34. Agridulce

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Cuando despertó esa mañana, Taekwoon aún se sentía avergonzado por lo que había hecho la tarde pasada con su novio. Seguía pensando que su adorado pelirrojo no podía sorprenderlo más, pero hacer el amor sobre una tela blanca y jugando con la pintura, había sido la experiencia más erótica de toda su vida, y lo único de lo que tenía ganas era de continuar haciendo ese tipo de locuras.

Se miró en el espejo y no pudo evitar sonrojarse al tener aún restos de color salmón en su pelo, por mucho que se hubiera duchado en su casa. Taekwoon se sentía vivo, con la energía suficiente como para enfrentarse a su jefa, y decirle claramente que nunca iba a confesar la identidad de Ravi, sin importarle las consecuencias.

Miró su teléfono antes de salir de casa, tenía la intención de seguir su conversación con Hakyeon, no quería discutir con él por un tema que tenía más que decidido. Sabía que su amigo solo lo decía por su bien, pero la prioridad que Taekwoon tenía en ese momento era que el alter ego de Wonsik siguiera oculto.

Pero antes de marcar el número del moreno, descubrió un mensaje enviado a su móvil a las cinco y media de la mañana, sonrió al leer "Sikkie" y no "Wonsik" como lo tenía guardado en su agenda, no sabía en qué momento le había cambiado el nombre, pero le gustaba. Se sorprendió al no encontrarse ese "Buenos días gatito" que solía recibir por las mañanas, sino una dirección que no reconoció hasta que no utilizó el mapa.

Era una calle muy cerca de su trabajo, no tenía ni idea de que significaba aquello, pero viniendo de su novio solo quería saber de qué se trataba, así que en vez de preguntárselo directamente, fue hasta allí con paso decidido, esperando otro acto demente y adorable por parte de él. Se sentía ansioso.

Llegó al destino antes de lo esperado, se trataba de un callejón bastante oscuro, solo lo iluminaba los pocos rayos de sol que había por la mañana. Frunció el ceño sin comprender porque Wonsik le había enviado esa dirección, miró a los lados pero no había nadie, y no se percató de lo que había en la pared hasta que no avanzó unos pasos más. La cara se le relajó, los ojos se le llenaron de lágrimas sin querer y el corazón le latía a mil por hora.

Las letras eran claras, en cursiva y color negro con detalles coloridos, los puntos suspensivos le daban la sensación de querer decir algo más, aunque con aquellas cinco palabras ya lo explicaba todo.

Eres mi toque de color...

Se sintió como en una de esas películas románticas, aunque sabía que la suya propia las superaba a todas, y tenía ganas de continuarla, vivir todos esos momentos junto a él, sin que nunca terminara.

El problema era que en todas las tramas siempre solía haber un percance que lo destruía todo, uno que a veces se resolvía y otras acababa en un final que a nadie gustaba.

Pasó entre la acumulación de gente, empujando y evitando los gritos de Hyuk a su espalda, escuchó varias quejas pero no les hizo ni caso. Taekwoon solo necesitaba entrar en el edificio y sacar a Wonsik de allí, daba igual que lo detuvieran a él también. Por desgracia se lo impidieron, los agentes que había en la calle se encargaron de que los más curiosos no se acercaran a menos de diez metros de la comisaria, y aunque él no era ningún curioso, también se lo prohibieron.

Gritó sin ninguna vergüenza, la gente miraba a Taekwoon como un loco, se percató de que hubo varios periodistas que le hicieron fotos, e incluso grabaron, pero todo aquello lo consideró un mal menor. Wonsik seguía allí dentro, arrestado como un delincuente y él no podía hacer nada.

Unas manos lo atraparon de los brazos, intentando arrastrarlo fuera del cúmulo de gente, lejos de todas las miradas sorprendidas por el escándalo que había formado en un instante. Se dejó llevar porque sabía que era inútil, escuchó a Hyuk intentar controlar a aquellos que solo preguntaban quién era, y el porqué de su actitud. Taekwoon no escuchó nada de lo que decía, estaba fuera de sí y se sentía mareado, le pareció ver que las personas quitaron su atención de él en cuanto las puertas del edificio se abrieron.

Tu toque de ColorWhere stories live. Discover now