Epílogo.

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En la actualidad.

Blake

Me encantaba la vista, las luces parpadeantes de los edificios daban la ilusión de ser estrellas artificiales, Nueva York tenía sus propias estrellas, su propio cielo. A lo lejos, relámpagos atravesaban el cielo. Una tormenta se avecinaba y caería sobre la ciudad con todas sus fuerzas. Una tormenta como la que yo llevaría a la empresa Ancardi. La empresa del desgraciado que asesinó a mis padres. Después de años de esperar, años de escalar y prepararme para ser quien era, al fin llevaría a cabo mi venganza.

Mi objetivo: Bailey Harrington.

No la conocía, no quise conocerla, me daba lo mismo cómo fuera, que aspecto tuviera, si era flaca o gorda, fea o bonita, mi único objetivo era destruirla. La enamoraría, seduciría, sacaría información de ella y luego la acabaría, pedazo por pedazo, tal y como sucedería con la empresa de su padre.

Di un trago a mi vodka. El sabor primeramente suave y dulce acarició mi lengua mientras que en mi interior saboreaba mi plan. Era un maldito por usar a una joven que no tenía la culpa de nada. Pero pagan justos por pecadores, ¿no es así?

—Todo está listo, Blake. Richard aún no sospecha quién eres, pero sin duda lo hará —oí la voz de Fabián, mi mejor amigo.

—Cuando tenga la mierda en su cara será muy tarde para hacer algo. Voy a destrozarlo, acabaré arruinándolo y luego lo meteré a la cárcel.

—¿Es necesario que uses a la chica? —Preguntó por enésima ocasión. Cabe mencionar que no se encontraba de acuerdo con mi decisión.

—Muy necesario —siseé con una sonrisa maliciosa.

—A Richard no le importa su hija, la ha dejado en manos de Aarón, y tú y yo sabemos la fama que tiene ese tipo —recordó. Intentaba persuadirme para que desistiera.

—Me da lo mismo. Me divertiré con ella, estoy seguro que será de gran ayuda. Tengo que encontrar pruebas, Fabián. Tengo que entrar a su casa y destapar todos los esqueletos que Richard Harrington esconde.

Suspiró resignado. Debería darse crédito, al menos lo intentó.

—De acuerdo. Solo espero que no te equivoques con ella, ni te arrepientas de usarla.

—No lo haré.

Después de eso me dejó solo. Ya era tarde, debería de ir a la cama, mañana a primera hora era mi reunión con Aarón. Sin embargo, la ansiedad me recorría, un tipo de presentimiento se instaló en mi estómago como una sensación cálida que no presagiaba nada malo. Extraño. Hacía mucho que no me sentía así.

Di un último trago a mi bebida. La tormenta acariciaba la ciudad, las primeras gotas de agua chocaron contra el cristal de mi Pent-House situado en la cima de uno de los edificios más grandes de Nueva York. La luz de los relámpagos dio de lleno contra mi cara en una visión siniestra. Toqué el cristal, me transmitió su frialdad.

Instintivamente noté mis nudillos. Las cicatrices eran nítidas, un recordatorio de mis peleas y los demonios que traía arrastrando conmigo.

Me recordaban quién era y cuál era el motivo por el que seguía de pie:

Venganza.

Venganza

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Bestia ©Where stories live. Discover now