Barbie 68

3.1K 108 5
                                    

No sé si llegar a Madrid me deprime por no parecerse a Los Ángeles, o porque extraño a Ben y a Kim. Respirar este aire me deprime aún más. ¡Quiero volver a casa! Digo casa, porque esto no será un hogar. Será un infierno. Nunca nos hemos entendido bien con nuestros padres y ahora mucho menos… y no pienso hacerlo. Lo que me han hecho es una estupidez, y lo que le hicieron a Betsy es mucho peor. Me culpo por estar aquí. Si nada de esto hubiera pasado seguiríamos en los Ángeles con Ben y Rick, pero no, estamos aquí con unos monstruos de padres.

-Bienvenidas a su hogar mis amores. –nos dice mi madre cuando llegamos a la casa.

-¿Cuál hogar? –responde Betsy molesta. –Esto es un infierno. –definitivamente somos hermanas.

-No sabes las ganas que tengo de regresar a NUESTRO hogar. –dicho esto hacia mi madre, entramos de mala gana a la casa. Mi madre se queda con mi padre bajando nuestras maletas mientras que nosotras entramos a la gran casa. No es la misma de la que salimos. Es más grande, muy limpia y mucho más ordenada. Todo está exactamente donde debe estar, lo que no encaja es con mis padres y su desordenada vida de hipócritas. No se cómo mi madre soporta a mi padre, dado que mi padre tiene una sumisa viviendo con él. No logro siquiera entenderlo. ¡Es humillante! Solo de ver lo ridículos que se ven haciendo su show de parejas perfectas con los vecinos me da calambre al ojo. ¡Es perturbador! Son unos mentirosos.

-¿Podremos soportar esto? –dice Betsy acercándose a mi mientras vemos juntas la clase de mentira que tenemos como padres.

-No creo poder. –respondo suspirando.

-Nuestros angelitos acaban de llegar a su hogar. –dice mi padre abrazando a mi madre mientras le cuentan a unos vecinos de nosotras. Torcemos los ojos al mismo tiempo y subimos hacia lo que suponemos que son nuestras habitaciones.

Entramos en la primera habitación que resulta ser un poco acogedora. Es todo color pastel con cuadros blancos con fondos de flores. Muy adornado para mí gusto.

-Ya quiero irme. –dice Betsy sentándose al borde de una cama.

-Yo igual. –suspiro y me siento junto a ella. –Extraño a Ben.

-Y yo a Rick. –dice Betsy mirando al piso. Pongo mi mano sobre la suya y alza la cabeza.

-Lamento hacerte pasar por esto.

-Deja de culparte, y mucho menos culpar a esa pequeña criatura. –dice mirando mi vientre. –Lo solucionaremos. –me guiña un ojo y sonríe.

-Veo que ya escogieron su habitación. –entra mamá como siempre inoportuna.

-¿Lo hicimos? –responde Betsy arrugando la nariz.

-Aquí aprenderán hacer lo que se les dice. –nos dice en un tono molesta.

-Veo que eres experta en eso. –Betsy contesta del mismo tono, pero mi madre se acerca y le da una bofetada. Betsy se tapa con la mano y la observa furiosa.

-Van a tener que aprender a respetar o de lo contrario…

-¿Qué? –La desafío -¿De lo contrario nos matarán a golpes? Eso es lo único que saben hacer bien, pero saben qué? Pueden ir presos por esto. Si vuelven a tocarnos una vez más… -digo apuntándola –Les juro que los denunciaré.

-Atrévete. –me dice mi madre.

-No me desafíes. –la fulmino con la mirada y me observa unos minutos, al cabo de segundos se aleja sin quitarme la mirada.

-No permitiré que nos peguen otra vez. -le digo a Betsy.

-Tampoco yo. –responde.

-Desempaquen. –nos dice mi padre metiendo nuestras maletas a la habitación. Nos levantamos de mala gana y empezamos a desempacar.

Nos da la noche cuando terminamos de desempacar. Miro al techo pensando en todo lo que pudiera estar haciendo en estos momentos en Los Ángeles. Me acuesto boca arriba mirando al techo mientras Betsy está en el baño dándose una ducha. Siento una patada en mi vientre y sonrío acariciándolo.

-Tranquilo pequeño… o pequeña... también lo extraño. –de pronto me llega una hambre que decido bajar y prepararme algo de comer. ¿Esta es mi casa, no? Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina. Abro la refrigeradora y me asombro de todo lo que hay y de lo grande que es. Con todo esto pudiéramos comer hasta navidad. Saco la leche, la mantequilla, el jamón, el queso, la jarra de jugo. Los pongo en la mesa, y cojo la funda de pan y me meto uno a la boca.

-¿Qué se supone que estás haciendo? –entra mi madre gritando.

-¿Preparándome algo para comer? –respondo con el pan en la boca. Se acerca a mí y lo quita de ella.

-Solo se come hasta las 6. –abro la boca incrédula y me rio.

-Estás de broma. ¿Recuerdas que ahora como por dos? Y te recuerdo también que tengo antojos.

-Nadie te mandó a embarazarte. Necesitas cuidarte si no quieres engordar después.

-¿y ser anoréxica como tú? No gracias. Vida solo hay una, tallas hay muchas. –la verdad es que no pienso engordarme jamás. Pero hacer molestar a mi mamá será el pan de cada día. Los haré pagar con mis antojos hasta que se harten de mí que quieran que nos regresemos. -¿Tienen mermelada? –pregunto con otro pedazo de pan en la boca. Mi madre sale de la cocina aturdida y me alegro. Levanto los hombros y sigo preparándome algo para mí, para mi bebé y para Betsy.

Preparo 3 emparedados con jamón, mermelada y queso. También lleno 3 vasos con jugo de naranja, y una manzana… ya saben, para cuidar la línea.

Llega Betsy y se asombra de ver tanta comida en la mesa porque aún no he guardado nada en su sitio.

-Preparé la cena. –digo mientras doy un sorbo al vaso con jugo de naranja.

-Rico. –dice cogiendo el emparedado alegremente. -¿Y mamá? –pregunta.

-Por ahí se fue echando chispa. –nos reímos y seguimos comiendo.

-Les haremos salir canas verdes. –dice Betsy riéndose.

-Yo le haré explotar la cabeza a papá. –sonreímos malvadamente y chocamos las manos.

-¿Qué pacto acaban de firmar? –entra mi padre a la cocina.

-El de su muerte. –digo seriamente.

-No se olviden de enterrarme con buena ropa. –Nos dice creyendo que mentimos.

-No te preocupes. –responde Betsy igual de seria. Coge un vaso con agua y sale mi padre de la cocina.

-Menos mal cree que mentimos. –le digo a Betsy.

-Mejor así. –volvemos a sonreír y seguimos comiendo. 

LAS GEMELAS McDylanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora