30. Planes

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Si Taekwoon destacaba físicamente por algo, era por su piel blanquecina que resaltaba mucho más al tener el pelo negro, pero en el momento en el que Hakyeon lo vio salir del despacho de su jefa, el tono de su cara era doblemente pálido. Lo siguió con la mirada, andaba muy lento y sus ojos no parecían parpadear, llegó a preocuparle, así que fue a su lado en cuanto se sentó en su mesa.

- Wonnie... ¿Ha pasado algo? – Colocó una mano en su hombro, pero este no respondió, parecía completamente en shock. - ¡Taekwoon!

Gritó lo suficiente como para que el resto de empleados se les quedara mirando, pero eso no era importante en ese momento. Lo balanceó, y al fin lo escuchó murmurar algo, pero no lo logró entender. Se acercó para intentar descifrar lo que ocurría.

- No puedo hacerle esto... - Susurró. –No puedo permitirlo.

De repente lo vio abrir cajones, sacar una hoja en blanco y buscar el bolígrafo que tenía delante y no veía, definitivamente algo no iba bien, decidió hacerse de notar, diciendo su nombre otra vez.

- Tengo que renunciar. – Taekwoon seguía hablando como si no hubiera nadie a su alrededor, luego buscó sus trabajos en el ordenador y los seleccionó. – Eliminar. – Hakyeon abrió mucho los ojos, sin creerse lo que estaba viendo.

Por suerte, antes de darle al botón, logró pararlo quitándole el ratón de las manos y girando su silla para poder estar cara a cara, le pareció que estuviera a punto de llorar.

- ¿Me vas a contar lo que está pasando?

- Lo quieren detener...

- ¿Qué? – Frunció el deño, estaba completamente perdido. – Vamos a la cafetería, no estás bien.

Logró que caminara a su lado hasta el lugar, no pronunció palabra alguna en todo el recorrido, seguía con la mirada perdida incluso cuando se sentó en la silla. Estaba en tan mal estado, que hasta Hyuk preguntó por él cuando fue a pedir alguna infusión tranquilizante.

Ambos se acercaron a él, Hakyeon se colocó a su lado y el menor le puso la tila sobre la mesa. Volvió a insistir para que hablara, y aunque aún tardó unos minutos, al fin comenzaron a salir frases completas por su boca. Conforme contaba todo lo ocurrido en el despacho, comenzó a comprender la situación y la furia lo inundó, no podía creer como eran capaces de tal cosa con tal de conseguir dinero.

- ¿Y qué vas a hacer? – Le sorprendió que fuera el mismo Hyuk quien preguntara aquello, como si la historia también lo incumbiera a él.

- No hablaré. – Suspiró. – Prometí ocultar su identidad desde un principio, y lo mantendré. Ravi no es ningún delincuente. – Dio un sorbo a la infusión. – Ya encontraré otro trabajo, me da igual que me despidan.

- Taekwoon... ¿Estás seguro? – Dijo realmente preocupado, mientras colocaba una mano en su hombro.

- Completamente.

En el rato que estuvieron allí, el pelinegro mantuvo su decisión, Hakyeon decidió no interponerse entre ella, aunque le daba pena que arriesgara su sueño de ser ascendido por el enamoramiento por el pintor. La meta que se propuso su amigo al entrar a trabajar en una prestigiosa empresa como aquella, era el lograr lo que ahora le estaban ofreciendo, y recordaba lo feliz que era hablando del día en el que al fin lo conseguiría. Pero ahora las cosas eras muy distintas, Taekwoon prefería caer en su camino profesional a perder a la persona que quería, tal vez estaba loco, pero aquello era lo que significaba arriesgarse.

Algo que Hakyeon aún no lograba hacer.

Hacía una semana que había decidido poner punto y final a su aventura con Jaehwan, y era la primera vez en su vida que sentía un vacío tan grande. No le gustaba para nada recordar el dolor en sus ojos cuando decidió dejar aquello que estuvieran teniendo, lo mucho que le costó no llorar al decirle que debían detener sus encuentros por el bien de su hermana, y el razonable enfado que comenzó a crecer en el modelo.

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