El Taxi paró justo en la entrada de la enorme casa color blanco roto, extremadamente aburrida, era igual que las que salían en típicas películas y series. Miró a los lados, el jardín estaba limpiamente conservado, y le gustaron los toques coloridos de las rosas en los arbustos, junto a una fuente con una sirena como decoración. El ambiente que se respiraba era de riqueza, como si cada baldosa en el suelo valiera oro. Lo odió, le recordaba demasiado a su niñez. En realidad él también podría tener todo aquello, su cuenta bancaria se lo podía permitir, pero nunca dejaría atrás su preciado garaje.

Pero hubo algo que le vino a la cabeza, y ahora lo comprendía gracias a que ahora conocía la historia pasada de Taekwoon, pues la diferencia de viviendas era notoria. Recordó ver el edificio perdido donde él vivía en las callejuelas de Seúl cuando fue a buscarlo, y había mucha comparación con la enorme mansión de su hermana. Odió de nuevo a las personas que lo hicieron pasar mal en el pasado, él no tenía ni idea de lo que se contuvo cuando le contó la parte en la que su madre lo pegó alguna vez.

Se intentó relajar cuando vio salir por la puerta principal a una mujer de pelo negro, con camiseta de cuello alto y tejanos sencillos, tenía los mismos ojos de Taekwoon pero en su caso los resaltaba con unas largas pestañas. De su mano se sujetaba un niño, uno que hizo que la belleza de su gatito brillara al verlo, sobre todo cuando el pequeño se tiró a los brazos de su tío.

- ¡Tío Degoon!

- ¡Minyulie! Que grande estás... - Dijo alzándolo y acariciando su cabecita. – No sabes lo que te he echado de menos.

Tanto Wonsik como su hermana pensaron que sería buena idea mantenerse al margen de la tierna escena, era bonito ver como el niño intentaba explicar con sus manitas y palabras mal dichas lo que le había traído Santa Claus, mientras que Taekwoon lo miraba sonriente.

- Pues Santa también ha pasado por mi casa. – Minyul observó cada paso de su tio con curiosidad mientras sacaba de la maleta el regalo.

- ¿Qué es?

- Ábrelo tú mismo.

El grito de felicidad del pequeño los llegó a asustar, pero luego le siguieron las carcajadas. Comenzó a correr con el dinosaurio por todo el jardín, apretando los botoncitos que lo hacían rugir. A Wonsik no le hacían gracia los niños, pero ese sería el único al que soportaría, y solo por el hecho de ver la cara de alegría que ponía su tío, con cada movimiento que hacía.

- ¡Minyul! – Gritó su madre, el pequeño la miró. - ¿Por qué no entras y se lo enseñas a papá? - Este asintió, y con sus piernecitas salió corriendo al interior de la casa.

En cuanto estuvo todo más calmado, Taekwoon se acercó a su hermana y se fundieron en un abrazo necesitado por parte de los dos. Tardaron en separarse, pero con la mirada se dijeron lo mucho que se echaban de menos.

- Creí que no llegabas. – Sonrió y luego movió la cabeza para mirar a su lado. - ¿Me vas a presentar al motivo de tu retraso? – Lo vio enrojecer.

- Mmm... sí. Sora, te presento a Wonsik. Es un amigo del trabajo. – Se dieron la mano con su respectiva reverencia.

- Ya... del trabajo. – Su hermana lo observó de arriba abajo con una sonrisa en la cara. – El único que yo conozco de su oficina es a Hakyeon, y solo lo he visto en foto. ¿Por qué a ti no? – Se quedó sin palabras, pero supo improvisar, sabía que Taekwoon no le iba a decir que era Ravi, el famoso pintor que está en busca y captura.

- Empecé hace poco. – Hizo contacto con sus ojos sin que Sora se diera cuenta, cómplices de la mentira. – Como mi familia está fuera estos días, él tuvo la idea de que lo acompañara, gracias por acogerme estos días en tu casa.

Hizo una mueca sin terminar de creerselo y simplemente asintió, luego pasaron todos al interior.

La mansión por dentro era tal y como Wonsik se la había esperado, suelo de madera oscuro combinado con paredes del color de su perro y algún que otro cuadro de pintores que desconocía, o al menos hasta que avanzaron por el pasillo. Le hizo gracia ver la obra del panda color rosa y verde que él mismo dibujó el año pasado, colgado cerca de la cocina. Se paró para mirarlo, y Taekwoon le sonrió cuando lo señaló.

- ¿Conocéis a Ravi? – Preguntó Sora, y ambos asintieron aguantándose la risa. – Minyul lo escogió mientras buscábamos cuadros para cambiar la decoración.

- Tu hijo tiene buen gusto. - Dijo Wonsik.

- Pues nuestra madre lo odia. – Sintió un escalofrío al oír hablar de ella. - Pero a mí me parece que le da un toque divertido a la casa.

Le gustó que su propia filosofía estuviera implantada en aquel lugar, cada paso que avanzaba cambiaba su opinión respecto a él. Los detalles hogareños como los dibujos a cera de Minyul enganchados en la nevera le fascinaron. Él también hubiera querido que sus padres colgaran alguno de los suyos en cualquier lugar de su antigua casa.

- ¿Por qué no os instaláis en el piso de arriba, mientras yo ayudo a la señora Choi a preparar la comida? Taekwoon, ya sabes el camino.

- Claro.

Lo siguió por las escaleras hasta llegar a un nuevo pasillo con varias puertas, hasta que se paró en la segunda para abrirla. Ambos entraron en una espaciosa habitación con tonos azules y verdes, a Wonsik le gustó. La cama era de matrimonio, y el armario empotrado era lo suficientemente grande como para meter toda la ropa de un año.

- De todos los cuartos, este es mi favorito, la ventana da al jardín y por las mañanas se puede ver el amanecer. Tú puedes quedarte aquí. – Señaló Taekwoon.

- ¿Solo yo? – Se acercó a él para agarrarlo de la cintura. - ¿No dormirás conmigo? – Subió los labios para hacer un intento de puchero. No sabía si había funcionado, pero su gatito le regalo la más preciosa de sus sonrisas.

- Creo que será un poco extraño que "mi amigo del trabajo" y yo durmamos en la misma cama. ¿No crees? – El pelinegro le colocó las manos en su pecho. -. Estaré en la habitación de al lado, no te preocupes.

- ¿Me estas intentando proponer algo? – Adoró tono rojo que quedó en sus mejillas mientras negaba con la cabeza.

- Solo digo... - Lo oyó tragar fuerte. – Que si necesitas algo, no tienes más que picar la puerta.

- ¿Y si lo que necesito eres tú? – Acercó la nariz a su cuello, le encandiló el delicioso olor a vainilla de su perfume.

Pero en cuanto quiso dejar un beso, Taekwoon lo apartó y señaló la puerta aún abierta. Wonsik solo suspiró indignado, aquello no era problema, así que de dirigió a ella con pasos largos y la cerró lentamente, un trozo de madera no le iba a impedir saborear el rosa de sus labios de nuevo. Lo cogió de la muñeca para acercarlo a él y estampar su espalda contra la puerta, luego atrapó su boca con desesperación, dudando si sería capaz de aguantar toda la semana sin hacerlo a cada rato.

Su pelinegro apretó su camiseta con fuerza mientras le correspondía, haciendo que ambas temperaturas subieran sin controlarse, cada vez le gustaba más su fogosidad y la manera de enredar sus lenguas, era algo adictivo.

- Con esto solo me confirmas que puedo escaparme todas las noches. – Susurró a centímetros de su cara, luego le robó un beso fugaz. - ¿Me esperarás?

- Siempre. – Escuchó, muy seguro y sin haberlo pensado, pero provocándole una inmensa felicidad.

¿Tal vez era esta? Pensó. ¿Es la misma sensación que tiene Hyuk, cuando habla de Hongbin? Miró los ojos de Taekwoon y se perdió en ellos de nuevo. Tenía que llamar a su amigo con urgencia.

❤👨‍🎨👨🏻‍💻❤

Besitos😘😘

Tu toque de ColorWhere stories live. Discover now