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✿°̥࿐❛Vine para tomar mi medicina, te trataré como un caballero, dame esa adrenalina; creo que me quedaré contigo. Tú tienes la sal y yo un apetito, ahora puedo saborearlo.❜
Tan rápido como mi nombre fue pronunciado en la sala de espera, hice mi camino al cuarto donde el Doctor Mendes estaba esperando por mí. Podía sentir mi corazón latiendo más rápido de lo normal, sintiéndome un poco nerviosa.
—Señorita Jen. —El doctor Mendes sonrió cuando me vió, me senté en la silla frente a él. —¿Cómo has estado?
—Genial, gracias.— Murmuré y le sonreí incómodamente. Una pequeña sonrisa estaba en su cara, mientras cruzaba mis piernas.
—Así que...— miró la pantalla de su computadora.— Tú dijiste que tienes un poco de irritación. Cuando hablé contigo en el teléfono.— sus ojos encontraron los míos. ¿Estoy en lo correcto?
—Si, yo, mmm, estoy asustada, puede que tenga una enfermedad venérea.— admití.
Él se encogió de hombre ligeramente. —¿Usas protección?, y con eso, estoy hablando de que si usas condón.—
—Estoy con la pastilla.— dije. El Doctor Mendes escribió algo, después se paró de su silla.
—Bueno, yo creo que debería checarte, sígueme. —sonrió, y caminó hacia la habitación de atrás, conmigo siguiéndole.
Él era joven, solo estaba en la mitad de sus 20, creo. Era caliente, demasiado para ser un doctor, demasiado caliente para ser mi doctor. Eso debería ser ilegal, porque en realidad yo me sentía atraída hacia él.
—Sólo quítate los pantalones y recuéstate en la mesa.— apuntó hacia la camilla y sonrió. Hice lo que me dijo, me desvestí de mis pantalones deportivos y me senté en la mesa. —La ropa interior se necesita quitar también.
Tome una profunda respiración, después me quité mis bragas. Afortunadamente, mi blusa era un poco demasiado larga, o demasiado larga para cubrir mis caderas lo cual me hacía sentir cómoda.
—¿Estás nerviosa? — sonrió, mientras tomada sus guantes azules.
—Un poco.— Admití.
—¿Nerviosa por los resultados, o de que te revisaré?
—Ambos.— Reí.
—No te preocupes.— sonrió dulcemente. No la usual aterradora sonrisa la cual usan los doctores, sino una bonita. Una sonrisa que mostraba sus perfectos dientes. —He checado a un montón de chicas, de hecho solo un par de ellas tenía una enfermedad. No hay por qué estar nerviosa.
Él ha visto cientos de vaginas. Que trabajo.
—Okay. — Suspiré, sintiendo mi cuerpo tensarse una vez que el Doctor separó mis piernas cuidadosamente. Un dedo recorrió la apertura de mi coño, separando los pliegues. Era una sensación placentera, muy placentera. No estaba nerviosa, solo quería que continuara, y que fuera un poco más lejos.
