O4 | APOLOGY ACCEPTED

10.8K 1.1K 691
                                    

DISCULPAS ACEPTADAS.

•••

—¡El Consejo ha hablado! —exclamó el ricitos con tono eufórico, y el hombre de la ballesta le dirigió una mirada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡El Consejo ha hablado! —exclamó el ricitos con tono eufórico, y el hombre de la ballesta le dirigió una mirada.

Hershel imitó su gesto y también miró a Rick. El anciano adorable que me dio manzanas es la primera persona a la que amé dentro de la penitenciaria, y probablemente sería la única si todos tenían el mismo humor que el Mini-Sheriff.

—¿Nos quedamos o nos vamos? —preguntó Dianna con cierta impaciencia.

—¡El Consejo ha decidido que podéis quedaros! Os hemos asignado unas celdas, tendréis que compartirlas. Finn con Mark, Valerie con Bridget y Shawn con Dianna. No se aceptan cambios.

—Ni devoluciones —dijo Daryl, cosa que le arrancó una carcajada a Dianna.

Probablemente se reía por no matarle.

Maldito Rick. Siempre me ha importado una mierda que me eligieran la última en los equipos de educación física, pero que no me nombraran a la hora de asignarme una cama me dolía.

Mientras mi hermano y Dianna discutían sobre quién dormiría arriba y quien dormiría abajo me acerqué al ricitos buscando la manera más civilizada de decirle que yo también existía y que se había olvidado de nombrarme en el reparto de las camas.

—Se olvidó de mí, señor Grimes —dije con tono neutro mirando sus ojos azules.

—No me olvidé de ti, Hela —puso una mano sobre mi hombro. Seguro que solo lo decía para hacerme sentir mejor.

Una idea horrible me vino a la mente. Iba a echarme de la penitenciaria y por eso no me habían asignado ninguna celda.

—Dormirás en otro pabellón diferente porque apenas quedan camas —Rick me guió hasta el bloque C de la prisión y me abrió la puerta para que pudiera pasar.

El adulto me condujo hacia el centro del pabellón y yo fruncí el ceño. La idea de que me separasen de mis amigos y de mi hermano no me agradaba, pero he de añadir que me sentí mucho más segura cuando Rick me devolvió mi arco y mis flechas.

—Esa será tu celda —señaló una de ellas—. Deberías descansar e instalarte. Siento haberte separado de tus amigos pero tu compañero de celda te eligió a ti para compartirla contigo.

—¿Qué? —le miré confundido—. ¿Quién es mi compañero de celda?

—Mi hijo.

Apreté los labios y me dediqué a asentir de manera monótona y lenta. Rick salió del pabellón y yo me metí en la celda que me había indicado. Miré a mi alrededor y vi un puñado de cómics apilados en una esquina de la celda, unos cuantos posters pegados en la pared y un par de camisas dobladas a la perfección encima de una cama.

También había un pequeño mueble de madera con varios cajones, y encima de éste una fotografía enmarcada en un cuadro. Cogí la fotografía con cuidado y observé a las personas que aparecían en ella. Reconocí al ricitos de manera instantánea y deduje que el niño de aproximadamente nueve años debía ser el Mini-Sheriff. A su lado una mujer, de rostro delgado y pelo largo castaño quien abrazaba con ternura al niño.

—La echo de menos —una voz procedente a escasa distancia de mí me hizo girar la cabeza—. Ojalá nunca se hubiera ido.

El Mini-Sheriff entró con pasos lentos a la celda, se quitó el sombrero de la cabeza y lo colgó sobre una percha que había clavada en los ladrillos de la pared.

—Era feliz y no lo sabía —el castaño soltó un suspiró y se sitió junto a mí para observar también la fotografía.

—¿Era tu madre? —pregunté con voz suave mientras seguía sosteniendo la fotografía.

—Sí —él asintió con lentitud y una sonrisa triste asomó de la comisuras de sus labios.

Dejé la fotografía en el mueble y le dirigí una mirada.

—Lo siento —rasqué mi cabeza y después me abracé a mí misma—. Lo de tu madre.

—No lo sientas. Supongo que ahora está en un lugar mejor o eso quiero pensar —me inspeccionó con sus ojos celestes y después le tendió la mano—. Carl Grimes.

Pasé la lengua por mis labios y tras esbozar una media sonrisa estreché mi mano con la suya.

—Hela Williams.

Había cosas que no llegaba a entender, como por qué Carl me había elegido como compañera de celda si momentos antes parecía querer matarme.

—¿Por qué soy tu compañera de celda? —pregunté cuando mi mano soltó la suya—. Quiero decir, por nuestras conversaciones anteriores parecías querer...

—¿Matarte?

Asentí ante su pregunta y sus rosados labios de tornaron en una pequeña pero preciosa sonrisa.

—Ese es el principal motivo —él se encogió de hombros y apoyó el peso de su cuerpo sobre su pierna izquierda—. Parecía una buena manera de disculparme por lo de antes

—¿Me estás pidiendo disculpas? —pregunté asombrada, jamas pensé que un adolescente hormonado de aproximadamente catorce años sería capaz de perder el orgullo tan rápido.

—Sí y el único motivo es que al parecer Hershel nos oyó tener nuestra primera conversación y me dijo que me había comportado como un niñato estúpido —dijo. Adoro a Hershel—. Así que como no quiero parecer un niñato estúpido frente a mi padre y otras cuantas personas te pido disculpas, sino probablemente no lo haría.

Demasiado bueno para ser verdad.

—Bien. Disculpas aceptadas.

Dinastía │ Carl Grimes Where stories live. Discover now