hablar a Jaehwan, quien le sujetaba desde abajo, dispuesto a rescatarlo si caía. – No sé quién tiembla más, si tu o la escalera.

Pero Hakyeon no escuchó mucho más del intento de broma de su novio.

- ¿Has puesto el ambientador en el baño? - Recordó de repente.

- Sí.

- ¿Y las sábanas? ¿Las hemos cambiado?

- Sí. Y también he ordenado los libros por orden alfabético. – Bajó la mirada para toparse con su radiante sonrisa. - Cariño, ¿Te puedes relajar un poco?

- No.

Era prácticamente imposible estar tranquilo cuando su madre al fin había accedido a hablar con él. El proceso fue largo, y no tenía ni idea de lo que la llevó a querer ir a cenar a su casa, pero fuera como fuese la mujer estaba a tres horas de llegar y Hakyeon aún no había terminado de limpiar debajo del sofá.

Bajó rápidamente los escalones, dispuesto a buscar la escoba, pero Jaehwan lo detuvo, girándole, quedando ambos cara a cara. Notó sus manos frías colocarse sobre sus mejillas.

- Todo va a salir bien.

Asintió aunque no estuviera convencido del todo, los pulgares de su novio ahora pasaron a su cuello, le entraron escalofríos antes de que le robara un beso. Fue corto, pero aun así lo ayudó a sonreír un poco.

- Gracias.

Los siguientes minutos pasaron demasiado rápidos, se dedicaron a limpiar sobre limpio y a cocinar platos que Hakyeon había visto en algún momento por youtube, creando así hasta una conversación en la que Jaehwan tuvo que convencerlo de no ir hasta la otra punta de Seúl para comprar pato (ya que era la carne favorita de su madre). Para su suerte se apañaron con los ingredientes del supermercado más cercano, y cuando se dieron cuenta, el timbre de la puerta comenzó a sonar.

- No puedo hacerlo. – Susurró sin caminar hasta la entrada, donde volvieron a llamar por segunda vez. El corazón le iba muy deprisa, y las manos le sudaban.

- Claro que puedes. – Notó sus dedos entrelazarse. - ¿Eres feliz? – Hakyeon no sabía a qué venía esa pregunta aun así asintió, afirmando lo evidente. – Pues eso es lo único que debe importarle. – El timbre volvió a sonar. – Abre, yo iré poniendo la mesa.

Jaehwan le dio otro beso antes de ir hasta el comedor, Hakyeon respiró profundo mientras andaba hasta la puerta y la abría, de nuevo tembloroso.

Hizo contacto con los ojos de su madre al instante, recordando la última vez que estuvieron en la misma situación, una que dolió más que el golpe que le propinó aquel día. Volvió a coger aire con la nariz e intentó olvidarlo, debía centrarse en el presente, en Jaehwan y en el que si ella no lo aceptaba estaba dispuesto a perderla. Deseó que ese pensamiento no sucediera nunca, después de todo era su madre.

- Hola.... – Le costó no seguir el saludo con la palabra "mamá", sabía que aquella vez le prohibió llamarla así. - ¿Qué tal por Barcelona? Me dijo Jiani que venías de allí.

- Muy bien, gracias. – Contestó seca y muy seria, en ningún momento se movió de la puerta. - ¿Puedo pasar?

- Oh, claro.- Hakyeon terminó de abrir la puerta y la vio caminar.- ¿Y papá?

Tu toque de ColorWhere stories live. Discover now