Barbie 20

5.2K 183 6
                                    

-¿Betsy? ¿Betsy? –No responde. Trago saliva, y suspiro asustada. Cierro los ojos y camino pensando en que hacer. ¿Y si le hicieron algo? ¿Y si la están matando? Abro mucho los ojos ¿Y si ya la mataron y por eso grito? ¡NO NO NO! ¡Ella está bien! ¡Ella está bien! Repito eso en mi cabeza junto con respiraciones alentadoras. Abro los ojos de golpe y mi respiración se acelera. ¡Ella no está bien! ¡NO RESPONDE!

-¿Betsy? –vuelvo a preguntar dando un escalón.

-¿Bet? –subo otro escalón.

¡Maldita sea, Betsy responde! Maldigo en un susurro.

Llego al tercer escalón, y suena un golpe. Me sobresalto y salto al primer escalon, y caigo. Me levanto rápidamente, decidiéndome si tengo que ir por ayuda, o ir por mi cuenta. ¡Soy demasiado joven para morir!

¡Betsy ya estaba en la percha! Me consuelo a mí misma, y niego rápidamente alejando ese malo comentario. ¡Calma Barbie! Inhalo y exhalo por un rato, y abro los ojos. ¡Tengo que subir por Betsy! Trago saliva, y doy el primer escalón.

-¿Betsy? –mi voz tartamudea.

-Betsy por favor responde. –subo hasta el quinto, y suspiro.

-Betsy, maldita sea, esto no es chiste.

Sigo hasta el último escalon, y mi corazón escapa de salirse.

-¿Betsy? ¿Estás ahí? –camino con la mano en la boca para callar mi respiración.

-¡Vamos, Betsy! Responde. –sigo caminando con el Jesús en la boca, y llego a la habitación que entró Betsy. Trago saliva y observo a los lados.

-¿Betsy? –lo digo casi en un suspiro.

La puerta del baño está abierta. Trago saliva y vuelvo a mis respiraciones de yoga. Inhalo y exhalo. Camino lentamente hacia el baño y me paro en la puerta.

-Betsy, esto no es… -me giro con un grito del alma, como nunca antes había gritado en mi vida, ante una mano en mi hombro.

-¡SON UNAS MALDITAS PERRAS! ¡LAS ODIO! –salgo corriendo en dirección a mi habitación, con sus malditas risas a mis espaldas, y cierro mi puerta de un portazo.

¡Me he orinado en mis pantalones! ¿Cómo se le ocurre hacerme eso? Me quedo parada, espaldas a la puerta, tratando de normalizar mi respiración. Sus estúpidas risas ruidosas siguen escuchándose en el pasillo. Camino hacia mi armario y busco unos pantalones de pijama, y me quito el Jean. ¿Cómo se atreve? ¡Iba a salvarla! ¡Eso no lo ve! ¡Pude haber muerto de un paro! ¡Maldita sea Betsy y su estúpida amiga china!

Trato de tranquilizarme, y agarro el pantalón, y salgo en calzón hacia el baño.

Sus risas se escuchan en la cocina, así que decido darme una ducha por mi susto. ¡Me he meado encima! ¡No puedo creerlo! ¿Estuve tan malditamente asustada, y viene hacerme esto? ¡Me las va a pagar!

Entro a la ducha, y me relajo. 

LAS GEMELAS McDylanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora