O6 | A FROZEN HEART

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UN CORAZÓN HELADO.

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15 días después

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15 días después

Abrí mis ojos con lentitud debido a la luz solar que se colaba en el interior de la celda, esperando ver la pared de piedra que quedaba a mi lado izquierdo o los posters de Carl que quedaban al derecho. En cambio no vi ninguna de esas dos cosas.

El rostro de Carl a escasos centímetros del mío hizo que el color rojo inundara mi rostro con rapidez.

¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿POR QUÉ?

Ya sabía yo que no debí de haberme tomado las tres copas de vino que el chino me ofreció. ¿He acabado en una cama con el hijo del líder del lugar y no recuerdo como?

Resacón en la prisión.

Miré debajo de las sabanas con rapidez y solté un suspiro de alivio cuando vi que tanto el Mini-Sheriff como yo teníamos la ropa puesta.

Fue entonces cuando recordé que Carl se había quedado leyendo hasta tarde por lo que probablemente cayó dormido en mi cama antes de poder trepar a la cama superior.

Y a su vez recordé que lo que me dio Glenn no era vino sino un zumo de uva bastante agrio con un toque de limón.

Sentí una especie de punzada en el estómago cuando Carl se removió entre las sábanas y enterró la cabeza en el hueco de mi cuello. La suave respiración del castaño impactó contra mí y sus labios rozaban ligeramente la piel de mi cuello, lo cual me hizo tensarme de golpe.

Me retiré con cuidado y lentitud para no despertarle y giré mi cuerpo para posar mis pies en el suelo. Cuando estuve de pie volví a arropar al castaño con la manta color pistacho y retiré su alborotado pelo de su rostro con lentitud.

Mi relación con él había mejorado a niveles inimaginables pero aunque al Mini-Sheriff le daban pequeños ataques de ternura de vez en cuando, y estos ataques sólo sucedían con su hermana pequeña y muy de vez en cuando con su padre o conmigo, seguía siendo un chico frío y serio. Nunca quise preguntar qué le pasaba o por qué era así puesto que no quería empeorar las cosas.

Miré al Mini-Sheriff con detenimiento, con la espalda apoyada en la pared y los brazos cruzados observando como dormía y su pelo caía sobre su frente en una especie de lluvia castaña.

Descubrí algo menos de cinco días que Carl tenía algo especial. Era como si realmente pudieras confiar en él para cualquier cosa. Sentía que para Carl lo más importante en el mundo era sus amigos y su familia; el grupo de la prisión. Tenía la sensación de que el castaño era leal a lo que tenía y que no dudaría en salvar a uno de sus amigos si la situación lo requería, incluso dando su vida antes. Eso me hacía apreciarle y admirarle.

Pasados unos minutos Carl soltó un pequeño gruñido y se pasó las manos por la cara en un intento nefasto de no despertarse.

-Buenos días, Mini-Sheriff.

Carl ladeó la cabeza en mi dirección y cuando me vio sus labios se arquearon en una pequeña sonrisa.

Era uno de los pocos gestos cariñosos que tenía conmigo, sonreír de vez en cuando.

-Buenos días -dijo con la voz ronca por el sueño.

Acto seguido Carl retiró la manta pistacho de su cuerpo y se incorporó de la cama. Estiró sus brazos dejando escapar un bostezo y me tendió las manos.

Puse los ojos en blanco y agarré sus manos con suavidad. El castaño sonrió y permaneció con mis manos cogidas durante unos segundos. Después las soltó y se puso en pie, finalmente agarró el sombrero de sheriff de la percha para ponérselo en la cabeza.

-¿Vienes a desayunar? -preguntó tras un pequeño período de tiempo en silencio.

Asentí con la cabeza y ambos salimos de la celda tras que yo cogiera mi arco y mis flechas. Miré a mi alrededor y vi a Beth cargando a Judith, una tarea un tanto típica en ella y a Rick sentado en una silla hojeando las páginas de un desgastado periódico.

Acaricié la cabeza de la pequeña rubia provocando que un balbuceo saliera de su boca y una sonrisa asomara de mis labios.

Cuando el Mini-Sheriff y yo estuvimos fuera del pabellón alguien rodeó mi cintura por detrás y plantó sus labios sobre mi mejilla en un sonoro beso.

Supe inmediatamente que era Finn.

-¿Has dormido bien? -me preguntó el moreno sin dejar de rodear mi cintura.

-Pues... -desvié mi vista hacia Carl, quien charlaba animadamente con Daryl. A decir verdad el castaño podría definirse antisocial a la hora de hablar con gente que no fuera los miembros de su grupo, aunque técnicamente Shawn, Bridget, Valerie, Mark, Finn, Dianna y yo ahora formábamos parte de su grupo tenía constancia de que el castaño sólo había mediado palabra conmigo-. Sí. La verdad es que he dormido de maravilla.

Finn alzó una ceja y tensó sus labios ligeramente. Me percaté que yo seguía con mis ojos clavados en el chico de ojos azules y sombrero de sheriff.

-¿Qué pasa con él? -preguntó en un tono que casi describiría como receloso.

-¿Con Carl?

-Ah, ¿se llama Carl? -Finn soltó mi cintura y me dirigió una mirada.

-Sí, así se llama -miré al moreno, quién tenía los labios ligeramente fruncidos-. No pasa nada con él -respondí a su primera pregunta tras permanecer un corto periodo de tiempo en silencio. ¿Por qué preguntas?

-Nada, Hela. Olvídalo. Sólo olvídalo.

Finn resopló y se pasó la mano por la cara, apretó el puente de su nariz y el castaño giro su cabeza dirigiéndonos una mirada neutra, seria y fría.

Agité mi mano de un lado a otro a modo de saludo y Carl clavó su vista en Finn, sus ojos celestes se achinaron ligeramente y después se posaron sobre mi rostro. El castaño hizo un movimiento vago con la cabeza a modo de saludo y giró de nuevo para mirar a Daryl y proseguir su conversación con él.

-¿Siempre es así? -preguntó Finn.

-¿Así cómo?

-Así de frío -respondió.

Ladeé la cabeza mirando a Carl y después solté un suspiro para mirar a Finn.

-No lo sé, Finn. Creo que todo lo que le ha pasado le ha hecho volverse frío, tal vez para evitar sentir dolor -dije-. Pero sé que hay un gran corazón dentro de él.

Tal vez Carl tenía un corazón helado y solo necesitaba a la persona adecuada para descongelarlo.

Dinastía │ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora