5O | THE WOUND WAS STILL OPEN

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LA HERIDA SEGUÍA ABIERTA.

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Cuando volví a abrir los ojos estaba tumbada en mi cama y arropada con las sábanas de ésta

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Cuando volví a abrir los ojos estaba tumbada en mi cama y arropada con las sábanas de ésta. Ya era de día. No recordaba haber vuelto por mis propios pies, por lo que estaba totalmente segura que el castaño había tenido algo que ver. Mi cabeza comenzó a recordar vagamente la noche, la manera en la que canté y como se quedó dormido sobre mi hombro. Probablemente yo me dormí minutos después, él se despertó y me llevó de vuelta a la cama.

Aparté las sábanas de mi cuerpo y me puse en pie. Estiré mis brazos soltando un bostezo y me acerqué con pasos lentos a la ventana para abrirla y así ventilar la habitación para poder hacer la cama después.

Cuando lo hice me asomé por esta y una pequeña ráfaga de aire me golpeó el rostro lo que provocó que cerrase los ojos y cuando los volví a abrir miré hacia abajo, en dirección a la calle de Alexandria que quedaba frente a casa.

Ron y Carl charlaban sobre algo que no conseguía oír a la perfección, hasta que Carl golpeó con fuerza la mandíbula de Ron.

Mis cejas se alzaron hasta el nacimiento del pelo y dejé de asomarme por la ventana. Me calcé las botas y bajé al piso de abajo lo más que pude. Salí de la casa y sin cerrar la puerta bajé los escalones del porche justo para ver cómo Ron encajaba otro golpe en la mandíbula de Carl.

El castaño sacudió la cabeza y no tardó en devolverle el golpe al rubio.

—¡Eh! —grité—. ¿Se puede saber qué coño hacéis?

Me acerqué a ambos con el fin de separarlos, agarrando a Ron, que era el más cercano del brazo, pero lo único que conseguí fue un golpe y caer al suelo. Ambos dejaron de pelar de repente y Carl me miró confuso, como si se acabase de dar cuenta de que acababa de llegar. El castaño se acercó a mí con rapidez, agarró mis manos y me puso en pie.

Una vez vez hecho esto, sacudió su camisa, giró sobre si mismo y volvió a golpear la mandíbula de Ron.

Llevé las manos a mi cabeza, desesperada porque mis gritos suplicando que parasen no eran suficientes. Al cabo de unos minutos los golpes eran presentes en los rostros de ambos.

—¡Ya vale! —agarré el brazo de Carl y éste lo movió intentando librarse de mi agarre—. Carl, mírame.

El castaño tras varios intentos de soltarse giró la cabeza y me dirigió una mirada. Analicé los golpes de su cara, su nariz sangraba al igual que su labio. El castaño llevaba una clara ventaja en cuanto a la pelea cuerpo a cuerpo contra Ron, era algo notablemente visible, pero Carl no se había librado de que el rubio le diera un buen puñado de golpes.

—¿Se puede saber que acaba de pasar? —exigí y Carl se soltó de mi agarre haciendo un movimiento seco.

—Nada —respondió en tono neutro mientras pasaba la lengua por su labio—. Se lo merecía.

Dinastía │ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora