capitulo 20

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Al día siguiente Dean y yo fuimos al hospital más cercano después de dejar al abuelo en el paradero de buses, uno de los obstetras es amigo de la familia así que con gusto atenderá el parto, después de varios exámenes y una ecografía para confirmar que todo está bien decidimos almorzar juntos, en la tarde compramos todo lo que necesita la pañalera de emergencia para el día del parto y nos distrajimos tanto comprando ropa para los dos que cuando salimos del pequeño centro comercial ya es de noche, cuando nos subimos al auto y cerramos la puerta esperé a que encendiera el auto pero no lo hace.

—¿Pasa algo? —pregunté un poco confundida.

—No cariño —dijo tratando de sonreír—, es solo que extrañaba esto... salir contigo —agarró mi mano—. Actuar como una pareja y salir tranquilos.

—Lo sé —apreté su mano—. Yo también lo extrañaba... ¿Qué ha sucedido con otro cartel?

—Bueno —encendió el auto—. Según lo que me ha comentado mi padre asesinaron a uno de sus jefes junto con sus seguidores pero no logran identificar quienes son, al parecer los malditos locos se cortan las yemas de los dedos para no dejar huellas legibles.

—Eso debe ser horrible —hice mala cara al imaginármelo.

—Lo es... pero es una de las exigencias que hacen para poder entrar y créeme cuando te digo que hay muchas personas que quieren entrar a este negocio.

—lo entiendo pero ¿no te han causado más problemas?

—al parecer no, están tranquilos, demasiado para mi gusto, probablemente estén preparando un gran golpe pero nosotros estamos preparados.

—¿Estás seguro de que están preparados?

Dean asintió con la cabeza con confianza, cuando llegamos a casa la luz de la sala está encendida, entramos y en seguida las niñas giraron la cabeza para vernos, tienen los ojos rojos y con lágrimas en sus mejillas, Dean en ese momento entra en alerta.

—¿Qué pasa princesas? —preguntó mi esposo mientras nos acercábamos a las niñas.

—Es que... —habló Ana—. El perrito se murió.

—¿Perrito? —pregunté sentándome entre ellas.

—Si... el de la película —dijo ella comenzando a llorar otra vez.

—¿Película? —preguntó Dean ahora más tranquilo.

—Marley —dijo Eli prácticamente arrojándose a sus brazos.

Dean y yo nos miramos, no pudimos evitar reír, Meiling aparece con una taza llena de palomitas de maíz y cuando nos vio se sorprendió.

—¿Qué sucede mis niños? —preguntó ella mientras fruncía el ceño.

—Estaban viendo una película de perros —dijo mirándola con la ceja levantada.

—¡Oh no! yo estaba viéndola, ellas estaban en su habitación jugando —dijo meiling colocando su mano en el pecho de forma dramática—. Fui a hacer palomitas de maíz pero me entretuve lavando los platos sucios.

—¿Y recogieron los juguetes en su cuarto? —pregunté mirándolas.

Ana y Eli se miraron y nos soltaron para correr hacia las escaleras, Dean y Meiling se sentaron a mi lado y los tres tuvimos que retener aire y soltarlo.

—¿Cómo les fue? —preguntó Meiling.

—Bien —dijo Dean algo animado—, nos encontramos con... cierto amigo tuyo —levantó varias veces las cejas.

En seguida la mire.

Yo no sé de quien habla —dijo ella antes de meter palomitas de maíz a su boca.

—Sabes muy bien de lo que hablo —dijo él acercándose a mí para estar más juntos e intimidarla más.

—Por favor joven... no me diga que ese señor va a... —dijo ella mirándolo seriamente.

—Es de confianza —le contestó Dean mirándose las uñas—. De mucha confianza.

—¿Acaso no quieren que vaya a visitarlos en el hospital? —preguntó Meiling de forma dramática.

—Por supuesto que queremos —dije tratando de calmarla.

—Por favor Mei, eso fue hace una década —dijo Dean tratando de restarle importancia—. Creo que tú y yo somos los únicos que nos acordamos de eso.

—Eso espero —dijo entregándome la taza—, yo por ahora me iré a dormir, trataré de no tener pesadillas—. se colocó de pie de golpe y prácticamente empezó  a correr hacia su habitación.

Cuando escuchamos la puerta cerrarse mire a Dean esperando una explicación.

—El obstetra que conociste hoy fue un enamorado de Meiling hace más de diez años —dijo muy emocionado—. Y yo un día los encontré besándose en un parque, la molesté por una semana para que me dijera quien es y cuando lo logré le prometí que la ayudaría a tener algo con él pero por alguna razón se separaron, no volví a saber de él y ella tampoco.

—¿Y entonces? —le pregunté ahora más interesada.

—Cuando estaba haciendo el papeleo para comprar la casa me lo encontré, nos sentamos a tomar un café y me contó la verdad —empezó a susurrar—. Pero Meiling no sabe que yo lo sé.

—¿Y qué fue lo qué pasó?

—Resulta que él quería que se fueran a vivir juntos pero le pidió a Meiling que dejara de trabajar con nosotros y ella no quiso, según la razón que ella le dio a él es porque le gustaba su independencia económica y que si él quería estar con ella tenía que aceptarlo y él no lo aceptó.

—¿Y crees que se arrepintió de no hacerlo?

—Quisiera decir que si pero es un hombre difícil de leer.

Antes de yo hablar su teléfono comienza a sonar.

—¿Qué sucede? —su rostro cambia por completo, se coloca pálido y se le comienza a dificultar el respirar—. Bien, ya salgo para allá.

Dean se coloca de pie y yo me levanto para alcanzarlo.

—¿Qué sucede? —pregunté algo pérdida por su actitud.

—No sé quién es la maldita que está liderando ese cartel pero juro que le cortaré la garganta.

—Dean...

—Incendiaron la cabaña creyendo que el abuelo estaba adentro...

—¡¿Qué?!

—Por suerte el autobús se pinchó y cuando llego los bomberos del pueblo estaban ahí tratando de apagar el fuego... me tengo que ir cariño —dijo colocando sus manos alrededor de mis mejillas—, hablaré con James para que se venga con Irina y las cuide —me mira por varios segundos y después me da un beso en la frente—.  Por favor llámame si pasa algo porque de verdad no me lo perdonaría.

—Te lo prometo, pero ahora tendrás que explicarle a las niñas —dije agarrando también sus mejillas.

—Eso no será fácil —murmuró después de suspirar.

Después de dos horas de llanto las niñas por fin se calmaron, despedimos a Dean en la puerta y las acompañé a su habitación para cerciorarme de que queden dormidas, les leo un cuento y cuando termino y levanto la cabeza están profundamente rendidas, apago la luz de la habitación y abandono con mucho cuidado la habitación para que no se despierten, bajo a la cocina pero me encuentro con una Meiling muy preocupada.

—¿Qué sucede? —pregunte sentándome frente a ella.

Ella no responde, pero se ve que algo la tiene molesta.

—Yo tengo algo muy importante que contarle, algo que me tiene demasiado preocupada —dijo ella con los ojos llorosos.

Agarro su mano sin dejarla de mirar y para que se anime a hablar mas tranquila.

fuertes lazos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora