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✿°̥࿐❛Te escuché preguntar por mí a un amigo, mi adrenalina saltó por los aires porque yo también he preguntado por ti; y ahora estamos aquí en esta habitación.❜
Acaricié su delicada mejilla mientras ella dormía, acurrucada sobre mi pecho, balbuceando entre sueños me parecía la creación más divina en este mundo, con sus gruesos labios entre abiertos soltando suspiros. Besé su frente y la sostuve fuertemente entre mis brazos.
La quería eso no había duda, simplemente me robó el corazón, éramos como el agua y el aceite pero solo físicamente, por dentro éramos dos gotas de agua y eso es lo que mucha gente no entendía.
Aunque tuviéramos diecisiete años, ella era el amor de mi vida, la quería conmigo en todo momento. Cerré los ojos recordando el incidente de hace un par de días, cuando deliberadamente tomé la decisión de no usar condón, y todavía para hacerlo más grabe, le solté una bomba, "Quiero un bebe."
Todavía recuerdo su expresión horrorizada y la cachetada que me dio después. Comenzó a retar y gritar diciendo que esa no era decisión solo de una persona, que debí de hablar con ella antes y tenía toda la razón, ahora lo comprendo. Somos jóvenes, sin trabajo, y cabe decir que un poco desobligados, no podíamos traer al mundo a una personita tan importante, a una miseria, porque hay que ser honestos, no le íbamos a dar una gran vida, no por un tiempo, así que recapacité y alejé esos pensamientos de mi mente, por ahora.
Pero uno más fuerte apareció en mi mente, la idea de unirnos parecía fantástica, lo repasé mil veces en mi mente, le pediría que se casara conmigo, aunque no nos casaríamos hasta terminar la preparatoria, y tendríamos hijos hasta tener un trabajo seguro.
Pero no sabía si eso quería ella, y estaba aterrorizado en hacer la famosa pregunta, tampoco se me ocurría que hacer para que fuera especial el momento.
Observé la mesa de noche, donde había escondido la caja con la sortija. Sabía que todos estos años ser el nerd iba dar frutos, verán desde que tengo memoria o ayudo a deportistas hacer sus deberes o doy tutorías, nada es gratis en esta vida, tenía mi dinero ahorrado, aunque también necesité de un préstamo de mis padres, mi madre lloró cuando le conté que le pediría matrimonio a mi novia, ella simplemente lo aprobó, porque ama a Natasha como una hija, ella ve el amor que nos tenemos, confía en nosotros y espero no defraudarla.
—¿Qué tanto piensas, bebé? —su voz adormilada, me despaviló por completo, posee mis ojos en ella y le sonreí. Bese su frente, y murmuré un buenos días, estaba por levantarme cuando se colocó a horcajadas sobre mi regazo. —¿A dónde vas? Es muy temprano, —me mataba, simplemente me mataba cuando hablaba en ese tono meloso y chiquiado, no podía negarle nada. —no hay que ir a clases hoy, —dijo sonriente, sus brazos envolvieron mi cuello, pegó nuestros pechos y frentes.
