43 | BANG

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BANG.

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Carl y yo regresamos al poco tiempo a casa, donde Rick charlaba sobre un tema al que éramos ajenos

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Carl y yo regresamos al poco tiempo a casa, donde Rick charlaba sobre un tema al que éramos ajenos. El arquero fumaba un cigarro escuchando al mayor de los Grimes, que al parecer trataba de explicarle algo mientras señalaba un furgón que había aparcado en la puerta de Alexandria.

—Mira, la parejita feliz —canturreó Dixon tras expulsar el humo de la calada—. ¿Vosotros también venís?

—Daryl, sabes que es peligroso —reprochó Rick, cruzándose de brazos.

—Cállate, no son unos críos. Déjales salir por ahí, además también vamos Glenn y yo.

—Eso es lo que me aterra —masculló el ricitos mientras nos dirigía una corta mirada—. Avísame si deciden irse.

Rick caminó hacia el interior de la casa y cerró la puerta, dejándonos solos junto a Daryl, que nos miraba con expresión neutra.

—Bah —Daryl restó importancia al asunto—. ¿Entonces venís o no?

—¿A dónde? —preguntó Carl con curiosidad.

—A por suministros, Olivia, la chica que los controla nos explicó que aquí cerca había un almacén abandonado en el que probablemente podríamos encontrar algo de utilidad —explicó Dixon mientras golpeaba el cigarro con su dedo suavemente para quitar el exceso de ceniza acumulado—. ¿Entonces? Mocosos, no tengo todo el día y necesito saberlo.

—Está bien —asentí cuando Carl me miró—. Yo voy.

—Guay —Dixon volvió a darle una calada al cigarro—. ¿Y tú? —señaló a Carl con la cabeza.

—Sí —respondió el castaño—. Será divertido.

Daryl lanzó el cigarro contra el suelo y lo pisó para terminar de apagarlo. Después puso los brazos en jarra y dejó escapar un suspiro.

—Bien, id a la armería y pedidle a Olivia que os deje un par de armas de fuego junto algún que otro cartucho de balas. Y coged también algún arma blanca. Hela, puedes traer tu arco, tal vez te sea de utilidad si te quedas sin balas —dijo el adulto, a lo cual nosotros asentimos—. Salimos en diez minutos.

Carl y yo intercambiamos unas miradas antes de asentir de manera lenta, para después esquivar a Daryl y caminar hacia la casa de Olivia.

—Ah, y una cosa más —añadió el arquero.

Ambos giramos para mirarlo y el apretó los labios y poco después chasqueó la lengua contra su paladar.

—Finn también viene.

(...)

El camino hacia el almacén se hizo tremendamente incómodo teniendo en cuenta los problemas conjuntos por los que Finn, Carl y yo habíamos pasado a lo largo del último tiempo.

Dinastía │ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora