66 | I'M HERE

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ESTOY AQUÍ.

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Removí sin interés la comida que tenia en el plato mientras apoyaba mi mandíbula sobre mi puño derecho

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Removí sin interés la comida que tenia en el plato mientras apoyaba mi mandíbula sobre mi puño derecho. Era incapaz de tragarme la comida que había sobre este por muy deliciosa que estuviera.

—¿Estás bien? —me preguntó Jesús, quien se sentó a la mesa frente a mí.

Me había mudado con él hacía un par de días, tras que los Salvadores trataran de atacar Hilltop prendiendo hogueras y poniendo música en un coche blindado para atraer a los caminantes.

Jesús me acogió sin problemas, el cubículo de Enid comenzaba a quedarse pequeño puesto que también lo compartía con Maggie y Sasha. Mudarme con Jesús fue una de las mejores decisiones que tomé, él siempre me trató bien y me hacía sentir a gusto.

—Sí —respondí a su pregunta—. Es solo que no tengo hambre.

Jesús achinó sus ojos mirándome por un par de segundos y después negó con la cabeza repetidas veces mientras se recostaba en la silla en la que acababa de sentarse.

—Mientes —dijo al fin—. Venga cuéntame que te pasa.

—Extraño a mi madre, a mi hermano, a Carl —hablé dejando escapar un pequeño suspiro.

—¿Sólo eso?

Alcé la cabeza de mi plato y clavé mis ojos sobre los suyos. Sí, claro que había algo más. Siempre pensé que Jesús tenía el don de la intuición y también de la deducción. Era capaz de averiguar las cosas sin siquiera tener que preguntarlas.

—Estás preocupada, ¿verdad?  —volvió a hablar cuando no obtuvo respuestas por mi parte—. Por la emboscada.

—¿Sabes lo que siento al saber que mis seres queridos podrían morir en un par de días? —le miré mientras me ponía en pie—. ¿O la sensación que se me queda en la boca al saber que cabe una posibilidad de que no voy a poder volver a verlos y si eso sucede, de que no podré despedirme de ellos? ¡Jesús por Dios es tan frustrante saber que...! —solté un suspiro—. Perdón, siento haberte gritado.

Jesús masticó la comida que llevaba en la boca y tras tragarse el puñado de guisantes se puso en pie y caminó con lentitud hacia mí, hasta que sus brazos rodearon mi cuerpo y me estrechó en un tierno abrazo.

—Hela, no nos rendiremos sin luchar —Jesús acarició mi cabeza—. No te preocupes por tu familia o por tu novio, todos saben como va el plan y cuentan con otra ayuda.

—¿Y si algo sale mal? —alcé una ceja mirando inquisitivamente a Jesús—. Dime que pasa si se inicia un tiroteo y...

—Carl no va a morir —volvió a hablar, y yo miré hacia abajo—. Es eso lo que te preocupa, ¿verdad? —preguntó.

Dinastía │ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora