Despierto completamente aterrada, estoy sudando y mi corazón está acelerado, las niñas no están y cuando salgo de la habitación veo una nota en la cocina que dice "salimos por helado cariño, prometo comprar un litro completo de helado de brownie para ti y para el bebé" inmediatamente busco el mi teléfono el nombre del fiscal que lleva mi caso y lo llamo.

—Señora Harris, que sorpresa —dijo el al otro lado de la línea—. ¿En qué le puedo colaborar?

—Deseo saber sobre la condena de mis padres y de mi hermana ¿Siguen en prisión, cierto? —pregunté algo temerosa.

—Deme un momento —pidió mientras tecleaba algo en su computador—. Sus padres efectivamente aún están cumpliendo su condena, a su padre por su parte se le extendió la condena.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté sorprendida.

—Golpeó a un guardia —dijo como si nada—. Por parte de tu hermana...

Hay un silencio, un silencio que no me agrada para nada.

—Esto no puede ser... —murmuró algo consternado.

—¿Qué sucede? —pregunté asustada.

—Señora Harris... de verdad lo siento, no supe cuando paso esto nadie me lo notificó —dijo algo furioso.

—Por favor dígame que sucede —le pedí caminando por toda la habitación completamente nerviosa.

—Su hermana escapó de la prisión hace un mes —dijo el tecleando otra vez—. Al parecer la llevaron a un hospital porque creían que tenía apendicitis y se escapó de ahí.

—¡¿Qué?! —grité ahora asustada.

—Necesito hablar con usted y con su esposo, es urgente.

—Mi esposo no se encuentra pero ya lo llamaré para que venga y apenas esté aquí lo llamamos.

—Espero su llamada.

Y colgó, rápidamente le timbro a Dean quien contesta a los tres timbrazos.

—¡Cariño! ¡Ya te compre el helado! —dijo él un poco emocionado.

—Necesito que vengas cariño —hablé sin rodeos—, Meredith se escapó, está suelta —me senté en la cama, de repente me sentí mareada.

—Ya voy —dijo sin más.

—esto es un gran problema —dijo el señor Adrián—. No me gusta para nada lo que está pasando.

—¿Qué debemos hacer? —preguntó Dean agarrando mi mano con fuerza.

—No podemos sacarla del país, seria demasiada casualidad —dijo mi suegra—. Será mejor que se quede acá, estará más segura.

—¿Y las niñas? —preguntó Meiling.

—No quiero que estén aquí —hablé rápidamente—. Quiero que vayan a algún campamento o algo así.

—Me parece perfecto cariño —dijo Dean—. Será mejor que busquemos un lugar rápido.

—¡Ya mismo me pongo en esa labor! —dijo la señora Aura saliendo de la habitación.

Todos estamos nerviosos, la desaparición del arma, el que Meredith haya desaparecido y que Marta esté muerta no parecen coincidencias, aunque todos en el fondo rogamos porque sean solo eso, coincidencias.

—¿Cuándo será el entierro de Marta? —preguntó James.

—No lo sé, llamé al abuelo para preguntarle pero no me quiere decir, según él no merezco estar ahí —dijo el señor Adrián con algo de tristeza—, pero eso no es importante ahora —sacudió su cabeza—. Ahora debemos pensar que dirá cada uno en caso de que vengan los investigadores.

—Yo por mi parte —hablo Dean—. Estaba comiendo pizza con las niñas y la vi pasar frente a la pizzería, así que cuando terminamos de comer me las lleve de ahí.

—¿Y a dónde fuiste? —preguntó James.

—Paseamos por las calles del pueblo en el auto —respondió mi esposo tranquilamente.

—¿Emily? —preguntó el señor Adrian mirándome.

Me coloco nerviosa rápidamente, se me había olvidado por completo lo del sexo del bebé y aún no es tiempo de contarles.

—Estaba en el doctor viendo si el bebé está bien.

Dean me mira entendiendo que aún no quiero decirles si tendremos un niño o una niña.

—Perfecto —dijo mi suegro respirando un poco mejor.

—¿Papá? —lo llamó Dean.

—Tu madre y yo estábamos en un motel cercano divirtiéndonos un poco —respondió el señor Adrián con una sonrisa pícara.

—Okay, demasiada información —dijo James levantándose junto con Irina que no puede disimular su risa.

—¡Por favor James! Como si tú no hicieras lo mismo con Irina —dijo la señora Aura giñandoles el ojo.

—¡Mamá!—protestó James algo sonrojado.

—¡Pero es la verdad! ¡Una vez casi los descubrí!

Los dos se colocan completamente rojos mientras Dean no deja de reír al igual que el señor Adrian.

—Déjalos tranquilos cariño —dijo el señor Adrian jalando a su esposa para sentarla sobre sus piernas.

—Yo nada más digo —la mujer se cruzo de brazos—, al menos todos tenemos cuartada, James e Irina estaban comprando joyas con Meiling, ustedes... ¡Emily! —Gritó de la nada—, quiero que me digas en este momento cual es el sexo del bebé —me exigió colocándose de pie—. Necesito actualizarme con mis películas de James Dean para elegir el nombre perfecto.

—No tendrá ningún nombre que lo vincule con ese actor que solo tu recuerdas, mamá, ya tengo suficiente conmigo —le advirtió Dean.

—¡No es justo! —protestó ella haciendo puchero arrojándose al lado de su esposo.

—Claro que es justo —dijo Dean colocándose de pie—. Ahora será mejor que nos vayamos, quiero mostrarle a mi esposa su nueva casa y que prepare una fiesta junto con Meiling para anunciar el sexo del bebé.

—¿Y porque Meiling y no yo? —preguntó la señora Aura muy ofendida.

—Porque tu exageras mucho, aparte probablemente no pasarán ni cinco minutos y ya le habrás contado hasta al presidente.

—¡Eso no es cierto!

—¡Claro que sí! ¡Eso hiciste con las gemelas! —dijo Dean cruzándose de brazos.

—¡Se me salió! No me culpes, estaba emocionada.

—Como sea, Meiling la ayudará y punto.

—¡Bien! Suficiente ahora vámonos —dijo el señor Adrian algo agotado de esa conversacion.

fuertes lazos Where stories live. Discover now