Capítulo 48: ¿Mal de amores?

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¡Hola! Les quería comentar que estoy participando del concurso de San Valentin 2019 de Wattpad, y escribí una historia de un solo capítulo especialmente para ello que me gustaría que lean, así que si les gustan mis novelas y tienen ganas, se llama Chica odio, Chico amor y ya está disponible en mi perfil. Sin más que decir, disfruten el capítulo.

Capítulo 48: ¿Mal de amores?

Último lunes antes de las vacaciones de navidad y la felicidad estaba en el aire. Y aunque la alegría sobrara, todos se encontraban ansiosos y tensos por lo últimos exámenes finales de este trimestre. El mío sería de Historia, fácil.

Aunque me fue muy bien, como siempre, debo admitir que esta vez el examen había sido más complicado. De todas maneras, terminé rápido y fui la primera en salir, por lo que dejé mis libros en mi casillero y fui al baño. No creo que necesiten una descripción de como hice mis necesidades.

Estaba por salir cuando escuché unas voces, y por curiosa (la curiosidad mató al gato, pero el gato murió sabiendo, ¿verdad?) me quedé dentro del cubículo y intenté descifrar lo que decían. Instantáneamente mi mente hizo click y dilucidó que eran Stacy y sus perras falderas Bethany, Phoebe, y su más reciente adquisición, Jasmine.

- Todavía no me ha llamado. - confesó la gemela plástica, con algo de tristeza en su voz.

- Quizá porque tiene novia. - dijo, como si fuera obvio Bethany.

- Tu cállate, Bethany. Eso nunca antes había parado a Liam Finnegan. - al tiempo que las palabras salían de la rosa boca de Stacy, mis ojos se abrieron y mis oídos se agudizaron.

- No lo entiendo, dijo que no sentía nada por ella.

- Siempre dijo que era solo un juego, y de repente, están de novios. - coincidió Stacy.

- ¿No pudo haberse enamorado? - preguntó Phoebe.

- Si hay algo que debes saber de Liam, Phoebe, es que él nunca se enamora, y menos de alguien como Scarlett Carter. Son mundos muy diferentes. Además, si eso fuese verdad, no hubiese besado a Jas una semana antes de pedirle que sea su novia.

El alma se me cayó a los pies. ¿Sería eso verdad? Toda la furia que contenía mi cuerpo se potenció y se acompañó de tristeza y confusión. No entendía porque le creía a estas cuatro perras y elegía confiar en ellas más que mi novio, pero de alguna manera sus palabras parecían honestas.

- No parecía para nada enamorado. Maldigo el momento en el que llegó Tyler a interrumpir todo, quien sabe a donde hubiésemos llegado. Sin mencionar la llamada perdida de hace un mes, como me hubiese gustado haber contestado. - insinuó.

Este era mi límite, ya no podía escuchar más. De un portazo abrí y cerré la puerta del cubículo, salí lo más rápido que pude pero con mi cabeza bien en alto. No iba a dejar que estas alimañas me vieran mal, aunque por dentro las dudas y la decepción carcoman mi ser.

No quise ni ver sus expresiones, seguramente eran de triunfo. No tengo idea de si lo hicieron a propósito sabiendo que yo me encontraba dentro, o si realmente fue pura casualidad y estaban casualmente hablando de ello. De cualquier manera, lo dicho dicho está, y lo hecho hecho está.

Caminando por el pasillo mi único objetivo era estar sola, quería buscar un aula desocupada donde pudiera descargar mis sentimientos y pensar en paz. En mis cálculos no se encontraba chocarme al idiota más grande del universo. Al darse cuenta que era yo, su sonrisa se ensanchó y sus ojos brillaron con ternura y alegria. Maldito estúpido facineroso bucéfalo.

Al ver que en mis pupilas no se desplegaban las mismas sensaciones que transitaban las suyas, y que mi expresión no era de felicidad, sino de total furia y desengaño, su gesto se nubló por la confusión. Pero no deje que develará sus incógnitas, siguiendo con mi camino, me dirigí hasta la primera sala que encontré vacía, sin mirar atrás. Y cuando llegué allí, el imbécil se encontraba todavía parado con una mueca de desconcierto, siguiendo todavía mi rastro con su mirada.

Me desplomé sobre la primera banca que encontré en el salón, sin mirar mucho hacía alrededor. No quería llorar, no sentía ganas de llorar, porque llorar significa tristeza, desasosiego, angustia, y yo no me sentía así. Me sentía decepcionada, no de él, de mi misma. Decepcionada por haberle creído aún cuando sabía que desde el principio era todo un juego, desilusionada porque había dejado mis barreras caer, porque le había dado todo lo que nunca le di a nadie.

Si recapitulamos, una semana antes de que Liam me pidiera ser su novia, fue el juego de golf donde estaba súper confundida y me dijo que la apuesta ni importaba, que se fuera al demonio. Mientras todo esto pasaba, mientras me besaba haciendo calmar todas mis dudas, pensando que las cosas se resolverían, había besado a Jasmine. Y hace un mes, cuando ya llevábamos un mes de novios, la llamó, ¿para qué diablos necesitaba llamar a Jasmine Balog?  Intentaba buscarle el lado justificable, algo que me diga porque tiene sentido y que expliqué toda la situación, que sea todo un malendido, pero no lo encuentro, simplemente no lo hay.

- ¿Carter? ¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo? Parece que hubieses visto un fantasma. - Bueno quizá al fantasma de mi ahora supongo ex.

Al levantar la vista, me encontré con sra. Martin, la profesora de química, mirándome fijamente mientras dejaba su maletín sobre la mesa. Este era el aula de su materia, quizá debería haber pensado que ella siempre llega temprano de sus recesos.

- Es insignificante, profesora. - le quité importancia, aunque la realidad fuera otra.

- ¿Mal de amores? - adivinó.

¿Es qué todos aquí tienen poderes mágicos menos yo? ¿Lo intentaban esconder? ¡Los descubrí!

- Algo así. - armé una mueca.

- Me imaginé. ¿Finnegan, verdad? - encima de bruja, vidente. - Sea cual sea la situación, Scarlett, debes saber que para todo hay dos lados de la situación. ¿Has hablado con él? - negué. - Deberías, llevo dándole clases a Liam desde que entró a la secundaria, jamás lo había visto tan colado por una chica. Habla con él, Scarlett. Siempre pueden solucionar las cosas, y si no se puede, por lo menos siempre es bueno conocer el otro lado de la historia y poder terminar en buenos términos. No cometas mis errores.

Asentí un poco perdida. Jamás hubiese pensado que tendría una conversación cómo está con la sra. Martin, pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Tomé mi bolso del suelo y me dirigí hacia la salida por la que en unos minutos comenzarían a abalanzarse alumnos.

- Scarlett. - me llamó por última vez, obligándome a enfrentarla. - Por lo que te dije, no me malinterpretes, no te rebajes. Debes siempre mantener tu bienestar físico y emocional ante todo, y tu dignidad bien alta. Respétate como mujer y persona, pero incluso cuando lo hagas, siempre es importante saber cuando es bueno vulnerabilizarse.

- Muchas gracias, sra. Martin.

- Natalie, Scarlett. Natalie.

- Natalie. - asentí con una sonrisa.

Quien diría que cuando cruzará ese marco mi percepción sobre la sra. Martin cambiaría tan drásticamente. Y aunque no pensaba ser la primera en hablarle a Finnegan, sus palabras realmente penetraron en mi y me hicieron analizarlas.

Que tontos somos cuando nos creemos que nuestra opinión, o versión es la única, la mejor, la verdadera, la importante. Así como nosotros, hay miles de personas en el mundo con su propia explicación o interpretación, pero los humanos somos tan egocéntricos y egoístas que pensamos en nosotros una y otra vez, sin parar a mirar el panorama.

No estaba segura de que el relato de Liam hiciera mi mente cambiar y mi corazón sanar, pero el beneficio de la duda se le debe dar a todo el mundo, ¿verdad? Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, creo.

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-S.

Jamás, Scarlett. (Promises #1)Where stories live. Discover now