Capítulo 6

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Entré arrojando la puerta con fuerza, no me molesté en tocar, los guardias en la entrada intentaron detenerme, está de más el decir que no pudieron. Justo en este instante la furia me consumía y era capaz de acabar con quien se me pusiera enfrente. Lo que le sucedió a Dana me tenía muy mal y si ella moría todo sería peor. No podría con la culpa, con la tristeza de no haber hecho algo más por ella.

—¿Qué demonios te pasa? —espetó Stanislav de malas cuando irrumpí en su oficina. Él estaba detrás de su escritorio y un joven se hallaba de rodillas entre sus piernas.

Me asqueó. Él no pasaba los trece, era igual de joven que Nat, que yo, que todos los que estábamos aquí. Mis manos se cerraron en puño y me tomó mucho autocontrol no partirle la cara al maldito cerdo repugnante que se levantó de su silla abotonando sus pantalones. Le hizo una seña al joven delgado y él salió sin dirigirme una mirada, llevaba la cabeza gacha, avergonzado y humillado. Qué mierda de vida llevábamos en este lugar.

—Quiero hablar con Dimitri, llámalo —exigí. Stanislav tomó un cigarrillo, se sentó de nuevo y subió las piernas sobre el escritorio.

—¿Quién demonios te crees para venir a dar órdenes? —Increpó. Me acerqué a su escritorio y dejé caer mis puños sobre él. Stanislav tragó saliva y ocultó su temor.

—¿Quieres que te recuerde quién soy? —Murmuré entre dientes—. Llámalo, quiero hablar con él, ya que tú eres un incompetente que no hace bien su trabajo por entretenerse abusando a jóvenes igual que todos los enfermos que hay aquí.

—No lo llamaré, está ocupado, ¿piensas que vendrá solo porque tú lo ordenas? —Una sonrisa cruel surcó mis labios.

—¿Sabes que uno de tus hombres violó y casi mata a una virgen? —Sus ojos se abrieron más de lo normal—. Creo recordar que ellas valen bastante dinero, ¿qué pensará Dimitri cuando sepa que lo has hecho perder millones?

Tragó saliva y sin dudar cogió el teléfono y marcó el número de Dimitri. Me mantuve callado y me senté en el rincón de su oficina, no me movería de aquí hasta que Dimitri llegara, entretanto, pensaba en una forma para escapar, para liberar a Nat, a Fabián y Dana de este infierno, incluso si yo tuviera que quedarme permanentemente en él.

Seguir aquí era peligroso para ellos, ahora que Dana había perdido su virginidad, su "valor" disminuía, también la "protección" que llegó a tener. La dejaba más expuesta a pedófilos violadores y no podía permitirlo.

Flexioné las rodillas y oculté el rostro entre mis piernas con los brazos rodeándolas. Oía hablar a Stanislav, pero no le presté la mayor atención. En mi cabeza solo se encontraba la imagen de Dana cubierta de sangre mientras que yo suplicaba en silencio a quien fuese que saliera de esta y se pusiera bien.

—Bestia —me llamó, levanté la cabeza y me encontré con Dimitri justo frente a mí. Estábamos solos hasta que varios de sus hombres entraron. Ignoré el tiempo que transcurrió.

—Ya estás enterado, ¿no? —Murmuré con amargura mientras me incorporaba. Él endureció el gesto y mordisqueó el habano en su boca.

—Sí —masculló—. Y siendo tan predecible como eres, supongo que lo quieres, ¿o me equivoco? —Agregó burlón.

—No, no te equivocas. Él debe pagar por lo que le hizo —aseveré. Dimitri sonrió malicioso, esa sonrisa que supe no traería nada bueno, él no me daría lo que quería sin pedir algo cambio.

—¿Y qué vas a hacerle? ¿Matarlo? —Inquirió curioso.

Guardé silencio un momento. No supe qué responderle, quería decirle que sí, pero yo no era un asesino, incluso cuando hube matado ya. Sin embargo, a como me sentía ahora, dudada sobre mi autocontrol. Ese bastardo merecía ser castrado.

Bestia ©Where stories live. Discover now