- En realidad quería enseñártelo cuando estuviera terminado, pero soy un impaciente.

No tenía ni idea de lo que estaba hablando hasta que vio el lienzo enorme encima del caballete, y no pudo evitar soltar las gotas de los ojos que tenía contenidas. Ravi como artista no tenía ningún cuadro con personas en ellos, excepto aquel del niño que tanto significado sobrellevaba. Pero el que Taekwoon estaba viendo en ese instante no solo contenía un rostro, sino dos, y aunque aún no estuviera acabado, se podía distinguir a la perfección quienes eran.

Con un fondo que combinaba rojos intensos, verdes clorofila y naranjas pastel, la cara caricaturizada con una nariz tan parecida a la suya, y el cabello negro casi tapándole los ojos permanecía en el lado derecho de la pintura. Justo a su lado, claramente pudo distinguir a Wonsik, con el pelo rojo sobresaltando en el verde, aun faltando detalles, le pareció el dibujo más bonito del mundo.

- Últimamente estoy muy inspirado. – Escuchó a su espalda. – Hay una persona que me hace vivir mi pasión como el primer día, así que la he dibujado a mi lado. ¿Qué te parece?

- No está mal. – Dijo en forma de broma, y aguantándose la risa.

- ¿No está mal? – Su chico lo miraba con los ojos abiertos y falsamente ofendido.

- Creo que te has autorretratado demasiado guapo, muy fuera de la realidad. – Se cruzó de brazos, observando la pintura fijamente y manteniéndose serio. – Y ese no se parece en nada a mí.

- ¿Y quién te ha dicho que eres tú? – Sintió un toque con un dedo en su costado, haciéndolo saltar, y sonriendo al fin.

No continuaron la divertida conversación porque Wonsik siguió haciéndole cosquillas, arrancándole las carcajadas que no había sido capaz de emitir por culpa de la situación, hasta lograr acorralarlo entre la pared y su cuerpo, sin dejar correr aire entre ellos. El momento pasó a ser muy intenso, solo con los ojos se decían las ganas que tenían el uno del otro, y por supuesto el menor no tardó en robarle un beso, fogoso desde el principio.

Taekwoon correspondió al instante, cada vez teniendo más claro que aquel era su futuro, olvidándose por completo de su jefa, decidiendo que ya mañana pensaría la forma de decirle que nunca delataría al pintor. Porque era él quien le daba la vida, eran sus ojos hundidos color marrón, ese pelo rojo fuego que lo volvía loco y ese modo de acariciarlo como si fuera el ser más frágil del mundo. Eso era lo que Taekwoon deseaba, a pesar de las palabras de Hakyeon, y la conversación que tuvieron por mensaje en cuanto había decidido mentir en el trabajo para ver a su novio.

¿No crees que estás arriesgando demasiado? Es TU trabajo el que vas a perder.

No me importa, Hakyeon.

Wonnie... sé que eres feliz con él... pero tampoco lo conoces desde hace mucho como para dejar ir tus sueños.

Ha sido el tiempo suficiente como para saber lo que realmente quiero.

Era cierto que había pasado mucho para llegar a donde estaba, desde enfrentarse a su familia a salir adelante por su cuenta, pero Taekwoon consideraba que todo aquello era una etapa pasada, y que tal vez su ceguera por Wonsik (Como había dicho su amigo) no lo hacía ver las cosas con claridad, pero el modo en el que reaccionaba su cuerpo y mente con él, solo le confirmaba que era el camino correcto.

Como en ese mismo instante, mientras era arrastrado por su novio por toda la colorida habitación, acariciándose con deseo, batallando con sus lenguas de un modo extremadamente obsceno. No supo en que momento terminó en el mismo suelo, con las rodillas contrarias a cada lado de su cadera, y las manos entrelazadas detrás del cuello de su chico intentando respirar con normalidad.

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