Capítulo 77

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Lauren POV

Han pasado dos días desde que la investigadora nos dijo que debíamos hacer a partir de ahora. No he ido a la empresa de mi padre, ni he hecho nada. Solo he ido a la universidad y he estado en casa.

Camila y yo no nos acercamos mucho y evitamos hablar para no levantar sospechas. Estamos seguros de que Miller tendrá a alguien vigilándome. Por eso tampoco veo a Taylor. Solo hablo con ella por llamadas. Sé que ha aportado toda la información posible a la policía y les ha entregado el dinero que le dio Miller.

Quería hablar con Keana porque no entendía porque le había pedido a Camila fingir que estaban juntas solo para ver cual era mi reacción. Y Camila tampoco lo sabía, así que en cuanto terminemos todo esto, le preguntaremos.

Me encontrada acostada en mi cama mirando el techo mientras pensaba en todo esto. Mi móvil empezó a vibrar. Era una llamada de un número desconocido. Tenía miedo de contestar porque seguramente era Miller, pero me armé de valor y lo hice.

Llamada telefónica:

— ¿Sí? —contesté y nadie dijo nada.

— Hola, Lauren —dijo una voz grave al otro lado de la línea —. Imagino que sabrás quien soy, ¿verdad?

— ¿Miller? —pregunté con la voz temblorosa.

— Así es, Lauren —dijo despacio —. Llamaba para preguntarte porque razón no has hecho lo que te he pedido. Pensaba que teníamos un trato. Yo no le hacia nada a tus seres queridos a cambio del dinero.

— No he podido hacerlo por ahora, pero lo haré en cuanto pueda y sin que mi padre sospeche nada —dije nerviosa.

— El viernes quiero el dinero. Tienes dos días para conseguirlo, y más te vale hacerlo o atente a las consecuencias —dijo antes de colgar la llamada, sin dejarme decir algo al respecto.

Fin de la llamada telefónica.

La llamaba la habrá escuchado la policía porque me han pinchado el móvil y cualquier mensaje o llamada que reciba quedará grabada. Y, ellos lo necesitan también para saber dónde se encuentra Miller escondido.

Unos minutos después mis padres entraron en la habitación. La policía los había llamado para avisarles de la situación.

— Todo saldrá bien, Lauren —me tranquilizó mi madre.

— Mañana no iré a la empresa y podrás hacer todo lo que te pide Miller —dijo mi padre —. Firmaré el permiso para que puedas sacar el dinero sin que me llamen.

Después de hablar con mi padres llamé a Camila para contarle lo que había pasado. Ella estaba muy preocupada. No quería que me pasara nada. Mis amigas tampoco querían eso, y todas me desearon mucha suerte.

***

Era jueves.

Hice mi rutina de todas las mañanas como si fuera a la universidad. Cuando terminé de arreglarme, bajé a desayunar con mis padres.

Mi padre hoy se tomaba el día libre para quedarse en casa con mi madre mientras yo iría a la empresa y después al banco.

Me despedí de mis padres y salí de casa. Me subí en uno de mis coches donde había un maletín para guardar el dinero, que había dejado ayer. Sam me seguiría con suchiche detrás como siempre.

Llegué a la empresa y todos me saludaron con mucha amabilidad. No necesitaba decir que era la hija del dueño porque ya me conocían y venía muy a menudo. Subí en el ascensor hasta la última planta, que era donde se encontraba el despacho de mi padre, y que en el futuro sería el mío. Sam venía conmigo, ya que el no podía separarse de mi, aunque en la empresa sería difícil que me pasara algo.

La secretaria de mi padre nos saludó con una gran sonrisa. Era una señora muy amable que llevaba años trabajando en ese puesto.

— Es un gusto verla, señorita Jauregui —dijo con un tono sincero.

— Lo mismo digo —dije devolviéndole la sonrisa —. Entraré al despacho de mi padre.

— El señor Jauregui no se encuentra. Se ha tomado el día libre —me informó de algo que ya sabía.

— Lo sé. Solo he venido a buscar unos papeles para el —dije caminando hacia la puerta del despacho de mi padre.

Le hice una señale a Sam para que se quedara esperándome fuera y después entré en el despacho.

Cerré la puerta y me acerqué al escritorio de mi padre. Miré en el cajón donde el me había dicho que se encontraba toda la información sobre el número de cuenta de la empresa. Lo encontré enseguida. Estaba todo en una carpeta y metí en ella el permiso que mi padre me firmó para poder disponer de la cuenta sin ningún problema.

Salí del despacho y me despedí de la secretaria de mi padre. Una vez fuera de la empresa, me subí en mi coche y me dirigí directamente al banco.

Llegué al banco y entré con Sam con el maletín. No tardaron en atenderme, y cuando dije quien era me llevaron al despacho de la directora del banco.

— Buenos días, señorita Jauregui —me saludó la directora cuando me vio entrar.

— Buenos días —estreché mi mano con la suya.

Me dijo que tomara asiento, y eso hice.

— He venido para retirar dinero de la cuenta bancaria de la empresa de mi padre, Mike Jauregui —dije abriendo la carpeta para sacar el permiso que me dio mi padre.

— Para ello necesito que me su documentación de identidad y un poder o permiso firmado por su padre que le permite sacar dinero de la cuenta —dijo, y le entregué lo que me pidió —. Vale, perfecto. Necesito la documentación de la cuenta.

— Aquí tiene —dije dándole la cartilla y la documentación de la cuenta bancaria.

Ella estuvo unos minutos concentrada escribiendo en el ordenador.

— ¿Qué cantidad necesita, señorita Jauregui? —preguntó la directora.

— Cien mil dólares —respondí, y vi como intentó esconder su sorpresa al escuchar la cantidad, para después volver a concentrarse en el ordenador.

Cuando terminó, le di el maletín para que guardará el dinero, y ella se fue para hacerlo. Un rato después volvió con el y me lo dio. Comprobé que estaba todo brevemente antes de irme.

La directora y yo nos despedimos y salí de su despacho, encontrándome fuera de él a Sam que se quedó esperándome ahí como le dije. Salimos del banco y me subí en mi coche, dejando el maletín en el asiento del copiloto.

Antes de poner el coche en marcha recibí una llamada de un número desconocido. No tenía dudas de que era Miller.

Llamada telefónica:

— Miller —contesté con un tono serio.

— Dime, Jauregui, ¿qué se siente robarle a tu propio padre? —dijo riéndose amargamente.

— Ya he hecho lo que me has pedido, ¿ahora qué? —pregunté, queriendo saber que me pediría ahora.

— No seas impaciente, Jauregui. Mañana lo sabrás —dijo colgando la llamada.

Fin de la llamada telefónica.

Guardé el móvil en el bolsillo del pantalón, y conduje hacia mi casa para guardar el maletín con el dinero en mi habitación hasta mañana.

Loving You Despite The Obstacles | CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora