O7 | DON'T LOOK BACK

9.6K 977 202
                                    

NO MIRES ATRÁS.

•••

Finn me miró, como si quisiera decir algo más o simplemente como si quisiera hacer algo más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Finn me miró, como si quisiera decir algo más o simplemente como si quisiera hacer algo más. Siempre pensé que Finn Blaze no era de los que se callaban las cosas y que diría lo que pensaba.

Probablemente lo hubiera hecho, si la explosión que hizo retumbar todo el correccional no le hubiese interrumpido.

La explosión provocó que me temblara todo el cuerpo y que un pitido se instalara en el interior de mi cabeza. Miré en todas direcciones notablemente aturdida y alcancé a ver como un grupo armado hasta los dientes se instalaba a las entradas de la prisión.

Recordé que Michonne me habló de un hombre que se hacía llamar Gobernador, con el que tuvieron una serie de disturbios relacionados con el poder habitar la prisión. Uní los puntos con facilidad y llegué a la conclusión de que tenía que ser él el causante de esos disturbios.

—¿Tienen un maldito tanque? —Finn me agarró del brazo con suavidad y dio un ligero tirón para hacerme salir de mi trance.

Miré con atención como la gente se agolpaba contra las vallas y como Rick intentaba hacer entrar en razón al que supuse que era el Gobernador.

—Mentira —fue la única palabra que pude escuchar por parte del hombre porque el alzó la katana que pertenecía a Michonne con rapidez.

Giré sobre mi misma para evitar verlo y cerré los ojos con fuerza. Oí varios gritos y entonces comenzaron los disparos.

Noté como mi cuerpo dejaba de responder a las órdenes que le enviaba mi cerebro. No era capaz de ejecutar ni un solo movimiento.

—¡Vosotros dos! —Carl se situó frente a nosotros—. ¿Qué coño hacéis ahí parados? ¡Rápido, moveos sino queréis acabar muertos!

Carl me dirigió una mirada mientras yo trataba de controlar mi acelerada respiración. Me concentraba en inhalar y exhalar el aire con lentitud para intentar tranquilizarme.

Cerré los ojos y durante cinco segundos dejé que el miedo y la ansiedad se apoderaran de mí. Tras eso abrí los ojos y vi a Finn y a Carl mirándome fijamente.

—¿Estás bien? —habló Carl.

—Sí —asentí y el castaño me tendió un rifle.

—Tened mucho cuidado.

Antes de que pudiera añadir nada el castaño corrió en dirección a la verja y se perdió entre el mar de personas que trataban de abandonar la penitenciaria en mitad del caos.

—Vamos, Hela. Tenemos que salir de aquí —Finn agarró mi brazo y yo le quité el seguro al arma.

—No Finn, no puedo.

Finn se pasó la mano por la cara y soltó un suspiro de desesperación.

—¿Es por él? —Finn señaló a Carl, quien disparaba apoyado contra una verja contra un par de caminantes.

Le miré de mala manera y cargué el rifle que me había entregado el castaño. Después negué repetidas veces con la cabeza. No iba a mentirle.

—Sí. Pero también es por mi hermano. Tengo que encontrarle —disparé contra el muerto que había tras Finn—. Ellos nos abrieron las puertas de este sitio y no pienso largarme sin luchar por lo que se estaba convirtiendo en nuestro nuevo hogar.

Empecé a correr en dirección contraria a Finn, oyendo el eco de los disparos a mi alrededor.

—¡Hela! —mi amigo gritó sin moverse de su sitio—. ¡No lo hagas! ¡Es peligroso!

Miré a Finn y negué con la cabeza. Pasé las manos por debajo de mis párpados para evitar romper a llorar y volví a correr en dirección contraria, hacia una de las verjas de la prisión.

—¡Shawn! —chillé—. ¡Shawn!

Alguien agarró mi mano y vi a Bridget delante de mí con los ojos aguados por las lágrimas.

—¡Hela tenemos que irnos! —exclamó ahogada en su propia angustia—. ¡Ese tío ha matado a Hershel!

Una segunda explosión hizo que ambas nos agarráramos a la otra. Miré a Bridget y después solté un suspiro. Le hice entrega de mi rifle y ladeé la cabeza.

—Vete, Finn estaba por ahí.

—¿Y que hay de ti? ¡No puedes quedarte aquí!

—Tengo que encontrar a mi hermano —descolgué el arco de mi espalda y antes de que pudiera decir algo más giré sobre mí misma y empecé a correr de nuevo.

Rastreé el lugar con la mirada para encontrar al castaño cuando una explosión hizo que me temblase el cuerpo entero. El tanque que utilizaban acababa de tener una explosión interna.

Corrí hacia el patio y me encontré con la silla a la que transportaban a Judith llena de sangre.

Una sensación desagradable me sacudió el estómago de pensar que la pequeña podría haber muerto durante el tiroteo.

Me mordí el interior de la mejilla al notar un pinchazo agudo y doloroso en mi brazo. Desvíe la vista hasta la fuente de dolor y vi un agujero de bala.

Ignoré el líquido caliente deslizándose por mi brazo, el cual ya llegaba a la palma de mi mano y negué con la cabeza varias veces en un fallido intento de controlarme a mí misma. A lo lejos vi como Daryl y Beth huían hacia el bosque y como las verjas de la prisión caían a medida que se acercan mas caminantes.

—¡Hela! —al oír mi nombre giré sobre mi cuerpo.

Carl, que ayudaba a andar a un magullado Rick se acercó a mí con lentitud.

—Tenemos que irnos —el castaño soltó a su padre con cuidado.

—Tengo que encontrar a mi hermano —negué con la cabeza—. Tengo que...

—Probablemente ya haya salido con otros miembros de la prisión —Carl me cortó y puso las manos sobre mis hombros.

—Pero...

—No, Hela. Shawn ya no está aquí, ha debido de salir durante el tiroteo. Pero no podemos quedarnos aquí —Carl habló de manera suave. Era increíble como su voz utilizando un determinado tono podía llegar a tranquilizarme tanto—. Tenemos que irnos.

Cerré los ojos y asentí con lentitud mientras un par de lágrimas bajaban por mis mejillas. Carl retiró las manos de mis hombros y rodeó a su padre con su brazo para poder ayudarle. Imité su acción y los tres abandonamos la prisión subiendo por una colina de tierra.

Desvié la vista hacia la penitenciaria y un nudo se formó en mi estómago. Todo estaba destruido.

—Hela.

Posé mis ojos sobre el castaño, que había pronunciado mi nombre.

—No mires atrás.

Dinastía │ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora