22. Punto final

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El pueblo de su abuela era realmente tranquilo, los pocos coches que pasaban por la carretera principal solo lo hacían porque no había otro camino para llegar a la siguiente ciudad. La juventud jugaba en la calle, como si realmente no hubieran pasado los años entre las pequeñas casitas tradicionales. Los únicos avances que si tenía la aldea de Yangdong, eran la corriente eléctrica e incluso internet, pero Hyuk comprobó de primera mano que no iba tan rápido como en el mismo Seúl. Tampoco podía hablar de la cobertura, pues no lograba contactar con su madre si no se iba al punto más alto de una de las montañas más cercanas.

Pero todos esos pocos recursos en tecnología lo ayudaron a despejar su mente, y disfrutar de la preciosa vista desde la ventana de la habitación que le había acomodado su abuela desde el día de navidad. Decidió ir allí al no aguantar la supuesta buena noticia en redes sociales y la televisión, pues aunque en Corea aún no estaba legalizado el matrimonio homosexual e incluso hubiera gente aún sin comprenderlo, la futura boda de Park Yesung con Lee Hongbin era tendencia hasta en Twitter.

Ignoró su móvil en cuanto sonó por cuarta vez en toda la mañana, era Wonsik, y Hyuk estaba lo suficientemente relajado como para aguantar en esos momentos lo que le fuera a decir su amigo, además le daba pereza caminar hasta la montaña para poder, como mínimo, escucharlo. Si tenía ganas, lo llamaría después de comer la deliciosa comida que le preparaba su abuela con todo el amor del mundo.

- Mi pequeño Hyukie. – Comenzó a hablar cuando le puso el último plato de Kimchi sobre la mesa. – Desde que has pisado esta casa, no te he visto sonreír ni una vez.

- Es difícil hacerlo cuando te duele el corazón. – Suspiró y comió un trozo de jengibre. – Esto esta riquísimo, abuela.

- Los problemas de corazón son difíciles de tratar. – La vio sentarse a su lado. - ¿Te corresponde?

- Eso creía... pero solo fue un instante.

- Tal vez ese instante lo hizo cambiar de opinión.

- No, abuela. – Entristeció, le dolía hablar de ello. – Solo lo ayudó a tomar la decisión que más daño me haría. Pero él no lo sabe, así que no puedo culparlo.

- Entonces ese chico no te merece.

De nuevo aquella frase, Hyuk la había oído decir a su madre y su padre, a Wonsik e incluso a su compañera de trabajo. Aun así, aunque él fuera tan bueno como comentaba la gente, era a Hongbin a quien quería, por mucho que fuera el ser más cruel de la tierra.

Pero eso tenía que terminar, iba a continuar con el propósito que tenía en mente cuando entró a aquel restaurante, olvidarlo definitivamente y comenzar a ser feliz, igual que su castaño lo haría en cuanto diera el sí quiero. Esos días en el pueblo lo habían hecho reflexionar, y que su abuela repitiera esa frase le había dado el empuje necesario.

- Voy a volver a Seúl. – Decidió. – Gracias por dejarme estar estos días en tu casa.

- Recuerda tomar la decisión que te haga feliz, aunque creas que no es la correcta.

- Creo que he escogido la que me ayudará.

No había hablado con Sungjae desde aquel día fatídico, así que pensó en disculparse en persona y poder llegar a conocerlo a fondo, tal vez él era el principio del comienzo de su vida sin Hongbin y su ceguera no lo permitió verlo.

Guardó las cuatro cosas que se había traído en la mochila, se despidió de su abuela y cogió el primer bus que lo llevaría a Seúl.

...

Por algún motivo se sentía más animado, Sungjae había aceptado su invitación para ir al cine esa tarde y las noticias no hablaron en ningún momento de los futuros recién casados. Incluso recibió con humor la desesperación de Wonsik cuando al fin le contestó el teléfono.

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